El invierno había llegado para la casa Targaryen a través de aquella rosa roja que aunque emanaba frío, tenía un corazón fundido en fuego.
Jacaerys Velaryon x Sansa Stark.
Au.
Antes de iniciar me gustaría aclarar que sé que a muchas personas no les gusta el shipp y lo respeto, pero es importante en esta historia, así que les pido que traten de confiar en mí.
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Nuevamente la había encontrado llorando; era como si la lluvia permaneciera dentro de ella y una gran tormenta eléctrica la arrastrara hasta lo más profundo, detestaba eso, nunca sabía que hacer cuando sucedía y él había sido el culpable de aquel llanto en muchas de las ocasiones.
— Helaena — la llamo con una dulzura qué hasta él mismo sorprendió —. Por favor escúchame, estoy aquí... Estoy contigo.
No tenía idea de lo que decía, se sentía un idiota murmurando cosas así para su hermana, porqué no podía decir que era su esposa, no cuando aún no había consumado el matrimonio y realmente quería no pensar en eso, pero a veces no podía evitarlo.
— Hely — intento de nuevo acercándose despacio ella se alejó más, comenzaba a desesperarse — ¿podrías mirarme?
Aegon coloco la mano sobre su hombro, ella tembló ante su toque y se movió bruscamente, no pudo evitar hacer una mueca de disgusto.
— Helaena — dijo con más firmeza —. A la mierda, Helaena — la tomó de las manos, apartandolas de sus ojos.
Ella le miró, no con miedo, si no con una infinita tristeza.
— ¿Qué demonios te hice ahora? ¿Por qué lloras? — preguntó apretando sus muñecas.
— No lo hagas Aegon, promete que no lo harás, prometelo — sollozo.
Él la miro sin entender.
— No tengo idea de qué hablas, ¿cómo demonios puedo prometer algo qué no entiendo? — dijo.
— Aegon — lloró con más fuerza.
No pudo evitar mirar hacia la puerta, si Ser Arryk la escuchaba llorar seguramente llamaría a su madre y esta le iría a buscar, lo que significaba qué no se la quitaría de encima en un buen rato, se sentía desesperado y un poco molesto con Helaena.
— ¡Basta, deja de llorar!
Presionó sus muñecas, entonces ella hizo un débil intento de soltarse, no le gustaba que la tocarán, menos de esa manera y él lo respetaba o al menos lo intentaba.
— Deja de llorar o madre vendrá aquí y pensará que te he hecho algo, ya basta, por favor — le pidió soltandola poco a poco.
Su hermana le miró fijamente e hizo algo que le sorprendió, Helaena lo abrazo con fuerza.
— ¿Helaena? — trago saliva incómodo.
Claro que la quería era su hermana, era su obligación hacerlo, pero dioses...
