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Lilith fruncio el ceño al observar una figura masculina totalmente desconocida en una de las ventanas del tercer piso del templo.

Era un hombre de facciones duras pero atractivas, ojos negros y su cabello negro resaltaba con su piel pálida. Lilith deducía que no pasaba de los veinticinco años.

¿Era un visitante?

Si lo era, aquella persona era realmente importante. De no ser así, el arzobispo Albert no hubiese dado el permiso de que alguien se quedase en el templo. En la casa del todopoderoso.

—¡Querida lili!

Lilith apartó su mirada del pelinegro para dirigirla a la alegre chica que venía corriendo hacia ella con una sonrisa en su rostro, era su gran amiga.

—Meredith... —susurro alegre la castaña para recibirla con un abrazo.

—¡Mis plegarias fueron escuchadas! Estoy tan nerviosa que lo único que necesitaba era un abrazo tuyo. —dijo fingiendo un sollozo.

Lilith ríe levemente mientras le daba suaves palmadas en la espalda de Meredith en un intento de renconfortarla. Sin embargo, un carraspeo las hizo separarse, era Emilia tratando de llamar su atención.

Meredith solto a la castaña totalmente avergonzada, estaba tan alegre de haber visto a su amiga que pasó por alto la presencia de los señores Dankworth. Rápidamente les hace una gran reverencia para saludarles como se merecen.

—Espero en nombre del todopoderoso se encuentren bien señor y señora Dankworth. —dice sincera. —Es un agrado contar con su presencia en este día tan importante para Lilith y para mí.

Gregory le ofrece una leve sonrisa a la joven. Mientras Emilia solo la observa fijamente.

—Todos sus esfuerzos han dado frutos, sientanse orgullosas. —dice Gregory mirando a ambas jóvenes. —sigan las enseñanzas del todopoderoso y serán grandes mujeres en el futuro.

Lilith y Meredith se miran fijamente para sonreir. En eso, del templo sale el arzobispo Albert con su elegante túnica dirigiéndose hacia ellos. Meredith se dirige rápidamente hacia el para tomarle la mano, puesto que por la edad de su padre le costaba un poco caminar y lo ayudó a dirigirse hacia los señores Dankworth.

—Gregory, Emilia sean bienvenidos.

Gregory se acerca a Albert y le ofrece su mano para saludarle.

En eso pueden observar un grupo de niños de todas las edades llegar al templo dirigidos por un monje, pasaban en una distancia prudente con sus miradas pegadas al suelo siendo incapaces de observar más alla hasta perderse al cruzar la entrada del templo.

El señor Dankworth mira interrogativo a Albert pidiendo una explicación de tal suceso.

—Son las criaturas huérfanas de las que te hable anteriormente.—comienza a explicar.—Queremos educarlos con las enseñanzas del todopoderoso en un acto caritativo hacia el. Además, vienen a ayudar en la ceremonia del día de hoy.

Lilith mira fijamente a su padre siendo incapaz de adivinar su semblante en este momento. Sin embargo, bajo la mirada nerviosa de Albert, Gregory asiente comprendiendo la situación.

Emilia quien siempre se mantiene al margen de las situaciones, interviene oportunamente.

—Bueno es hora, los demás están esperando adentro. La ceremonia debe dar inicio.

—Es cierto la congregación de las jóvenes no puede esperar más. —Albert aprovecha la pequeña ayuda de Emilia. —Después de ustedes...

Gregory toma del brazo a su hija para comenzar a caminar dejando totalmente desconcertada a su esposa.

Emilia acomoda su vestido un poco brusco y camina detrás de ellos bajo la divertida mirada de Albert. Meredith quien presenció todo, se encogió en su lugar al darse cuenta que nuevamente estaba a solas con su padre.

—Espero te comportes a la altura Meredith. —advierte sin mirar a su hija y soltandose del agarre de esta misma. —De no ser así, el castigo sera mucho peor que el anterior. No habrá otra oportunidad.

Meredith ve a su padre caminar despreocupado dejandola atrás, las ganas de vomitar resurgian al recordar tal suceso. En un intento inútil de protección, dirige sus manos a su vientre recordando todo dolor y agonía mientras trataba de regular su respiración y el tenue temblor de su cuerpo.

Suelta una tenue risa mientras se recuerda que todo estaría bien, solo debía obedecer a su padre. Menos mal todos ya estaban dentro del templo, de no ser así la tildarian como loca al hablar con ella misma y reirse sola.

Después de unos minutos puede retomar su compostura y dar un fuerte suspiro tratando de alejar todo sentimiento en ella. Comienza a caminar pesadamente hacia la entrada y al llegar ve a las diecinueve jóvenes en una fila listas para entrar y dar inicio a la ceremonia de su bienvenida a la congregación monástica.

Lilith quien era la última de la fila se dirige rápidamente hacia ella con una mirada de preocupación.

—¿Porque has tardado, Mer? —susurra.—Cuando vi que el señor Albert entraba sin ti me preocupe.

Meredith observa a Lilith en silencio, justo en ese momento quería desaparecer y gritar lo más alto posible.

De repente, siente muchas miradas sobre ellas. Al observar bien, se pudo percatar que las demás las observaban y susurraban entre ellas. Pero tales acciones no iban dirigidas hacia Lilith Dankworth. Solo juzgaban a Meredith Blossom.

Claro, Lilith era lo más perfecto en este  corregimiento y ella solo era el tropiezo de su camino hacia la perfección divina que los padres de Lilith querían para ella.

—Mer... ¿Esta todo bien? —Lilith vuelve a insistirle suavemente.

Meredith le brinda una gran sonrisa a Lilith y toma sus manos.

—Claro que esta todo bien mi querida Lili. —le asegura. —solo son los nervios es todo...

Lilith la observa no muy convencida, sentía que había algo más allá. Sin embargo no quiso insistir, tal vez en otro momento Meredith le contaría lo que realmente le sucedía.

Así que sin más, ambas se dirigieron a la fila para entrar ordenadamente al templo y así dar inicio a la tan esperada ceremonia.

Jungkook quien había estado observando desde las penumbras las acciones de ambas jóvenes especialmente la de Meredith, sonrió satisfecho hacia si mismo. Ya sabía cómo infiltrarse aún más.

Meredith era un cebo valioso.

El ataque de nervios que tuvo anteriormente por culpa de su padre y que el logro presenciar, confirmaba la fachada que el arzobispo quería mantener externamente.

Porque internamente era una gran porquería que el mismo quería exponer ante todos, especialmente al todopoderoso que tanto adoraban...

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CROSS ✾ 𝙹𝚎𝚘𝚗 𝙹𝚞𝚗𝚐𝚔𝚘𝚘𝚔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora