1. El favorito de Marcos

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Valentín llega al club con el uniforme del colegio. Pantalón gris de vestir, camisa y corbata. Saluda a los de la recepción y camina decidido por los pasillos, sabe dónde encontrar lo que está buscando. Golpea suavemente la ventana de la oficina para llamar la atención del entrenador, que ante el ruido levanta la cabeza y le dice, "está abierto", lee sus labios y entonces entra.

"Mar" saluda después de cerrar la puerta detrás de sí, interrumpiendo el silencio del despacho. No hace mucho lo empezó a llamar por su nombre en vez de decirle profe como el resto de sus compañeros.

"Valen", responde después de escuchar su voz. Estaba sentado en una silla giratoria usando el celular, distraído. Era temprano todavía. Lo deja a un lado para dedicarle toda su atención al menor, que se paró frente a su escritorio apoyando el palo de hockey sobre las baldosas blancas. "¿Qué haces acá a esta hora?"

"Nada, es que salí antes del cole"

El morocho suelta una carcajada ante el descaro que tenía el colorado para mentir. "Te pensás que yo nací ayer?" le dice sonriendo. "Te rateaste, Valentín. Son las doce del mediodía recién"

El nombrado se encoje de hombros y sonríe de lado mientras masca un chicle de frutilla. "¿Necesitás ayuda con algo?"

Marcos se queda unos segundos mirándolo mientras el menor mueve de un lado al otro el palo de hockey, con cierto dejo de nerviosismo, o más bien, excitación, ansías. Niega con la cabeza, como diciendo, sos tremendo. Se pone de pie, ahora sacándole una cabeza de altura, y le revuelve el cabello de forma fraternal. "Sí, hoy hacemos circuito de fuerza. Ayudame a preparar las cosas"

El menor asiente con entusiasmo y lo sigue. Marcos tiene las llaves del lugar, así que las saca de su bolsillo y abre la puerta del depósito. Prende las luces a medida que se adentran y le indica qué pesas agarrar. Cuando ve que al menor se le dificulta sostenerlas, demasiado pesadas, se acerca a ayudarlo. "Llevá esto mejor" le dice dándole las cintas y los conos.

El entrenamiento es recién a las dos de la tarde, así que cuando terminan de armar el circuito Marcos le dice que es su hora del almuerzo.

"¿Comiste?"

Valentín niega. "No tengo hambre"

"Tenés que comer, no vas a tener fuerza para jugar si no" explica. "Y hoy te voy a hacer correr el doble por haberte rateado, así que más vale que almuerces bien"

"No seas malo..." murmura echando la cabeza hacia atrás. Lo sigue hasta el comedor, donde están almorzando otros profesores y demás personal del club. Marcos saluda a todos al entrar y se queda charlando con varios. Valentín se para al lado suyo, intimidado al ver gente mayor, no solo profesores, si no chicos de su edad pero más corpulentos, que hacían otros deportes.

"Valentín" lo presenta frente a sus amigos, treintañeros. "La estrella del equipo"

El nombrado se pone rojo al escuchar el halago de su profesor favorito, sus pequitas escondidas detrás del rubor, y sonríe un tanto cohibido. Marcos compra un sánguche para cada uno y dos barritas de proteína. "Guardalas para después", le dice cuando se las da.

Almuerzan afuera, hay mesas pero prefieren sentarse en el piso para disfrutar el día. Marcos es el primero en terminar de comer, y antes de recostarse en el pasto para descansar un poco se saca la visera y se la coloca a Valentín, porque le daba de lleno el sol en la cabeza.

"Te vas a insolar"

"Sí, papá" burla chupándose la mayonesa que quedó derramada en su dedo pulgar.

el favorito; valentín barco x marcos rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora