CAPITULO 1 - PESADILLAS

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Hacía meses que se despertaba con la misma pesadilla, transpirando y sin aliento. Siempre sucedía lo mismo. Eddie hablando con él. Eddie sacudiéndose por el impacto de una bala. La sangre de Eddie salpicando su cara y el sabor metálico en su boca. Eddie mirándolo a los ojos sin entender qué pasaba. Eddie cayendo al suelo en un charco de su propia sangre. Buck mirándolo sin poderlo ayudar. Buck corriendo en el lugar sin alcanzarlo. Más disparos. Eddie moría en la calle. Nunca llegaba a él.

Ciertamente era algo normal tener accidentes en su trabajo. Ser bombero era riesgoso para cualquiera de sus compañeros, y muchos de ellos habían estado en diferentes situaciones peligrosas. Él mismo había sufrido una lesión en la pierna derecha hacía casi un año y medio en un llamado de rescate y había estado en grave peligro. Pero lo de Eddie había sido diferente.
Él fue víctima al azar de un francotirador. Ni siquiera estaban de guardia cuando decidieron ayudar a un grupo de bomberos que estaban atendiendo una emergencia en un departamento, pero como conocían a la mamá y al niño que vivían allí decidieron quedarse. Todo estaba tranquilo. Un minuto estaban corroborando que todos estuvieran bien y al siguiente, estalló el caos. La única diferencia entre la pesadilla y lo que pasó en realidad, fue que Buck sí pudo llegar a donde se desangraba Eddie y ayudarlo. Gracias a los demás bomberos y paramédicos lograron llevarlo a urgencias a tiempo. Luego de una cirugía y tres días en coma, despertó. Y tras dos largas semanas en cuidados intensivos, Eddie volvió a su casa.
De ese incidente ya habían pasado casi ocho meses. Habían atrapado al loco tirador, su compañero y mejor amigo se reincorporó a la estación sin problemas y todo pareció volver a su curso natural. Por lo que Buck no entendía por qué seguía reviviendo ese momento, y por qué soñaba que no lo podía salvar.

Suspirando y rindiéndose al insomnio, se levantó para darse una ducha. Siempre se quedaba con un mal sabor de boca después de esas pesadillas y quería llamar a Eddie y comprobar por él mismo que estuviese bien. También sentía con más frecuencia que un simple llamado no era suficiente y deseaba ir a su departamento y abrazarlo. Pero no haría eso. No podía hacerlo por más que quisiera. Eso sería extraño. Eddie era su mejor amigo y compartían muchas cosas juntos, pero no podía tocar a su puerta a mitad de la noche para sostenerlo en sus brazos. Era ridículo. Tendría que esperar a verlo cuando entraran a trabajar. Y tendría que dejar de pensar tanto en su compañero. Pero también, tendría que admitirse a si mismo que cada vez se le hacía más difícil sacárselo de la cabeza.

Luego de un turno, gracias a Dios tranquilo, fueron con Eddie y los demás chicos por unas cervezas al bar. Buck se sentía incómodo. Había hecho un gran esfuerzo en no quedarse mirando a Eddie como un idiota, así que unas cuantas bebidas le harían relajarse. No quería entender esos nuevos sentimientos hacia Eddie. Él era heterosexual, le gustaban las mujeres y podía llevar a cualquiera que quisiera a su cama. Pero parecía que después de casi perder a su amigo algo se despertó en su interior. Algo que tal vez estuvo muchos años queriendo callar. De repente se replanteaba muchas cosas y le prestaba mucha atención a otras. Tenerlo al lado suyo riendo y contando anécdotas, jugando al billar, su perfume y sentir su muslo rozar el suyo mientras se acomodaba en su aciento era demasiado. Se encontró imaginándose que le ponía una mano sobre su pierna y lo besaba. Quería sentir esos labios. Se sacudió mentalmente y decidió que sería mejor irse.

- Bueno amigos, ha sido divertido, pero creo que ya me voy - dijo mientras se ponía de pie y dejaba algo de dinero en la mesa por sus bebidas.

- Yo también me voy - dijo Eddie. - ¿me llevas a casa? Mi auto todavía está en el taller.

Buck suspiró por lo bajo y luego asintió. Estaba esperando poder alejarse de Eddie y ahora tenía que llevarlo a su departamento.

El camino de regreso fue tranquilo, pero Buck no podía dejar de sentir la presencia de Eddie en el aciento del pasajero.

BURNING SLOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora