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Un año después.
Canadá.

—Gracias. Estaré pensando en su propuesta, señor.

Deshice la sonrisa que había formado cuando salí de la oficina y me dirigí al ascensor para largarme a mi departamento.

Aprendí a vivir sola en esta ciudad, ya que Haein se quedó en el norte por su trabajo y por su novia, obviamente. En cambio yo, conseguí un trabajo cuando llegué aquí y me conformé con lo simple que es ser una secretaria de una pequeña empresa.

En cuanto a mi estado emocional, no la pasé bien debido a mi problema con Roseanne, incluso un conocido de Haein recomendó que fuese a terapia porque la "limerencia" podía invitarme a hacer locuras .

Limerencia.

No sabía lo que había detonado algo así, pero... no se hubiese pasado si Haein no me fuese traído con él.

Tampoco sabía que algo así existía.

Mis padres se enojaron conmigo, incluso declararon que no tenían hija desde ese momento que Haein no me dejó ir con ellos, así que desde ese instante aprendí a la fuerza a ser independiente, y no fue fácil, pero lo logré.

Haein no permitió que se comunicaran conmigo, absolutamente nadie de los que me hacían daño. En algún tiempo llegué a creer que era él quien me manipulaba, pero después no era así.

Mi amigo solo me estaba protegiendo.

Siempre recuerdo a Rose, de su vida y cosas de las cuales estaría haciendo... con su esposa.

Me fuese gustado tener los cinco sentidos cuando estaba con ella para preguntarle que era lo que sentía por mi, y porqué engañaba a la persona que tanto decía amar.

Tener el valor para preguntarle si aunque sea me tenía un poco de cariño por los años que nos conocimos.

—Buenos tardes, turtle.

—Hola, Jennie. Llegaste temprano. —dije a mi compañera de cuarto.

Jennie era una hermosa coreana que llegó aqui con pocos recursos para rentar un apartamento, y fue una completa casualidad conocerla hace unos seis meses en el metro.

Me recordó mucho a un gatito perdido, y a mi mascota Dalgom que tenía medio año sin verle. No sabía decir el porqué, pero el término gatito se relaciono a mascotas.

Y Jennie Kim era como yo, excepto con una vida más armoniosa que la mía, ya que ella tenía libertad. Lo único que la llevó hasta aquí fue que sus padres querían mandarla con su familia en Nueva Zelanda que ella apenas soportaba.

Es una chica encantadora y tierna. Nos hicimos amigas desde que le ofrecí pagar la mitad de la renta de mi departamento. Bueno, ella se ofreció hacerlo y yo no quería tener insistencia en algo que parecía perdido.

—¿Aceptaste la propuesta?

—No, aún no —torci el gesto cuando enarcó la ceja. Me había mencionado que el trabajo era una buena oportunidad para ganar y aprender más, pero no quería comprometerme en algo que... apenas y llevaba a cabo.

Podía estar llevando mi vida tranquila y sin sufrimiento, pero... no dejaba de preocuparme por Roseanne Park. Y no quería que un trabajo me quitará el tiempo que tenía para pensar en ella.

La limerencia había desaparecido, pero mi amistad por ella no. Le debía mucho. Lejos de lo que me había hecho, Roseanne me había liberado de las mentiras de mis padres.

—Le darán la oportunidad a otra y te arrepentirás.

—Lo decidiré antes de la fecha que me impusieron. —hablé con pocos ánimos.

A Tu Disposición | Chaesoo (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora