♡: CAPÍTULO II - TOAST

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Era un viernes por la tarde. De esos en los que te da pereza hacer cualquier cosa, respirar te aburre y los programas televisivos emitidos tienen una calidad dudosa, que no divierten a nadie que tenga un mínimo de sentido del humor. Por favor, aquellos chistes parecían sacados del repertorio de comedia mala que usaba su tío Seokjin en cada reunión familiar.

Mientras estaba recostado en su sofá de gamuza beige, que amaba tanto por lo suave y cómodo que era, en el que podría pasar su vida entera, realmente toda su vida, reflexionaba sobre su existencia. Como un vago de esos que salen en las películas, comiendo frituras frente a la pantalla plana de su sala, pensando en nada y mirando el todo.

¿O era al revés?

Bueno, no importa realmente. Parecía un flojo de una adult comedy, a excepción de que él no estaba gordo, ni usaba ropa sucia, y su hogar no parecía una tétrica y lastimera habitación con luces bajas y desorden por doquier.

El castaño era muy organizado en lo que su departamento respecta, manteniéndolo lo más limpio posible, bonito y con un aroma a manzanas debido al ambientador que su primo le había regalo en una de sus visitas.

"Así tu departamento ya no tendrá olor a desesperación" había dicho el mocoso ese. Y aunque Jeongin quiso pegarle, se abstuvo a hacerlo porque sinceramente le había gustado mucho el regalo.

Colores armoniosos y vivos decoraban su residencia, siendo él mismo el que elogio las bonitas decoraciones que adornaban el lugar. Su madre se sorprendió de la notoria ausencia del negro, siendo que su pequeño había tenido su etapa de emo dark cuando rondaba los quince años.

Ahora con diecinueve primaveras estaba en la fase de friki amante de los videojuegos y arcoíris over1000. Y bueno, la mujer prefería eso a tener a su hijo pidiéndole zapatillas con calaveras, o pintándose las uñas de tonalidades oscuras mientras escucha música que en su opinión solo son gritos desquiciados de alfas y betas zafados de tornillos.

Tenía un gusto muy bueno para la ropa, vistiendo y luciendo como uno de sus chicos sacados de las búsquedas de "ropa aesthetic" en Pinterest, mezclando el estilo grunge con un poco de todo. En ese aspecto, Jeongin era un omega muy exigente con respecto a la moda.

Y sí, tal vez los abdominales en los que trabajó por un tiempo en el gimnasio se habían tomado unas vacaciones temporales, y su tableta de chocolate ahora estaba algo derretida, una suave y pequeña pancita estaba en el lugar de sus cuadritos, pero no estaba gordo.

Incluso Minho le había preguntado en broma si estaba embarazado cuando el menor se estaba cambiando frente a él. Jeongin solo puchereó y le lanzó todas las almohadas de su cama, formando un berrinche y diciéndole a su hyung que era un bobo.

El alfa pelinegro tuvo que ir hasta el supermercado a comprar las frituras picantes favoritas de su menor para que lo perdonara, y Jeongin le agradeció permitiéndole verlo disfrutar de su chuchería preferida.

Oh, que privilegio. Gracias, eres lo máximo.

Así que, de cierta forma, Jeongin tenía la actitud de vago televisivo, sin la apariencia, sí. Hay que decir que hasta el hecho de levantar el control remoto que se le había caído al suelo le daba pereza. Mano, que ladilla.

Pero bueno, todo aquello se debía a que estaba cansado por pasar toda la noche anterior estudiando para un maldito examen de la universidad. Para su satisfacción y en recompensa por su desvelada, había sacado la nota máxima, superando las expectativas del insoportable profesor.

Profesor 564732

Jeongin 4

Con ese sueño que llevaba encima no deseaba ni siquiera prepararse una cena apropiada para alimentar su estómago hambriento, por lo que recurrir a una bolsa de cheetos había sido su primera opción.

Bueno, en realidad había sido la segunda. En primera instancia hubiese optado por un delicioso ramen instantáneo, pero lastimosamente para sus papilas gustativas al señorito se le había olvidado comprar más de regreso de la universidad y en esos instantes no deseaba salir; por alguna razón inexplicable y mística aquella tarde su pijama se sentía sumamente confortable y cómoda, ni por locura se le ocurriría abandonar ese ropaje.

Aun así, su estómago reclamaba comida real, tal vez algo más adecuado que lo que llevaba rato ingiriendo.

¿Cereales? No, se le había acabado la leche en la mañana. ¿Delivery? Tampoco. Su billetera se había quedado en su casillero por accidente. ¿Pan tostado? Ding Ding Ding, respuesta correcta.
Con la poca fuerza de voluntad que tenía se estiró como un gatito en su lugar y se levantó, chupando de sus dedos el polvo naranja que le habían dejado los cheetos mientras caminaba a la cocina. Una vez allí, guardó lo poco que le quedaba de frituras en la alacena, buscando a su vez el paquete de pan en rebanadas.

Lo dejó sobre la encimera y desamarró el nudo que le había hecho a la bolsa para conservar el pan, sacando dos unidades de esta para volver a cerrarla. Buscó la mantequilla y con un cuchillo untó las rebanadas hasta que lo creyó suficiente, poniéndolas luego sobre la plancha de la cocina para que empezaran a dorarse.

Todo sería fácil si tan solo tuviera una tostadora, pero su mamá no incluyó eso en el mobiliario que le había regalo por el hecho de que de pequeño había arruinado el suyo. Es decir, ¿cómo iba a saber él que esa cosa se iba a dañar por poner galletas oreo y malvavisco dentro?

¡Él solo quería aprender a preparar nuevos dulces para su hyung! Gente sin ideas, Jeongin era la innovación en persona.

Y la verdad él tenía mejores cosas en las cuales gastar su dinero, como nuevas figuras de acción y los álbumes de sus idols favoritos. Mucho más importantes.

Mientras esperaba que el aroma a gloria lo inundase, revisar sus redes sociales, ojeando las fotos que subían sus compañeros de clases y los famosos, presumiendo sus alfas, omegas y relaciones bonitas. Tener una marca, alguien a quien besar, cariños permanentes y esas cosas de parejas eran cosas que a veces deseaba su corazoncito meloso y su lobo mimoso.

Él era alguien coqueto, que podía ligar sin problema en un bar o sonreír bonito a un chico lindo que notaba mirándolo en la universidad. Él podía, pero simplemente los alfas de su clase y cercanía eran demasiado tontos para estar con alguien como él. Tenía sus estándares.

En su tipo de hombre perfecto rondaba la imagen de cierto bombero que difícilmente salía de su cabeza desde la primera vez que lo vio. Con su profunda mirada oscura, su cabello negro carbonizado, labios besables y el delicioso color de su piel permanecían en su mente, junto a lo bien que se veía su cuerpo cubierto por ese traje rojo y ese casco...

Ah, recordaba todo como si hubiese sucedido la semana pasada.

Pero sin duda la pregunta del millón, ¿se vería igual de bien sin su uniforme puesto?

Tan solo esa idea lo hacía estremecerse y podía sentir como el ambiente calentarse, como ondas ardientes y... No era su mente, porque a su nariz llegó un olor a quemado.

Nuevamente la misma situación anterior, con la alarma siendo apagada por él antes de que la puerta fuese tocada y abierta, con las babas haciendo acto de presencia en su boca al contemplar el dueño de sus sueños.

— ¿Vienes de la pastelería? No recuerdo haber pedido un bombón a domicilio — Dijo sin pensar, recorriendo sin reparo con su mirada las perfectas facciones del otro.

Vibrante y seductora risa volvió a escuchar, quedando fascinado por ella justo como la primera vez. ¿Cómo un alfa podía ser tan jodidamente atractivo?

— Vengo por la alerta de incendio — Sonrió, levantando un poco la visera de su casco para ver al ajeno mejor — ¿Otro asesinato de manzanas? — Preguntó divertido, recordando lo que le había dicho el omega en su primera visita.

— Tostadas esta vez — Su mano encontró lugar en su nuca, rascándola con leve vergüenza y pena. Diciéndolo en voz alta era algo patético en su opinión — Lo siento.

— No te preocupes — Restó un poco de importancia, y al bajar su mirada por un instante no pudo evitar reír con ternura — Lindas pantuflas — Dijo observando los zapatos de ositos blancos que usaba el contrario, haciendo las mejillas de Jeongin enrojecer.

Finalmente, el alfa volvió a retirarse, pidiéndole de nuevo que tuviera cuidado en una próxima ocasión.

Pero la verdad, lo único en lo que podía pensar el castaño era en sus mejillas hervir debido al comentario del alfa, además de la palabra próxima en su oración.

Oh, por supuesto que habría una próxima ocasión.

Fireman ❁ HyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora