Capítulo 02: Extraños sucesos.

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Se despertó de manera abrupta cuando un trueno hizo retumbar su habitación, un poco agitada se talló los ojos desperezandose y dió un leve bostezo.

La corriente de aire la hizo estremecer y ahí es cuando se dió cuenta que había dejado las ventanas abiertas, por ello se había escuchado más fuerte la tormenta. Se levantó sin ganas y fue a cerrarlas, caminó entre la oscuridad con la intención de volver a su cama, pero se detuvo al ver una sombra sentarse frente a ella.

Un escalofrío le recorrió hasta la nuca dónde permaneció por un segundo más dejándola con un adormecimiento. Su corazón comenzó a latir con fuerza, muchos pensamientos cruzaron su mente y se acordó del lugar donde había dejado su móvil, no tenía escapatoria.

—Te ves tan frágil. —Comento una voz gutural y casi tenebrosa.

—¿Quién eres? ¿Cómo entraste?

—Facilmente podría quebrarte el cuello ahora mismo y creo que podríamos evitar muchas cosas. —Dijo haciendo caso omiso a lo que la chica le preguntó.

—No estoy sola en casa. Podría gritar y vendrían de inmediato. —Anuncio Alyssa fingiendo valentía.

—Eres tan... Humana.

La pelirroja siguió los movimientos de aquel sujeto y cuando pasaba por una tenue luz que se colaba por las cortinas, miró un par de ojos color fuego, como si fuesen rocas con lava en el interior, eso la perturbo.

—¿Q-qué q-quieres de mí? —Apenas pudo pronunciar esas palabras.

Una risa profunda y bestial resonó por toda su habitación y eso la hizo erizarse completa, odiaba eso, sentirse tan miedosa desde que lo vió ahí.

—No puedo creer que tú estés causando tantos conflictos. —Rió de nuevo, una risa sarcástico y superior.

—Yo...

—Sí, sí, tú no sabes nada y no sé de qué hablo. Vamos niña, desde acá puedo escuchar tus pensamientos fuerte y claro.

—No, no es p...

—No estoy aquí para tener una estúpida conversación aburrida. —La interrumpió. —Vine a decirte que tengas cuidado, no seas estúpida e imprudente. No queremos que te hagas daño antes del día esperado.

—Dime de qué hablas. —Solicitó Alyssa.

—No te pareces a ellos, pero que apetitosa te vesss. —Respondió haciendo caso omiso a su petición.

—¿Hablas de mis padres?

—No sabes nada, debo irme.

—Pero tienes que decirme, no entiendo. —Dijo mortificada.

—Ese no es mi asunto humana.

—¡Exijo que me digas!

Cada parte de su cuerpo —aunque no sintiese—, tembló con esas palabras, por siglos no había presentado tal terror y de pronto esa voz lo hizo sentirse insignificante y miedoso, las aves afuera, revoloteaban y trinaban, era algo extraordinario de presenciar. El hombre volteo a ver a la chica que se encuentraba con el ceño fruncido y parecía ajena a lo que había causado.

Princesa InfernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora