3- Es

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• Escenas fuertes y lenguaje vulgar.

• Se recomienda discreción.


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Ni bien salió de la residencia Uchiha el de ojos jades comenzó a vomitar en la acera, sus ojos están rojizos de tanto haber llorado y su respiración es algo errática.

«Ya no más... Por favor»

Unas manos le acariciaron la espalda con dulzura haciéndolo exaltar.

-¿Estás bien?- una voz femenina se escucho a su lado, el chico asintió con la cabeza no muy convencido antes de volver a vomitar.
-¿Estás seguro?- esta vez el Haruno negó en respuesta.
Después de algunos minutos por fin logro estabilizarse y miro con curiosidad a la persona que se quedó a su lado mientras devolvía el estómago.

-No es necesario que te quedes, ya estoy mejor. Gracias- Murmuro tímido limpiando la comisura de su labio, la fémina le tendió una botella con agua.

-¿Puedes andar tú solo?-

-Si- respondió a duras penas, su garganta le arde un poco y su cabeza le duele como el infierno.

La muchacha se fue dejandolo solo una vez más, a paso lento el Haruno llego a su casa. Su hogar.

-Se supone que papá regresa hoy- le dijo a la nada observando fijamente una foto familiar. Su padre Kizashi lleva como un mes fuera en un viaje de negocios tal y como siempre a pasado.

-¡Sayako amor!- el nombrado dio un respingo al escuchar una voz en la casa. -¿Ya llegaste?, ¡Te deje la cena en la cocina!- el pelirrosa fue a cepillarse los dientes antes de bajar para degustar la comida que le preparo su madrastra.

La mujer que a estado en su vida desde que tiene seis o siete años de edad, Yume Akimura es el nombre de quién prácticamente lo crío. Tiene unos treinta y nueve años, cabello largo y morado con unos ojos azules que te roban el aliento y ni hablar de su cuerpo, el cual es voluptuoso y sensual el sueño de cualquier hombre así que tal vez por eso su padre se interesó tanto en ella. 

Después de comer el muchacho metió su mano en uno de los bolsillos de su pantalón para sacar una pequeña píldora blanca, la miro por largos segundos hasta que finalmente la metió en su boca y dejo que se deslize por su lengua hasta su garganta. Casi al instante hizo lo mismo con una segunda pastilla.

Eso es lo único que calma su dolor...

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Yume está en la ducha dándose un relajante baño, el agua cae desde su cabeza hasta la planta de sus pies perdiéndose en el valle de sus senos dándole un aspecto tan sensual que haría babear a cualquiera.

-¡¿Que carajos?!- grito escandalizada al sentir unas manos tomando sus pechos con posesión. Una boca se cerró sobre su cuello dándole una mordida sutil sacándole un suspiro. Yume sonrió con satisfacción antes de librarse de agarre solo para encontrarse con su apuesto hijastro completamente desnudo y mojado, las gotas de agua caen por todo su marcado abdomen y sus tonificados brazos.
Aunque su sonrisa murió un poco al notar las heridas nuevas y sus ojos totalmente perdidos, con las pupilas dilatadas, casi al instante el pelirrosa se abalanzó sobre ella para besarla con exigencia.

-¿Estás drogado?- pregunto sería, el muchacho le regaló una sonrisa vacía antes de apretarle una nalga.

-¿Eso importa?- le devolvió la pregunta con tranquilidad, la fémina no pudo evitar que sus ojos viajen hacia la ya erecta entre pierna del adolescente. Para sus dieciocho años Sayako es un joven muy bien dotado.

-La verdad, no. No me importa siempre y cuando me cumplas como se debe. Puedes meterte lo que quieras- la mayor le regaló una asquerosa sonrisa. -Es muy divertido cuando cooperas y participas en esto- tras decir eso lo beso con lujuria dejando que su lengua se adentre en la boca del más joven, el Haruno apenas le correspondió.

Así a sido toda su vida, una porquería llena de abusos y maltratos.

Una vida siendo violado por ella...

Sayako tomo a la mayor por la cintura haciendo que enrolle sus piernas sobre su cadera dejándole vía libre a su erección de frotarse contra su intimidad, para algunos ese acto podría ser muy erótico y sensual pero para él. Solo es aberrante y sucio, es enfermizo.

-¿Que estás esperando?- el murmullo de la fémina sobre su oído lo saco de sus pensamientos, con algo de brusquedad el joven la penetró haciéndola gemir alto. Las uñas de Yume se clavaron sobre la espalda del pelirrosa dejando nuevas marcas, si alguien viera la espalda o su abdomen notaría gran cantidad de cicatrices debido a los abusos que a recibido a lo largo de los años.

Los gemidos y jadeos no se hicieron esperar, el Haruno escondió su cara en el cuello de la mayor mientras mueve sus caderas con rapidez intentando llegar a la liberación, un orgasmo sin ningún tipo de placer para él.

-Por Kami, eres tan bueno en esto- jadeo la pelimorada casi al borde del éxtasis.

-Todo gracias a ti- contesto el muchacho con cierto resentimiento, pero la mujer lo ignoró por completo solo cerró los ojos dejando que su tan preciado orgasmo la golpeé. El cálido semen del Haruno baño su interior una vez más.

-No creo que esa niñata sea mejor que yo- susurro sería contra los labios del de ojos jades antes de besarlo con demanda, Sayako cerró los ojos intentando calmar las ganas de estrangular a esa perra.
Las manos de la mujer se dieron el lujo de jabonar todo el escultural cuerpo del muchacho quien está tan drogado que ya ni siquiera le presta atención, solo está ahí viéndola con sus pupilas dilatadas y emite algunos gemidos por lo bajo.

Aún puede recordar la primera vez que lo vio, ese pequeño pelirrosa de tan solo seis años. Tan lindo y tan tierno, con sus ojitos jades y sus mejillas regordetas fue como ver a un ángel inocente y puro.
Un lado morboso despertó en ella casi al instante y aunque quiso aplacarlo de alguna sucia manera acabo sometiendo a su hijastro de siete años.

Al principio solo lo abrazaba mucho sintiendo su dulce aroma y sus risitas adorables, alimentando su enfermo fetiche. Pero poco a poco todo fue subiendo de nivel.
Su primer beso se lo robo a los diez años, junto con algunos manoseos indecentes, hasta que los toques se volvieron más y más sucios llegando al nivel de obligarlo a ser masturbado a los once años. Jamás olvidaría sus ojos llorosos y las súplicas seguidas de gemidos tímidos y la vergüenza de ser tocado de esa manera.
Eso desató en ella su lado más oscuro y perverso desde ahí no hubo vuelta atrás.  

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La gran cama matrimonial rechino por los movimientos brutales que hacen los individuos que están sobre esta, una vez más los gemidos, jadeos y palabras sucias abundan en el lugar junto con algunos quejidos de dolor.

-¡Ah!, ¡Por Kami!, ¡No importa cuánto te coja siempre estás tan apretado!- sobre el desnudo cuerpo boca abajo del Haruno se encuentra un hombre de unos treinta y cinco años con cabellos violetas y ojos verdes. Kei Akimura es el hermano menor de Yume y también es parte de la tortura que sufre Sayako, prácticamente desde los doce o trece años que ese horrible sujeto abusa de él sin ninguna compasión.

La primera vez le dio una bofetada tan fuerte que le rompió el labio justo antes de obligarlo a practicarle sexo oral mientras su madrastra solo observaba todo con morbo, hasta los besos de Kei son perversos y sucios llegando a robarle el aliento al muchacho de hebras rosas.

-Ya casi- susurro el joven sintiendo las embestidas en su interior, lleva tanto tiempo sufriendo eso que para él es algo normal. Hasta tiene un horario específico que cumplir con los hermanos Akimura.

Su madrastra y su tío.

Su vida a sido siempre así, una porquería llena de violaciones, insultos, golpes y humillaciones. Tal vez por eso no le importó que Shiro lo engañe todos los días.

Por qué él hace lo mismo.

Aunque no de manera consensuada.

Su vida es un infierno.

Cayendo Al Abismo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora