Sigwinne se hallaba en el asiento trasero del automóvil, Wriothesley podía verla a través del espejo retrovisor; sonriente y radiante de felicidad, abrazando su peluche favorito que resultó ser una estrella de color azul. Sus ojos chispeantes de emoción eran imposibles de ocultar u omitir, la pequeña era sencillamente la que más estaba emocionada por los recientes acontecimientos.
Ambos esperaban a que cierto director saliera de la universidad para ir juntos a cenar. Mientras, Sigwinne no podía evitar compartir sus pensamientos con su padre.
—Papá, ¿crees que realmente haga sonreír al príncipe?— preguntó, sus ojos grandes como platos, observando a su padre en busca de una respuesta.
Wriothesley le sonrió con ternura y le revolvió el cabello.—Estoy seguro de que lo harás. Si solo eres tú misma, cualquiera podría estar feliz de solo verte.
Sigwinne asintió con determinación.
—Haré todo lo posible, ¡porque el príncipe debe sonreír!
Wriothesley se sintió conmovido por el compromiso de su hija. Sabía que Sigwinne estaba decidida a alegrar el día del director y Wriothesley no creyó que fuera buena idea detenerla, después de todo el profesor mismo no podía ocultar que compartía la misma preocupación que su hija. Esa fue la misión bajo la que habían estado actuando gran parte del día; encontrar al príncipe, titulo y seudónimo creados por la misma Sigwinne.
Ambos autos comenzaron a avanzar poco después. Wriothesley junto a Sigwinne cantaban canciones de IU, artista favorita de la niña, para matar un poco de tiempo de camino. Las calles iluminadas de la ciudad, la luz de las farolas titilaba mientras una tenue llovizna seguía cayendo. Wriothesley, aún concentrado en la carretera, lanzaba miradas rápidas por el espejo para verificar que el auto de Neuvillette aún fuera detrás de ellos. Cuando menos pudo controlar su inconsciencia, el hombre se vio pensando una vez mas en su superior. Recordó como todo comenzó esa misma tarde tras la reunión que tuvieron, fue ahí donde Wriothesley no necesitó mas que una sola mirada para darse cuente de la fatiga en la mirada de su superior, esa ausencia de chispa que siempre solía acompañar el azul grisáceo de sus ojos. Wriothesley había pasado suficiente tiempo con el director para darse cuenta de que no era un hombre que mostrara fácilmente sus debilidades, y ese breve vistazo de agotamiento lo había dejado pensando aún después de terminar su jornada.
Sabía que Neuvillette tenía la reputación de ser un hombre estricto y profesional, siempre manteniendo su compostura. La idea de que alguien como él estuviera atravesando momentos estresantes era intrigante. Wriothesley consideraba que el director tenía la fortaleza suficiente para lidiar con las tensiones y presiones, pero también sabía que incluso las personas más fuertes podían necesitar un respiro de vez en cuando.
Recordando la conversación con Sigwinne, sonrió mientras pensaba en el deseo de su hija de hacer sonreír al príncipe inmediatamente después de haber escuchado el por qué Wriothesley no la había llevado con él a aquella reunión. La inocencia de la niña y su deseo de traer un poco de alegría a Neuvillette lo habían conmovido profundamente. Por eso habían pasado gran parte de la tarde buscando al director, en vano, hasta que finalmente, lo encontraron bajo la lluvia.
En ese momento, mientras conducía hacia el restaurante que acordaron, Wriothesley decidió que haría todo lo posible para que la cena fuera una experiencia agradable para sus dos acompañantes, ya que también considera que el director puede sentirse un poco invadido si dejase a Sigwinne tomar rienda suelta.
Justo como se imaginaba, apenas estacionaron el auto, Sigwinne brincó fuera para interceptar a Neuvillette saliendo del suyo propio. La menor le ofreció guiarlo dentro para conocer el lugar juntos. Aunque Neuvillette seguía luciendo pensativo, su típica vestirme de traje azul marino y porte impecable hacían que solo fijándose en los detalles se lograran ver las pequeñas gritetas en la estructura. La expresión del director parecía haber cambiado sutilmente. A medida que avanzaban, la mirada de su superior comenzó a suavizarse un poco, y una ligera, casi imperceptible sonrisa, se formó en sus labios cuando escuchó la voz animada de Sigwinne comentando una vez mas lo hermoso que era su cabello.
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Cambiando las Reglas ;; Wriolette AU
FanfictionNeuvillette, el director de la prestigiosa Universidad de Luminares, era conocido por su carácter serio e inquebrantable. Su vida estaba dedicada a la academia y al estricto cumplimiento de las reglas. Sin embargo, su mundo daría un giro inesperado...