2. ¿Me viste?

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"¿Qué estás preparando?" pregunta su hermano Nicolás al verlo en la cocina, muy concentrado esparciendo dulce de leche en un bizcochuelo de chocolate.

"Una torta para Marcos"

El 20 de marzo era su cumpleaños, lo avisaron en el grupo de WhatsApp del club. Piensa qué puede regalarle, no sabe cuántos años cumple pero más de veintiocho seguro.

¿Qué le gusta a una persona de esa edad? ¿Ropa? ¿Algún perfume?

La pareció que la mejor idea era llevarle algo para comer, porque aparte sabía que el mayor era muy dulcero. Compró un bizcochuelo de caja en el supermercado y lo prepara en su casa, esa tarde después del colegio. La rellena con dulce de leche y crema y coloca una velita en el centro. Le hace una cartita, dice "espero que te guste. Valen" y le pega un sticker de una carita feliz.

Tarda más tiempo del esperado en la cocina, así que cuando llega al club ya están sus compañeros afuera haciendo la entrada en calor. Lo ve a su entrenador a lo lejos explicar el ejercicio que debían realizar, y cuando usa el silbato para indicarles a sus alumnos que comiencen a correr, Marcos se da vuelta y lo ve. Alza las cejas y sonríe genuinamente. Pensé que no ibas a venir, le dice. Hay mucho sol y corre una brisa cálida.

"¡Cómo voy a faltar hoy! Mirá lo que te hice..." exclama y abre su bolso con cuidado. Marcos se acerca para mirar el interior, divisando un tupper transparente. Lo saca y ve la torta decorada con granas de colores, la velita y la carta. Le da tanta ternura Valentín, le hace doler el pecho verlo feliz, sonriendo grande y mostrando sus dientes separados.

"Feliz cumpleaños, Mar" susurra colgado en su cuello en el medio de un abrazo que lo obliga a ponerse de puntitas de pie. Se separan apenas un poco, una mano de Marcos sostiene la torta y la otra reposa sobre la espalda baja del menor. Se miran a los ojos, una chispa entre ellos, y Valentín, sin hacer mucho para disimularlo, baja la vista a sus labios.

Marcos estaba perdido.

No tardan en aparecer los demás chicos reclamando una porción de torta de chocolate para cuando termine el entrenamiento. Se alejan, el morocho frota su cabeza y despeina su pelito colorado, brilloso. Gracias, le dice, y lo manda a ponerse las canilleras para ir a la calentar con el resto.

La jornada de entrenamiento termina sobre las siete de la tarde, lejos quedó el sol y ahora empieza a oscurecer temprano, era el primer día de otoño. Ayuda a juntar lo que quedó tirado en el suelo, los conos, las cintas. Charla con el preparador físico que está preocupado por su creciente delgadez, y le indica que tiene que empezar a comer mejor. Le escribe una dieta especial para subir de peso y le sugiere que se ponga a hacer ejercicios de fuerza en el gimnasio o un día le iban a pegar una patada y se iba a romper como una hojita de papel. Asiente no muy convencido.

"Para mí estoy bien así", le dice a Marcos cuando todos se fueron y solo quedan ellos dos en el predio. Están comiendo los restos de la torta que quedaron, sentados en el piso. Se turnan para meter el tenedor en el tupper y Valentín siempre se agarra la parte con más crema.

"Si el preparador te lo dijo es por algo"

"¿Vos me ves muy flaco?" pregunta.

"Sí, Valen. Medís uno sesenta y cinco y pesás cuarenta y cinco kilos. Vas a desaparecer"

Valentín se angustia, no quiere que lo separen del equipo por haber bajado el rendimiento. Al parecer, si no empezaba a comer mejor, ese iba a ser el desenlace. Se apura en terminar la torta y bebe una botella entera de agua. Marcos a su lado se saca la campera que tenía y se la coloca a Valentín sobre los hombros.

el favorito; valentín barco x marcos rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora