chapter one

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El rostro de Kai salpicó en sangre, era una vista irreal y tortuosa para una muchacha de tan solo dieciséis años. Pero si la gente supiera por lo que pasó esa muchacha, celebrarían a gritos el asesinato de Jon el chupasangre y su tripulación.

La muchacha arrojó la espada cubierta de sangre al mar, en donde las memorias y experiencias del que alguna vez fue Jon, se perderían para siempre.

Se dedicó a observar alrededor. El barco estaba completamente teñido de rojo y hacía juego con el opaco color rojizo del cielo, el sol se ocultaba y Kai ya tiene que partir.

Todavía se encontraba muy lejos de parque Arlong, debía partir ya o no llegaría al amanecer.

Guardó todo lo que pudo en un saco. Pan, fruta, galletas, agua, dulces, e incluso la más mínima migaja de pan estaba ahí.

Tomó otro saco, viejo y desgastado para guardar ahí la prueba de su lealtad a su próximo y futuro amo.

No pudo evitar hacer una mueca, Arlong le parecía una de las criaturas del mar más desagradables que había conocido. No le desagradaban todas o tenía algo en contra de ellas. Su problema era con Arlong y su sequito con olor a bacalao.

Soltó jadeos mientras bajaba con una cuerda el bote en el que empezaría su viaje. Se escuchó un chapoteo al caer. Lanzó los sacos que iba a llevarse. Los remos ya estaban ahí así que no había ningún problema.

Dió una última mirada a los cadáveres que yacían en el barco. Y comenzando a asquearse por el olor que emanaban. Saltó.

Cayó de pie, el bote se tambaleó un poco, pero al cabo de un rato logró componerse. Ella se sentó, apartó el saco de comida y el otro saco a un lado.

Tomó los remos y comenzó a moverlos para avanzar, unos segundos después, el barco se comenzaba a verse más y más lejano y pequeño.

Hay una razón en especial por la que no quería escapar a su antiguo hogar, hay una razón por la que ahora la muchacha quiere trabajar para Arlong.

Esa razón se llama Nami. La chica de su edad que también era esclava de Arlong.

Luego de conocerse, Kai y Nami estuvieron viéndose debido a los constantes negocios que Arlong y Jon tenían entre sí. No obstante, la alianza no duró más de un año pues ambos jefes tuvieron sus diferencias y la alianza casi termina en una masacre.

Nami y Kai no se volvieron a ver en algún otro lugar más que en sus sueños. Esto a Nami le pareció muy extraño porque primeramente ella  ya no soñaba.

No desde que Arlong le arrebató los sueños. También le pareció extraño que estos sueños se sintieran tan reales, en los sueños podía abrazar a Kai y al despertar sentía el ardor de sus brazos envolviendola con cariño.

Y ella acurrucada en su pecho. Sintiendo la comodidad y alegría que no había sentido con nadie más que con Bellemere y su hermana.

Nami se sentía protegida en los brazos de Kai. Y esperaba volver a verla en otro lugar más que en sus sueños.

En sus sueños, Kai se dedicaba a besar a Nami en la cabeza. Darle caricias en la espalda. Besar el tatuaje que tenía en el brazo. Y ese tipo de cosas.

Hoy no dormiría, tenía que llegar antes del amanecer.

La joven movía los remos sin cesar. Estaba sudando, jadeaba, los brazos le ardían por el esfuerzo y el estómago le gruñía.

A pesar de tener comida, no había probado un solo bocado porque no había dejado de remar.

─¡Ugh! ─Ella soltó los remos, dejándolos en el bote. Tomó el saco y le dió un mordisco a una manzana que había agarrado.

EYES DON'T LIE ─ NAMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora