Capítulo 01: Algo más.

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Despertó sintiendo mucho frío y se dió cuenta que estaba en medio de la plaza con la piel expuesta; desnuda. No recordaba absolutamente nada del porqué estaba en esa situación, pero debía irse antes de que alguien la viese.

Tomó lo que parecía ser su ropa y corrió unas calles que extrañamente parecían vacías, miró hacía el cielo y por dónde estaba situado el sol, imagino que pasaba del medio día. Frunció la frente y comenzó a cuestionarse que era eso que estaba pasando.

De pronto vió pasar a un niño a su lado y se percató que caminaba cubriéndose los ojos como si estuviese llorando, se preocupó.

—¿Estás bien? —Preguntó la pelinegra poniéndose en cunclillas a la altura del chiquillo.

No respondió. Solo se quedó parado frente a ella con el rostro cubierto.

» No te preocupes, no te haré daño. Quiero ayudarte. —Volvió a decir.

Una risa escandalosa y casi perturbadora resonó de la garganta del niño, lo miró extrañada.

—¿Crees poder ayudarme? —Cuestionó el que para ese punto, no se escuchaba indefenso o asustado.

—Solo dime...

Alyssa sentía el calor del pavimento en las plantas de sus pies, pero no tenía sentido que lo sintiera sobre ellos, bajó su vista y algo viscoso, caliente y rojiso cubrían de a poco sus dedos. Aterrada miró al niño de nuevo, la sangre brotaba por entre los dedos de sus manos y caía lentamente.

—Ellos dicen que debes irte. —Anunció el chico, aún con la cabeza gacha. —No sabes estar aquí.

—No sé de qué hablas. — Dijo la pelirroja confundida. —Debo llevarte a un hos...

—No seas ridícula. —Rió él. —Ni siquiera sabes que estás aquí ¿Verdad?

—Es que yo no sé que está pasando ¿No necesitas ayuda?

—Queremos que te vayas.

—¿A dónde? ¿A casa? Porque no sé porque estoy acá.

—Niña ingenua, y los otros creen que puedes hacerlo.

—¡Basta! No sé que tanto balbuceas, necesitas ayuda, creo que estás delirando. Te llevaré ahora. —Alyssa lo tomó de la mano y lo jaló hacía sí misma.

El pavimento tembló debajo de ella y alarmada corrió con el que se suponía era el niño, pero cuando todo paró, nadie estaba a su lado. Pronto se dió cuenta que seguía desnuda, así que procedió a seguir corriendo hasta la zona dónde se encontraba su casa.

La tierra volvió a sacudirse y está vez fue con tanta fuerza que la hizo caer y golpearse la cabeza, su vista se nublo y escuchaba un sonido agudo en sus oídos, aún atónita, se levantó y siguió avanzando hasta que no pudo más. Pero la razón no era su fuerza o cordura, algo le impedía seguir, como si un campo de fuerza la rechazará al dar un paso al frente.

Enfocó la vista en una sombra que se iba esclareciendo y pronto una mujer apareció frente a ella con lo que parecía evidente preocupación.

Princesa InfernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora