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El humo golpeó con cierta brusquedad en su rostro, haciéndolo toser agresivamente cuando entró por sus fosas nasales, recordándole que seguía despierto, que los golpes aún no habían sido suficientes para dejarlo inconsciente

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El humo golpeó con cierta brusquedad en su rostro, haciéndolo toser agresivamente cuando entró por sus fosas nasales, recordándole que seguía despierto, que los golpes aún no habían sido suficientes para dejarlo inconsciente.

Su espalda chocó con violencia contra la dura superficie en la que se encontraba, abrió los ojos escuchando las risas de aquellos hombres que regaban cerveza y whisky por todo su cuerpo, mientras arrancaban su ropa por partes y lo golpeaban como si se tratara de un muñeco de trapo. Parpadeó varias veces, su cabeza estaba entumecida pero aún podía ver con claridad, sintiendo su garganta cerrarse, luchando por conseguir el aire que se alejaba cada vez más.

No luchaba por incorporarse, su cuerpo reaccionaba de manera automática, acostumbrado a la situación y solo arrugando el rostro con fuerza cuando sentía aquellas manos asquerosas recorrerlo con una lujuria que a ratos le producía arcadas, haciéndole sentir usado y sin valor, no era nada, no era nada más que un objeto al que todos aquellos sujetos podían usar como quisieran.

Un hombre bastante conocido en el lugar se hizo presente, apartando la masa de gente alrededor de aquella mesa en la que se encontraba el pequeño chico de cabellos castaños casi rubios, enseguida arrugó la nariz al observar al chico cubierto tan solo por su ropa interior, el alcohol mojando su cuerpo y algunas marcas violáceas que comenzaban a formarse en toda su extensión, trató de contener el enojo cómo todas las veces que entraba en aquel lugar y se encontraba con esa escena, su voz sonó dura y enseguida todos los hombres se congelaron abriendo paso al imponente rubio, alto y de hombros anchos con una mandíbula filosa que se tensaba debido a la fuerza con la que apretaba los dientes.

—Suficiente para ustedes, es mi turno.

Lo miraron confundidos, y el chico sobre la mesa cerró los ojos suspirando casi aliviado, quedándose totalmente quieto hasta que alguien le indicase que al menos podía moverse.

―Levántate, J. ―El chico tembló levantándose cuidadosamente, sintiendo su cuerpo doler por los golpes recientes, no se atrevió a alzar el rostro, no tenía permiso de hacerlo tampoco.

Los dedos del rubio frente a él tomaron su mentón y lo hicieron alzar la mirada, allí estaba la persona que tantas veces lo había salvado, la única persona, el único hombre por el cual no sentía solo asco.

―Minho... ―Apenas murmuró, callándose casi al instante, sintiéndose asustado y temblando al sentir las miradas aún puestas en él.

―Jisung, puedes hablarme, no debo darte permiso, te lo he dicho. ―La voz del hombre salió firme, pero sin embargo producía cierto sentimiento de calidez en el contrario.

El chico pareció reaccionar luego de algunos segundos y sacudió su cabeza alejándose del tacto del mayor, bajando de la mesa con la intención de caminar a su... lo que sea.

―Minho, te he dicho muchas veces que no puedes hacer eso. ―Jisung paró en su lugar al escuchar aquella voz, su cuerpo tembló y enseguida bajó la vista al suelo.

Poker Face | HyunsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora