Los copos de nieve caían a cántaros adornando la bella y mágica ciudad de Seúl cuando apenas eran las horas de la tarde. En el azulado horizonte se podían entrever algunas nubes grisáceas que evidenciaban el clima frío por el invierno. Los faros encargados de iluminar las calles al anochecer llevaban sobre sí algunas bonitas luces que las personas entusiastas por la navidad habían decidido colocar.
Sí, aquí también es época navideña, queridos lectores; una navidad como la de nosotros: tiempos difíciles, problemas y procesos que nos retan a nuevas cosas. Pero especialmente era una navidad feliz, esperanzadora por un mejor porvenir y un futuro prometedor.
No han perdido la esperanza de que estaremos bien como tanto les mencioné en el pasado, ¿o sí?
—¡Se ha caído tu bufanda! —exclamaba Danielle agitada antes de detenerse y recogerla—. ¡Haerin! —gritó al ver que la mencionaba la ignoraba—. ¡La bufanda que te regalé!
—¡Gané! —fue lo único que la castaña exclamó victoriosa—. ¡Haerin... ganó! —alzó sus brazos.
—¡La bufanda! —corrió hasta estar frente a ella—. ¿O no la quieres más? —susurró con los ojos brillosos.
—Quiero... —asintió de inmediato subiendo su cabeza para que su contraria la colocará en su cuello.
Danielle sonrió aliviada al obtener una respuesta positiva, pues como tendremos muy claro: ella nunca había perdido esa sensibilidad e inocencia que siempre la caracterizó. Extendió sus manos hasta rodear el cuello de la castaña con aquella sedosa prenda, la cual era color negra: color favorito de Haerin. Seguidamente entrelazó aquello con extrema delicadeza y finalizó, no sin antes acariciar sus hombros, subir hasta sus mejillas y darle un corto beso en el puente de su nariz.
—¿Dulce? —susurró la castaña con un puchero infantil.
—Dulce... —susurró acercándose peligrosamente—. Dulce no —la empujó antes de correr; era la venganza por haberla ignorado cuando le dijo lo de la bufanda.
—¡Puppy! —gruñó antes de perseguirla por todo aquel bonito parque del cual tenemos hermosas memorias, ¿o no?
Es hermoso volver a saber algo de las dulces chicas del parque, ¿no? Tal vez podría contarles un poquito más. Habían transcurrido cuatro años después de aquel reencuentro en el parque, esa última imagen que tuvimos de dos chicas que se esperaron con paciencia, crecieron juntas y superaron ese pasado oscuro que muchos aún seguimos recordando por allí; cosa que ellas no, por supuesto.
Mo Danielle ahora tenía veintitrés años de edad. Kang Haerin veintidós. ¿Qué creen? Se habían mudado juntas sólo un par de meses atrás, cuando por fin pudieron conseguir por sí mismas las herramientas para lograr independencia total. Eran universitarias: Danielle había comenzado a estudiar periodismo. Haerin en cambio había encontrado una gran pasión por la informática.
Sí, seguían juntas hasta estas alturas, pero no crean que todo había sido color rosas, juegos y arcoíris por doquier. ¿Acaso alguna vez les hice creer que las cosas de la vida son así? Si me han leído con atención, sé que no.
Ellas eran dos jóvenes aprendiendo a vivir, disfrutando el sentido de la vida que finalmente sentían haber encontrado después de tales tormentas de las cuales fueron víctimas en su infancia y adolescencia. Claro, habían superado muchas cosas, pero eso no significaba que no siguieran viviendo complicadas situaciones. Créanme, la vida adulta no es lo que piensan.
Habían discusiones y malos entendidos muchas veces. Habían momentos de caos, frustración y desesperación. Habían caídas y fracasos. Había una vida real, tan real como sus altibajos.
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𝗦𝗪𝗘𝗘𝗧𝗡𝗘𝗦𝗦 | 𝖣𝖠𝖤𝖱𝖨𝖭
ФанфикDonde Danielle tiene un trastorno de déficit de atención e hiperactividad y Haerin es autista. « Entre tantas diferencias, algo encontrarían que las uniría » - Historia Daerin (Danielle Marsh x Kang Haerin). - ADAPTACIÓN. Todos los créditos a @dr...