♡: CAPÍTULO IV - NUGGETS

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Jeongin en realidad, realmente, quería arrojarle a su primo un sartén a la cabeza. O cualquier utensilio para que dejase sus manos de mocoso curioso tranquilas.

Desde niños han llevado esa relación de "te molesto y yo te molesto el doble", un completo caso para sus respectivos padres. Juntos eran como un maremoto, o un tornado, volviendo los hogares un desorden entre sus juegos y peleas por quién era más tonto que el otro, o quién se quedaría con el último lego que quedaba en la caja de juguetes.

Tan solo llevándose dos años, los hacía lo suficientemente paralelos como para no tener esa brecha de respeto que se supone deberían; simplemente para Seungmin llamar al omega "hyung" sería una completa abominación.

La bromas y burlas nunca hacían falta, incluso cuando sus naturalezas se presentaron, estas llenaron sus oídos al momento por parte del ajeno. Jeongin recuerda perfectamente la patada en la entrepierna que le dio a Seungmin cuando le dijo que ahora era un omega chiquito y débil, pero él se equivocaba.

Porque Jeongin no estaba chiquito.

O cuando ambos fueron castigados a abrazarse y compartir las gomitas de osito de Jeongin porque se habían pasado toda la tarde discutiendo si ser omega o beta era mejor. Por supuesto, Seungmin hubiera preferido ser un alfa fuerte y guapo, aunque lo de guapo ya lo tenía, pero la madre luna había decidido otro camino para él y con mucho gusto lo iba a aceptar, dejando en claro que incluso ser un beta era mejor que ser un omega.

Cosa que hizo que Jeongin le pegara otra patada en sus partes nobles.

A medida que iban creciendo, su relación se iba estrechando, pero las mareas nunca estaban calmadas entre ese par de primos. Las típicas disputas de niños pequeños, robar los juguetes del otro, sacarse la lengua, tomar sin permiso las golosinas que tanto le gustaban al mayor. Eran un dúo caótico, pero que en el fondo se cuidaban y querían más que a nada.

Con el comienzo de la preadolescencia, las cosas subieron a un nuevo nivel. Y dejaron de ser "¡Tío, Jeonginnie me quitó mi peluche!" a canturreos acerca de que a alguno le gustaba tal niño, que dichosa niña había besado la mejilla y tonterías amorosas propias de la etapa.

A pesar de ello, nunca sucedió algo tan grave, o una pelea real, tan solo juegos y extrañas formas de demostrarse cariños, basados en cortos abrazos disfrazados de asco, o tirones de cabello ocasionales. Pero al final del día, siempre terminaban pidiendo permiso para hacer una pijamada, y al apagar la luz se les veía cómodamente acurrucados juntos.

Una relación agridulce, por así decirlo.

Y Jeongin mentiría al decir que no había extrañado a su primo, que después de un mes finalmente se había dignado a aparecer en su puerta con esos hoyuelos y sonrisa de tonto que se cargaba. Pero también estaría siendo un vil mentiroso si decía que no tenía ganas de pegarle en esos momentos.

¿Quién mierda se pone a hacer torres con las cajas de las despensas?

— Seungmin, deja ya — Regañó, cruzando sus brazos mientras lo veía muy entretenido jugando con las cosas de su cocina — Si tiras algo tendrás que limpiarlo, y reponerlo.

El pelirosa solo rodó los ojos, ignorando completamente las palabras de su mayor, tratando de obtener la concentración máxima para dejar una caja de mezcla para pancackes como pilar para el siguiente piso.

— De todas maneras, ¿para qué las necesitas? Ni siquiera sabes cocinar — Se burló el menor, sacando un poco la lengua de entre sus labios como si eso le ayudase a estar más enfocado en lo que hace.

Jeongin llevó su mano a su corazón, y su boca se abrió con incredulidad. Ese mocoso, era un completo descarado. Como osaba a decir aquello... o sea, él sabía que era un pésimo chef, pero no necesitaba que se lo recordaran, gracias.

Fireman ❁ HyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora