Capítulo 03: Plan ambicioso.

10 1 0
                                    

Tres meses atrás...

—¿¡Que quieres que yo haga qué!? —Gruño al tiempo que su nariz se fruncía en completo desagrado.


—Ya me has escuchado Nathaniel, no tengo que repetirlo, no eres estúpido.

—No lo soy Madre. —Casi escupió las palabras. —Pero lo que me pides me parece que sí lo es.

—Veo que juntarte con simples mortales te ha hecho como ellos, siempre ignorantes, siempre necios, siempre idiotas.

—No hay necesidad de ser tan dulce. —Dijo con sarcasmo, práctica que había adoptado de ellos; humanos. Y que se le daba bastante bien. —Lo que no entiendo es tu plan.

La mujer lanzó un bufido exasperada y se recargó sobre su silla de cuero rojo. No era precisamente la mujer más hermosa o inteligente que había de su especie, pero tenía algo que a muchos les faltaba: coraje y ambición. Era hija única. MUJER. Sus hermanos habían sido lo suficientemente estúpidos para dejarse acabar por la raza humana y eso le provocaba cierta aversión y recelo por ellos. Ella había hecho grandes cosas a lo largo de sus años en la tierra, había creado algo desde el inicio, lo hizo crecer y tenía gran poder y riqueza sobre muchos, pero quería más. Algo que lo heredó de la que se especulaba era la creadora de todos ellos.

—Nathaniel, no tengo que explicarte de nuevo lo importante que es para nosotros ¿Cierto? —Se levantó de su cómoda silla y en segundos llegó a lado de su hijo. —Lo hago por nosotros.

—Pero Madre...

—Basta. —Sentenció con los dientes apretados. Puso uno de sus dedos sobre el cuello de Nate, la sangre empezó a correr por el torso del chico y él solo pudo suspirar en señal de frustración.

—Lo haré, lo haré...

—Bien. —Es lo que dijo antes de apartar sus punteagudas uñas.

—Pero Evan...

—No te preocupes tanto por él, el viejo está tan obsesionado porque no se convierta en esto...—Se señaló a si misma. —...que no lo dejará hacer demasiado, nada que lo haga un monstruo. —Se rió maliciosamente. —Encuentra al humano y traelo. Solo eso te pido.

—De acuerdo. —Comentó resignado.

Nadie le hacía frente a esa mujer, mucho menos él, caminó hacia la puerta, pero a mitad de la estancia, su madre añadió: —Y Nathaniel... —Él volteo. —Ten cuidado. —Por un momento, por un mísero instante, Nate creyó que ella se preocupaba por su bienestar, que lo quería, que se mortificaria por él, pero su ilusión cayó cuando a la mujer se le oscurecieron los ojos y su voz sonó amenazadora. —Los humanos... Las humanas, pueden ser engañosas, es diferente de ahora en más como te vas a relacionar con ellos, no fraternices, no te en... No te intereses por ellos. —Finalizó carraspeando la garganta.

—Nunca lo haría Madre. —Y con eso finalizó su conversación.

Le esperaba un largo recorrido y Nathaniel no se caracterizaba por ser paciente, tenía mucho que aprender.

† † †

Su mirada cayó en esos labios carnosos y rosas. Suponía un deleite tenerlo frente a ella y tener el poder de tocarlo. Cada rasgo, cada relieve se fue grabando en la memoria de Alyssa.

Se remojó los labios tratando de ahuyentar la emoción que contenía, no podía creer la suerte que tenía, jamás pudo haberlo previsto, su corazón palpitada, al igual que su zona íntima y gruño con desespero.

Princesa InfernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora