–Empuja de aquél lado– le digo a Bizcocho.
Ambos estamos en el restaurante abandonado, junto a las máquinas de refresco que están en la miseria, completamente vacías y llena de heces de rata y muchas, muchas telarañas. Me sacudo las manos, la sensación me da escalofríos.
Hay tres tanques, uno de ellos está abollado y vacío, otro está casi vacío, y el último es el bueno. O eso esperamos. Bizcocho es grande y fuerte, así que se encarga de mover las máquinas para que sea más fácil revisar la parte trasera.
Los tubos que conectan el tanque a la máquina están totalmente sellados con mugre y meses de descuido. Aun así logro ajustar la válvula lo más que puedo. Todo está helado, y me duelen los dedos.
Bizcocho me señala el tanque y luego a mí. Al instante comprendo lo que intenta decirme –Sí, tienes razón.
Retrocedo un paso y coloco bien mi pie izquierdo para que sostenga todo el peso de mi cuerpo, entonces levanto la otra pierna y le doy una patada potente a la manguera. El tubo sale volando y yo siento como el impacto del golpe recorre todo mi cuerpo.
Bizcocho toma el tanque –Que listo eres– le digo.
Ambos salimos y nos dirigimos al hotel. Ben nos espera en la puerta, está impaciente y tiene el ceño fruncido.
-¿Dónde?– le pregunto.
–En el ascensor, así será más fácil que alcance los pisos superiores.
Caminamos junto a Bizcocho, que deja el tanque sobre el piso oxidado del ascensor dónde más temprano estuvo Sullivan.
Me acuerdo de ella –¿Sigue ahí con él?
Ben asiente –No sé si me gusta mucho esta idea– murmura. Bizcocho lo observa, sus ojos dicen que está de acuerdo, que él también siente que algo anda mal –Verás, Bizco, esto vuelve a llevarme a la misma pregunta. Ondas electromagnéticas, tsunamis, plagas, aliens disfrazados, niños con el cerebro lavado y, ahora, niños con bombas dentro. ¿Por qué se complican tanto? Es como si quisieran pelea, o como si quisieran que la pelea fuera interesante. Eh, a lo mejor es eso, a lo mejor llega un momento de la evolución en que el aburrimiento es la mayor amenaza para la supervivencia. A lo mejor no es una invasión, sino un juego, como un niño que les arranca las alas a las moscas.
Puede que esté delirando, después de todo tiene fiebre, aun así no me gusta cuando se pone a hablar así. Es como si estuviese perdiendo la cordura poco a poco, aunque después de todo no puedo culparlo. Me acerco a él y suspiro –A mí tampoco me gusta pero es la única idea que hay, lo siento.
–Algo anda mal, lo puedo sentir...
Entonces escuchamos un ruido, y unos hilillos de polvo caen del techo. Viene de arriba, es como si algo hubiese chocado contra la pared con bastante fuerza.
Con Ben nos miramos –Bizcocho– le dice al niño, que se aleja del tanque –Cuida la retaguardia. Ice, tú vas al frente, yo te cubro.
Me acerco al mostrador y me cargo el fusil al hombro, Ben y Bizcocho hacen lo mismo y atravesamos la recepción en un abrir y cerrar de ojos. Subimos las escaleras y llegamos a la puerta que da al pasillo del primer piso, en donde Sullivan está con Walker. No hay señal de Dumbo, y no escuchamos ningún sonido además de las ratas.
–Bizcocho, te quedas aquí. Dispárale a cualquier cosa que no seamos nosotros– le dice Ben.
–También te deberías quedar aquí, estás herido.
El niega con la cabeza, e intenta avanzar pero me pongo adelante para impedirle el paso. –Es peligroso, entra cuando sea necesario, confío en ti.
Retrocedo unos pasos por el pasillo y cierro la puerta que da a las escaleras, con la mirada de Ben sobre mí. Al menos no se quejó, pero sé que me regañará por esto luego.
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La Quinta Ola - El mar Infinito (Ben Parish)
FanficSecuela de: La Quinta Ola - El Inicio (Ben Parish) Puedes encontrar la primera parte en mi perfil!! "Los Otros han arrazado con la humanidad, pero algunos pocos aún quedamos y todavía podemos luchar" .... Liv, Ben, Hacha y el resto del pelotón 53 ah...