Prólogo.

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Algo en su mirada no me gusta. No me gusta en lo absoluto. Esto está yendo por muy mal camino, mi intuición me lo dice.

Hago la pregunta con la esperanza de que la responda bien.

—¿Sabes cómo me llamo?

Mis manos sudan, y me siento muy nerviosa.

—¿Tú? —Asiento.

Él duda un momento, quiero saber la respuesta, pero por otro lado me aterra saberla.

«¿Y si me dice que no me conoce? ¿Qué se supone que hago en ese caso?» Otra vez mi mente me traiciona.

—No... no lo sé... no sé cómo te llamas. Nunca te he visto —dice finalmente, y con esas palabras mi bote se hunde.

Mi corazón se rompe en ese preciso momento.

Mi pecho se comprime. Un nudo se forma en mi garganta. No puedo creer que esto me esté pasando.

Esto debe ser una broma.

Exacto, estoy de acuerdo conciencia.

—Esto no es gracioso —digo en un hilo de voz.

—No estoy bromeando, no sé quién eres.

Asiento. Me pongo de pie y salgo, con el dorso de mi mano me limpio una lagrima que baja por una de mis mejillas.

Busco con la mirada al doctor hasta encontrarlo. Me dirijo hacia dónde está él.

—¿Pasa algo? —dice él, preocupado.

Asiento.

Verano otra vez. [Terminada.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora