De caparazón blando.

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Una mañana que para la mala suerte de Wriothesley, había comenzado de una manera poco inusual, en mal sentido claro. Por lo general, el profesor tiene que levantarse un tanto mas temprano antes del trabajo para hacer su rutina y después dejar a Sigwinne en la casa de Maime, para que así sus padres llevaran a ambas a la escuela poco después. Es un acuerdo que tanto los padres de Maime como Wriothesley tuvieron que conversar desde antes que Wriothesley comenzara a buscar empleo, para poder acoplarase a sus nuevos horarios laborales sin que chocaran con la escuela de pequeña. Los padres de Maime amablemente accedieron desde un principio, sin embargo, ese día en especifico, una llamada temprana de la madre de Maime le informó que su hija estaba enferma, y por lo tanto, no podrían recibir a Sigwinne el día de hoy. Esto dejó a Wriothesley con una situación donde no podía detenerse a pensar en una solución. Y así fue como terminó llevando a Sigwinne al trabajo.

—Dame cinco minutos papi ¡tengo que guardar todas mis cosas para poder ayudarte! ¡Te juro que seré la mejor asistente!—exclamó la menor con alegría. Pasó cerca de 20 minutos corriendo de un lado al otro buscando ropa, útiles escolares, y un par de juguetes ideales para la ocasión. Desde luego, fue una alegría que Wriothesley no pudo cortar por nada del mundo, al contrario, ambos estuvieron buscando en el ropero de la menor algo con lo que ambos se vieran combinados.

—No ¡papá! Esa camisa no combina con mi vestido—exclamo la pequeña justo después de haber escogido el vestido mas colorido que pudo haber encontrado.

Wriothesley tragó en seco al pensar que la niña no estaría en paz hasta que aceptara vestir una camiseta que resaltara más que un sol—En el trabajo tenemos que usar algo menos llamativo, cariño, pero así estas perfecta ¿no habías escuchado que la asistente siempre tiene que resaltar más que el profesor?

Los ojos de Sigwinne rápidamente se llenaron de alegría, la pequeña asintió conforme y juntos fueron a refinar los últimos detalles del hogar antes de iniciar su camino. Limpiaron la mesa, y luego se dirigieron al baño, donde Wriothesley ayudó a Sigwinne a lavarse la carita y a cepillarse los dientes.

Sigwinne se rió y abrazó a su padre, marcando así el final de la preparación mañanera. Ambos se miraron en el espejo, sonriendo, listos para enfrentar un día diferente en la universidad.

La pequeña estaba mas que emocionada por acompañar a su padre y, aunque no lo admitiría directamente, también estaba encantada de faltar a la escuela. Wriothesley, por otro lado, se sentía nervioso por lo que sus colegas y estudiantes podrían pensar cuando lo vieran llegar con una niña al instituto. No está en ninguna regla, aun así, es un detalle que considerando el control tan estricto bajo el que se dirige la universidad, algo le dice que puede meterse en problemas. No obstante, no tenía más opción, era ganar o morir en el intento.

La universidad cobraba vida a medida que los estudiantes llenaban los pasillos. Y para cuando llegaron, eran las horas con más vida dentro de la institución.

Sigwinne se aferraba a la mano de su padre, mirando todo a su alrededor con ojos curiosos, aunque temerosa de preguntar de qué se trataba todo. Algunos de los estudiantes la miraron con sorpresa, mientras que otros sonrieron ante su presencia. Wriotheley le dijo en mas de una ocasión que no se separara de él, y que todo estaría bien en tanto permanezcan juntos, a lo cual la pequeña le respondió con una hermosa sonrisa que le hizo a su padre motivarse a dar una clase estupenda.

Finalmente, llegaron al salón donde Wriothesley se encarga de impartir su materia. El salón ya estaba casi completamente lleno para cuando llegaron, el profesor miró a su hija y luego a la clase llena de estudiantes anticipando una explicación al por qué hay una pequeña escondida detrás de las piernas del profesor. Wriothesley tuvo que tomarse un momento para pensar bien cual sería su siguiente movimiento.

Cambiando las Reglas ;; Wriolette AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora