Daniela
No jugué bien en el partido contra los Houston Hornets. Habíamos ganado, pero no había sido gracias a mí. Supongo que de eso se trataba jugar en equipo. Definitivamente lo podían lograr sin mi.
María José había estado allí para mirar, pero no tuve la sensación de que hubiera estado muy interesada. Había estado sentada todo el tiempo, callada y desanimada cuando la encontré al lado del entrenador.
Sabía lo que le estaba pasando, por supuesto. Estaba embarazada de mi hijo y no estábamos juntas.
No pensé que haría feliz a ninguna mujer, pero ella era diferente. Al menos lo era para mí.
Me había enamorado. Tuve que admitirlo. Tenía que haber alguna forma de hacer que esto funcionara.
Estaba embarazada y era mi hijo, mi pequeño retoño. Cuando me enteré de la noticia, no sabía cómo reaccionar. No había pensado que algo así pasaría nunca. Debería haberlo considerado, con tantas mujeres que había tenido, pero la verdad es que nunca lo sientes hasta que te golpea personalmente.
Al principio no me había sentido lo suficientemente bien como para ser la madre de ese pequeño y que María José fuera su otra madre. Era el tipo de mujer que merecía que un hombre de verdad la cortejara, la sacara, le hiciera el amor, se casara con ella y yo no era nada de eso.
Yo era una jugadora que se la había follado varias veces y que esperaba dejarlo así. Se merecía más. De eso se trataba, la quería, pero ¿qué le estaba ofreciendo? ¿Una mujer que había estado con tantas mujeres que había perdido la cuenta? Claro, podría darle dinero, seguridad y todo eso, pero ¿qué quería realmente?
Sentí que no era suficiente. Podía empezar por mi propia imagen, que era malísima, ella más que nadie lo sabía. Y yo era una imbécil. Algunos días era mejor que otros, pero seguía siendo una idiota.
No, quería que María José tuviera lo mejor. ¿Y yo? Yo no era la mejor. Aunque, ser madre sonaba como algo a lo que me podía acostumbrar. Cuando veía a los niños, siempre fui paciente y me imagine siendo una buena madre, presente y cariñosa, siempre creí que le enseñaría a ser una mejor persona. Pero no tan pronto. Quería que fuera cuando estuviera lista. Cuando tuviera algo que enseñar, algo mejor.
Tenía un plan de diez años en el que me volví tan fantástica que prácticamente era otra persona. Supongo que conocer a María José me había empujado en esa dirección más rápido de lo que había planeado llegar.
—¿Vas a estar de este humor todo el camino a casa, o vas a hablar con ella?— Lucas preguntó a mi lado.
Le eché un vistazo.
—Déjame en paz, Lucas—, lo miré un tanto molesta, no por él, mas bien por mis propios pensamientos.
Agitó la cabeza. —Mira, mujer. Me sacaste de apuros cuando las cosas estaban en el aire para mí. No puedo hacer eso por ti aquí, pero quiero ayudarte. Y si realmente quieres ser feliz, irás a hablar con ella. Al menos trata de resolverlo.
Le fruncí el ceño.
—¿Qué te hace pensar que quiero estar con ella?.
Mi amigo se rio, moviendo la cabeza.
—Eres una idiota, ¿lo sabías? Estás huyendo de la única cosa que te puede hacer bien en tu vida. Pero lo sigues arruinando. Ve a hablar con ella. Sé que te has enamorado
Quería protestar, pero él tenía razón. Y me conocía lo suficiente.
—¿Y si ella no me quiere?— Le pregunté.
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Amor en Juego (Adaptación Caché)
RomansaYo me regia por una ley: Los clientes están fuera de la liga. Calle G!P