Capítulo 2: Segunda Nota.

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El joven de ojos ámbar estaba avergonzado. No, lo siguiente.

La idea de la rosa había funcionado como esperaba. Al pelinegro le había gustado su regalo. Ver la sonrisa en el rostro de él mientras sostenía la rosa en sus manos podía confirmarlo.

Las mejillas de Xiao automáticamente obtuvieron el color de un tomate. Es la primer ves que le expresaba a alguien algo de lo que pensaba y eso lo avergonzaba fuertemente. Aunque fuera en un simple papel.

Aun así, ver la felicidad de ese joven con trenzas lo impulsaba a seguir con aquel plan. No importaba las burlas que había recibido de sus amigos, o su propia vergüenza, continuaría expresando su amor a través de anónimos.

Al principio pensaba únicamente dejarle cortas notas, sin más. Pero cuando iba caminando en dirección a la universidad, vio a una señora vendiendo rosas a uno de los costados de la calle y pensó que talvez añadir una rosa sería una buena idea. Así que eso hizo.

Pero ahora no quería repetir la misma acción con otra rosa, quería entregar la segunda nota con algo diferente.

Ya era un nuevo día, tenía la nota lista, pero aún le faltaba anexarle el regalo.

Se encontraba en camino a la universidad, iba tarde, cosa que no era normal en él. Xiao es la persona más puntual que existe en absolutamente todo. Pero hoy se había tardado más de la cuenta en escribir la nueva nota (más que tardar, había escrito y arrugado el papel en repetidas ocasiones porque no lograba expresar lo que quería).

No tenía tiempo ya para desviarse y buscar el regalo; pues sin darse cuenta, ya se encontraba caminando por los pasillos de la universidad. Cruzó la cafetería, detrás del mostrador vio a la chica con la que hablaba de vez en cuando, entonces una idea se le ocurrió.


~~~


La primera clase del día había terminado. Venti se reunió con su grupo de amigos para dirigirse a la cafetería del lugar, pues tres de ellos no habían desayunado ese día, incluido el pelinegro. Nunca solía saltarse los desayunos, pero, al ver que se le estaba haciendo tarde (más de la cuenta), prefirió pasárselo y no llegar tarde al examen que tenía ese día.

El estómago de los tres jóvenes rugía fuertemente. Aether, el único que había desayuno, los miraba con cierta burla; parecían almas en pena.

Se acercaron casi arrastrándose a la tienda del lugar y, en cuanto la encargada vio al joven con trenzas, le pidió que se acercara a ella por la puerta trasera. Todos se miraron con duda, pero el joven de ojos turquesa aceptó ir con ella.

Al regresar, sus tres amigos lo vieron bastante sorprendido, dos de ellos con baba escurriendo por sus bocas, pues Venti traía en sus manos un pequeño plato con una porción de rollitos de jade junto a una nota. Al parecer, alguien le había dejado ese regalo con la encargada de la cafetería. Casi coincidiendo con el hecho de que él no había desayunado y aquel plato resultaba ser una salvación.

– Ven, enserio, no puedes tener mejor suerte. – comentaba Benett con algo de tristeza, pues mientras Venti comía, ellos debían esperar a ser atendidos para poder comprar algo. – y encima no tienes que hacer una jodida fila –

– eh, callate – reprochó el joven de trenzas tomando otra porción de esos rollitos de jade.

– ayer fue una rosa, hoy un desayuno, ¿qué será mañana? ¿Un peluche? – comentó el albino con diversión.

El de ojos turquesa solo se encogió de hombros. Disfrutaba mucho de ese desayuno, quien sea que se lo había regalado, le había salvado de una dolorosa muerte por inanición, según él. Pero le pesaba un poco el hecho de no poder agradecerle, porque nuevamente, la amable chica que le dio el regalo tampoco quiso decirle de quien había sido.

Era curioso, pero talvez tenía la primera pista de esa persona: es el hecho de que, al igual que el pelinegro, también se tomaba el tiempo de conversar con los trabajadores de la universidad; además de tener en claro que estos mismos trabajadores conocían al de ojos turquesa. Porque de lo contrario, jamás hubiesen sabido que las notas iban dirigidas para él precisamente.

Pero ¿Quién más a parte de él se toma la molestia de hablar con los mayores del lugar? No muchos lo hacían, pero si algunas personas. Por su mente pasó una en particular, uno de los amigos de la pareja de Aether. Pero rápidamente desechó esa idea, pues no creía que alguien como Xiao podría fijarse en él.

– Aether! – un gritó sacó al pelinegro de sus pensamientos, se trataba justamente de la pareja de su amigo junto a su grupo, en el que venía precisamente el pelinegro de ojos ámbar en quien momentos antes estaba pensando. Al fijarse en ellos. Pudo notar como Xiao veía a otra parte, más específicamente al suelo, con las manos metidas en los bolsillos de su abrigo de cuero negro, el ceño completamente fruncido y un ligero rubor en sus mejillas (en realidad tenía la cara complemente roja, pero para Venti era solo un ligero rubor).

Definitivamente Xiao no podía haberle enviado esas notas. Aunque deseaba que fuese él.

La nota, esta vez descansado en el bolsillo del pantalón de Venti, tenía escrito otro corto mensaje:

"¿alguna vez te han dicho que tienes unos ojos preciosos? Me pierdo en ellos cada vez que los veo. Y la verdad, me gusta hacerlo." 

Anónimos || xiaovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora