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—¿Por qué no te vas pronto antes de que empiece el trabajo duro, Yoonji? —me preguntó Taehyung mientras rellenaba el termo de otro chico que permanecía atento a las galletas del mostrador

Esa era otra ventaja de trabajar en la pequeña cafetería, podíamos llevar alimentos preparados por nosotros y ponerlos a la venta. Tampoco me gusta alardear, pero la canasta pequeña de galletas de canela siempre quedaba vacía, eso me dejaba sumamente satisfecha.

—Quiero terminar bien mi turno, si se enteran que me voy antes me lo descontarán —le mentí alzando los hombros

Esa pequeña mentira hubiera sido creíble si tan sólo él no hubiera conocido a la única que había estado inundando mis pensamientos.

—Namyune —dijo mi compañero haciendo que la nombrada sonriera y se recargara en el mostrador sonriendo por lo evidente— tu café...

—Tienes exactamente un minuto para hacerlo, ni uno más, lo necesito ya

—¿Hasta cuándo dejarás de ser tan autoritaria, señorita Kim? —replicó siguiéndole la corriente, entregó el termo al chico y siguió con la orden de Namyune

Debí haberme quedado demasiado tiempo observando su perfil, no lo habría notado de no ser porque se giró a verme un instante, sonriendo de manera amigable con la intención de incluirme en ese momento.

Lo único que consiguió fue que me paralizara aún más y notara las hipnotizantes ondas que hacía su cabello al moverse. Deseé acariciarlo por un instante, lucía irreal, una proyección de los anhelos más profundos de mi ser y algo tan sagrado que no podría siquiera profanar con el tacto de mis suspiros.

—No dejaría de serlo incluso si reencarno en una abeja —dijo al final, tomando en sus manos un paquete de galletas, pagando a mi compañero el precio de estas y del café

Se retiró sin decir más, sin girar a verme a mi o Taehyung quien me señaló el reloj de la pared para indicarme que debía correr pronto. Lancé en mi mochila el mandil, la red que usaba para cubrirme la cabeza y salí por la puerta sin tener ningún pensamiento claro.

Namyune.

Era la primera vez que escuchaba su nombre, mis labios cosquilleaban al pronunciarlo y mi lengua no se despegaba de mis dientes con las ganas de decirlo una y otra y otra vez hasta grabarlo en sí misma.

Era fuerte y a la vez dulce, amargo y profundo. Una vez que mi garganta se apropió de él no lo quiso soltar más.

bitternuts [namgi fem]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora