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El pasar de los días eran tranquilos. No podía decir que me había acostumbrado a su compañía, pero no me sentía tan incomoda.

Habían pasado ya mas de tres días que Jennie me propuso irme, y Haein también me recomendó que era lo mejor, sin embargo, la terapeuta decia que debía enfrentar lo que estaba pasando para que superara lo que sentía por Roseanne.

Debía demostrar que podía manejar mis sentimientos como yo quería, no como ellos le apetecía.
Y por eso no me había decidido aún.

En parte tenía razón, un poco. mi nerviosismo al tenerla cerca había disminuido un poco y yo hacia lo posible por tratarla como una verdadera desconocida.

Aunque... me estaba intrigando que la encontraba en las madrugadas sudorosa y sentada al borde de la cama, casi a la misma hora que yo me despertaba en las madrugadas.

—Me voy. ¿Quieres algo en particular cuando traiga la cena? —acarició el dorso de mi mano con su pulgar, sonriendo de lado. Tambien había notado que Jennie era más afectiva cuando Roseanne estaba a nuestro alrededor.

—Lo que quieras tú está bien, Jenn.

Asintió con la cabeza, y se fue, pero antes de hacerlo dejó un beso muy cerca de mi boca. Causando que inevitablemente me sonrojara y que mis dedos tocasen esa área que sus labios habían rozado.

Se sintió extraño, pero tampoco me dio tiempo de refutarle porque ya se había ido.

Y lo segundo que llamó mi atención fue que Roseanne tenía su mirada fija en mi, como si estuviese examinandome de pies a cabeza.

Ustedes no son novias.

Fruncí el ceño cuando se puso de pie y lentamente se fue acercándome a mi, de la misma manera que yo iba retrocediendo porque no sabía qué carajos había dicho y porque tenía esa misma sonrisa maliciosa que la caracterizaba anteriormente.

Recibí punzadas cuando tenía la misma expresión que ponía cuando iba a follarme.

—No te me acerques. —suplique con la voz casi quebrada, reteniendo como podia las lagrimas que tenían al borde de mis ojos.

Estaba a solo centímetros de mi cuerpo por la pared que estaba detrás de mi y me impedía seguir retrocediendo. Podía oler esa loción que Jennie le había comprado para su cuerpo y ver de muy cerca esos carnosos labios.

Me había contenido bastante bien. Había reprimido esos sentimientos por ella, ¿Por qué demonios tenía que acorralarme?

—¿Por qué lloras, Jisoo? —senti sus dedos recorrer el mismo camino que mis lagrimas sobre mis mejillas.

No entendía que demonios decía.
Yo sólo intentaba mantener mi realidad intacta y no imaginar un mundo donde ella podía estar interesada verdaderamente en mi.

Era extraño. Ver a esta nueva Roseanne, era extraño. Su ceño estaba fruncido ahora y tomó parte de su sudadera para secar mis mejillas.

No voy hacerte daño.

—No te entiendo. —murmuré apenas cuando dejó libre mi espacio personal.

Como quería saber qué demonios decía con la misma facilidad que Jennie lo hacía.

Torció el gesto, rascando su nuca y tomó el nuevo móvil que Jennie le había regalado para que no estuviese aburrida, y para que se comunicará conmigo cuando fuese estrictamente necesario.

—Tu y yo... ¿ya nos conocíamos?

¿Como debía responder a esa pregunta? Jennie jamás me dijo que debía hacer en casos como estos, pero si lo pensaba bien y por mí bienestar mental... la respuesta estaba en mis putas narices.

A Tu Disposición | Chaesoo (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora