Bromley

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En una tranquila y pintoresca calle de Bromley, Inglaterra, la vida transcurría con la serenidad característica de un pueblo inglés. Los jardines bien cuidados bordeaban las antiguas casas de ladrillos rojos, con sus altas chimeneas, y el aroma a té y galletas se mezclaba con el suave murmullo de la vida cotidiana.

En medio de este idílico escenario, se encontraba mi historia.

Crecí en el corazón de Londres, junto con mis padres. Desde muy pequeña, sabía que quería ser maestra de preescolar. Me encantan los niños. Pero la vida tenía otros planes para mi.

Después de terminar mis estudios universitarios, luché por encontrar mi hueco en algún colegio que se ajustara a mis expectativas y valores educativos .

Frustrada por las oportunidades limitadas en el campo de la educación, comencé a buscar otras alternativas para ponerme a prueba en el campo infantil.

Fue entonces cuando vi un anuncio en línea que podría ajustarse a mis requisitos: Una familia en Bromley estaba buscando con urgencia una niñera experimentada y cariñosa para cuidar de sus hijos. 

Me postulé para el trabajo, y tras una rigurosa entrevista, impresioné a la familia Prescott y me dieron el trabajo.

Mientras me sacaba la carrera, hice innumerables veces de niñera por la zona donde vivía. No era ningún secreto cuidar niños.

Los padres de esta nueva familia tenían trabajos que los mantenían fuera de casa muchas horas, y necesitaban un poco de ayuda con los gemelos.

Así fue como pasé dos años con esta familia.



La Navidad se empieza a notar en las calles del pueblo. Un manto de nieve cubría cada rincón del bonito pueblo. Las calles adoquinadas se habían transformado en senderos blancos y resplandecientes, y las casas lucían como auténticas postales de ensueño. 

Hoy por fin, he acabado mi largo día como niñera.

Me siento en el sofá, observando la chimenea resplandecer en el comedor, mientras suelto un soplido de alivio.

¡Los niños de seis años sí que tienen energía! Son las diez de la noche y apenas he acabado de ducharlos, cambiarlos y meterlos en la cama.

Bueno, al menos este día ya se terminó. Ya me puedo ir a casa a relajarme.

Voy a hacer el gesto de levantarme del sofá, pero un repentino ruido me saca de mis pensamientos.

¿Qué está pasando?

Me levanto y me dirijo rápidamente al cuarto de los gemelos, que está en el piso superior.

Al abrir la puerta de la habitación, veo el caos ante mi.

- ¡Se supone que deberían estar dormidos! Jon, Adam, ¿Qué está pasando? - veo a los gemelos sentados cada uno en sus camas, con la lucecita de la mesa auxiliar encendida.

Veo que Jon agacha la cabeza mientras esconde sus ojos llorosos, mientras sorbe por la nariz.

- Nos íbamos a la cama... Pero luego... ¡Encontré a mi hombre de acción con diferentes armas debajo de su cama! - Adam señala a su hermano, acusándolo.

- ¡Yo solo quería jugar con él! - grita un desconsolado Jon.

Las lágrimas de Jon empiezan a caer con más fuerza.

- Llorar no te ayudará, Jon. - acusa su hermano.

- ¡Suficiente, Adam! No seamos malos con alguien que ya está alterado. Ahora, Jon. ¿Me dices lo que ocurrió? - me acerco a las camas, que están en paralelo, con lo cual, estoy en medio de los dos pequeños. Me siento en la alfombra para verlos a los dos. 

La niñera de Tom HollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora