Poché
Abrí mi armario y miré a mí alrededor. No tenía nada que pudiera ponerme que funcionara para un baile benéfico de etiqueta. Había estado en un par de fiestas de clase alta con clientes, pero nada tan formal como lo de esta noche.
Nada de eso era algo como la imagen que quería dejar establecida ahora, tanto de Daniela como de mí. Si era así, definitivamente tendría que tener un armario de ropa increíblemente caro y elegante.
Necesitaba ir de compras. Marqué el número de Lucía. —Necesito de tu buen gusto y compañía—, le dije. —Tengo una cita importante y debo ir por algo elegante.
—¿Con quién?.
—Sólo un cliente—, le dije. —Pero necesito gastar dinero para presentarme como corresponde para la ocasión y lugar, así que estamos hablando de boutiques.
Mi amiga estuvo de acuerdo de inmediato, y la recogí de camino a la ciudad.
—Tenemos que ir a JDO Couture. Dijiste que necesitabas gastar dinero. Ese es el lugar para ir en una situación así.
Sonreí y dejé que ella me dirigiera.
Aparcamos y entramos en la boutique. Era el tipo de lugar que te hacía sentir como una diosa tan pronto como entrabas por la puerta. Una vendedora vino a nosotras con una amplia sonrisa enmarcada por unos labios de color rojo oscuro.
—Bienvenidas a Jus d'Orange Couture, señoritas. ¿En qué puedo ayudarles?
—Estoy buscando algo formal—, dije con una sonrisa en respuesta.
—Y sexy—, agregó Lucía. —Quiere verse deslumbrantemente sexy.
Miré a mi amiga. Su rostro estaba iluminado por el dios de las compras. Miramos por el lugar conjuntos hermosos mientras la mujer que nos recibió caminaba de un lado a otro recogiendo prendas y meditando respecto de colores y escotes.
Finalmente me trajo una serie de vestidos de mi talla, lo que fue impresionante porque no se la había dicho. Luego, me llevó a un camerino para probármelos.
—Así que, una cita con Daniela Calle , ¿eh?— Preguntó Lucía, sentada fuera, mientras me probaba la ropa.
—No es una cita—, dije, tratando de ponerme el primer vestido. —Son negocios. Es para ella. Si fuera una cita, sería para mí.
—Entonces, si son negocios, ¿A qué lugar vas a tener sexo después?
Agité la cabeza. —No voy a acostarme con ella—, contesté. —Es un cliente. Es la primera regla.
—¿Es tu regla o de la compañía?
Me di la vuelta y me miré desde todos los ángulos. Salí del camerino para enseñárselo a ella.
—No lo sé, pero eso no importa, para mi es ley—, dije, después de considerarlo. —De cualquier manera, no me acuesto con mis clientes.
Lucía agitó la cabeza ante el vestido. —No creo que este sea el indicado.— me miró mas detalladamente. —Desearías poder acostarte con ella, ¿verdad? Es una jugadora de fútbol. Puedo imaginarme cómo es su cuerpo. Qué buena debe ser en la cama, como atleta.
Me encerré en el cubículo del probador otra vez. —No seas ridícula—, contesté. —He visto lo que hay que ver, si ha sido un par de abdominales y un pene grande, eso sería todo. No es algo que no pueda encontrar en otro lado, con alguien que no sea mi cliente, repito.
Ella se rio.
Me quité el vestido y probé otro. —Además—, agregué. —Si es tan difícil entrar y salir de estos vestidos, no sé cómo voy a tener tiempo para llegar al sexo.
Se rio de nuevo. —Necesito perder unas diez libras para poder pensar en caer aquí dentro—, le dije.
—No, no lo harás—, protestó ella. —Los rellenas perfectamente
Mi amiga siempre decía que me veía bien tal como era, como una madre, más que como una amiga. Pero mientras me miraba en el espejo tuve que admitir que esta vez podría tener razón.
Nunca me puse vestidos tan elegantes, pero se veían correctos, ajustados a lo que Lucía siempre llama mis curvas de botín.
—Este es definitivamente el vestido—, le grité suavemente a Lucía, girando de lado a lado, inspeccionándome a mí misma, abarcando cada espacio visible como estaba segura de que Daniela lo haría más tarde.
—¿A qué hora te encuentras con ella?—, preguntó.
—Seis.
—Es temprano para la caridad, ¿no?
—Lo es. Necesitamos cubrir algunos detalles primero. Vamos a cenar—. Salí del camerino otra vez para mostrarle el vestido número dos.
—Juit Juiiuuuuu!
Ella imitó un silbato que yo podía decir fue por el hecho de que iría a cenar con Daniela, tanto como por el vestido que llevaba puesto, que realmente abrazaba todas mis curvas.
—¿Cenar antes? Y luego un romántico evento formal donde salvas vidas de niños pobres donando dinero a un ala del hospital. Suena como una cita para mí. Y sé de hecho que tendrás sexo después de eso.
Sonreí, moviendo la cabeza. No me ayudaba. Yo solo quería pensar que esto era laboral.
—Entonces, ¿este?— Le pregunté. —¿O tengo que seguir intentándolo? Esto es un trabajo duro.
—Creo que estás estupenda. Pero, ¿Qué te parece a ti?—, preguntó. —¿Cómo te sientes en él?
¿Cómoda? —Definitivamente estaba pensando que este era el elegido.
—Bien—, dijo ella. —Ambas estamos de acuerdo en eso entonces. Porque creo que Daniela no va a ser capaz de resistirse a poner sus manos sobre esas finas curvas tuyas.
Volví hacia un espejo y me miré de nuevo, sólo para estar doblemente segura. Necesitaría el par de zapatos perfectos y joyas elegantes para completar el look, pero se veía bien. Si Daniela tenía el traje adecuado, nos veríamos bien juntas.
Por supuesto, no se trataba de eso. Pero aun así, no haría daño.
Pensé que todas las chicas merecían una noche en la ciudad con una atleta guapa, rica y famosa.
Incluso una mujer trabajadora y liberal como yo.
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Amor en Juego (Adaptación Caché)
Storie d'amoreYo me regia por una ley: Los clientes están fuera de la liga. Calle G!P