3. Pesadillas

834 73 7
                                    



Me está dominando un pendejo, piensa Marcos cuando le manda un mensaje a la noche, después de cenar.

Vení si querés, dejé la puerta sin llave.

Yendo, responde el menor con rapidez.

Se escuchan pasos fuera de la habitación, y entra Valentín en pijama. "Traje mi almohada", dice. La habitación era con cama doble, así que se sienta en la que está –casi vacía, ya que el morocho la usaba para reposar sus partencias, bolsos y ropa.

"A ver, explícame eso de las pesadillas..." pide recostado con las manos detrás de su cabeza. Lo observa al menor, que con gracia junta las pertenencias de Marcos de la cama y las deja apiladas sobre una silla. Cuando termina, se sienta en posición de indio sobre el colchón.

"Parálisis de sueño se llaman, no sé si las escuchaste nombrar alguna vez..." comenta. El otro niega, así que sigue. "Es como que estas despierto y dormido a la vez, pero no te podes mover, sentís todo el cuerpo rígido... no podés hablar ni gritar, solo mover los ojos... Es horrible, lo odio. A veces no duermo porque no quiero que me pase lo mismo"

El morocho se sienta en la cama y lo mira ahora preocupado, pensó que lo de las pesadillas era un verso. "¿Por qué no me contaste antes?"

"No sé, es medio una boludez, me da vergüenza. Cuando duermo acompañado no me pasa, por eso" aclara mientras Marcos se muerde el labio y piensa. "Pero está bien así, eh... yo acá en esta cama... es lo mismo. Con saber que estoy con alguien de confianza me basta"

Hace un silencio largo y después palmea su propio colchón. "Vení". Valentín niega. "Dale, no pasa nada"

"¿De verdad no te molesta?

"Mira, más lo pienso y peor es. Así que vení antes de que me arrepienta"

Valentín sonríe contento y se levanta de la cama, trepándose a la de Marcos. Pasa por encima suyo para quedar del lado de la pared, y se mete debajo de las sábanas. El mayor lo mira negando con la cabeza. "Qué pendejo de mierda. Si alguien nos llega a ver..."

"Si me echás, me voy" lo corta cerrando sus ojos, listo para dormir, porque sabe que el otro no es capaz. Suelta un suspiro, rendido, y estira la mano para apagar el velador. Por la ventana entraba una mínima luz de la calle, que iluminaba apenas la habitación. La respiración del menor es calmada, sus cuerpos están separados por una distancia prudente, pero la cama es de dos plazas y media, mucho tiempo no iban a durar así.

"Mar..." habla después de un rato de silencio y el nombrado le pregunta qué pasa. Gira su cuerpo para mirarlo, toma la mano de Marcos y la lleva a su pecho. "¿Sentís?"

El corazón del menor latiendo demasiado rápido bajo su palma, Valen, está mal, dice.

"No me importa, sabés que no me importa" suelta rápido el menor, desesperado por comprobarle que estaba dispuesto a todo con tal de tenerlo. Se miran un tiempo a los ojos pero el colorado se distrae con sus labios, ansioso, esperando que Marcos se anime a dar el siguiente paso. "Mar..." ruega bajito con la voz quebrada y eso es todo lo que necesita para terminar de derrapar, pegando sus labios por segunda vez con la sensación de que aquella vez ya no iban a poder detenerse a tiempo. El menor abre su boca, receptivo ante su lengua experimentada, que se introduce despacio mientras le levanta apenas la remera del pijama y sus manos cálidas tocan la cadera de Valentín. El colorado envuelve sus brazos en el cuello de Marcos y lo pega a sí mismo, esperando más contacto. Su pija se empieza a endurecer y suelta un gemido cuando le dejan un beso húmedo en el cuello, sin necesitar mucho más que eso para calentarse. Rojo sonríe en su boca al sentirlo, retrocede y ahora que se acostumbró a la poca luz del cuarto puede ver su rostro con más detalle, deshecho, despeinado, los labios hinchados. Limpia la saliva que quedó en ellos y coloca su rodilla en el medio de las piernas de Valentín.

El colorado gime y levanta las caderas, apretando con fuerza aquellos brazos tatuados que lo rodean.

"¿Vas a dormir mejor si te libero un poco?" le pregunta, frotando su rodilla sobre el bulto cada vez más prominente del menor.

Valentín asiente un poco desesperado y suelta quejidos cuando el otro hace fricción sobre su dureza. Está agitado, la expectativa de lo que va a pasar lo mantiene un poco inquieto, pero trata de disfrutar el momento porque sabe que puede no volver a repetirse, aunque haría todo lo que está a su alcance para que aquello no suceda.

"Ah, s-sí"

Marcos baja el pantalón después de escuchar la respuesta afirmativa, y sonríe cuando lo acaricia sobre el bóxer y nota una mancha húmeda en él. "Ya estás toda mojada, trolita. Ni te toqué..."

Valentín se lleva la mano a su boca y la muerde para contener los gemidos que tratan de salir. Todavía no había cogido como tal pero sí que se había hecho pajas con otros chabones, y en todas esas ocasiones nadie nunca le había hablado así, tan desvergonzadamente. Descubre que le encanta, lo estimula demasiado. El mayor baja su ropa interior y libera su pija, la cabeza mojada y pegajosa.

Mueve su mano de arriba a abajo con ritmo firme pero lento, y se deleita con los jadeos desesperados de Valentín.

"Esto querías, ¿no? que te toquen así..." dice dejando un beso cariñoso en su frente cubierta de sudor, y el menor asiente. La mano de marcos aumenta la velocidad de sus movimientos cuando es notorio que Valentín se empieza a poner ansioso, elevando las caderas tratando de obtener más placer. "Tranquilo..."

"Mar-" gime buscando su boca. Chapan de nuevo, sus lenguas y dientes chocando. Su respiración se entrecorta y se retuerce en el colchón, tomando la mano con la que Marcos lo está pajeando, como para detener sus movimientos.

"Mar, voy a voy a ensuciar las sábanas..." se queja, un tono lastimero en su voz pero igual busca fricción y cierra los ojos cuando el otro niega con la cabeza, volviendo a mover su mano lentamente.

"Shh, no importa" susurra. "Dale, acabá para mí, ¿podés?"

Valentín no aguanta más y llega al orgasmo en la mano del mayor, que lo pajea hasta que su pene queda sensible y los quejidos que suelta son de sobre estimulación y ya no de placer. Mancha de semen las sabanas pero más que nada su panza, la que Marcos limpia suavemente con un papel.

"¿Mejor ahora?" le pregunta acariciando su mejilla. Valentín asiente con la cabeza escondida en su cuello, un poco avergonzado. Se duerme cuando siente un beso en su frente y no despierta hasta escuchar el despertador a la mañana siguiente.

Rojo se levanta primero, con el brazo acalambrado por haber sostenido el peso de Valentín toda la noche, quién sigue adormilado. "Dormí un rato más, es temprano" le dice mientras se viste. Se abraza a la almohada que tiene su perfume y duerme en paz hasta que suena la tercer alarma que puso, sabiendo que está todo bien entre ellos después de lo que había pasado en la madrugada.

Cuando baja, lo ve en la mesa del desayuno eligiendo algunas frutas para más tarde.

"¿Y?", pregunta, quizás, con poco de descaro. "¿Cómo durmió la colorada?"

Valentín lo mira y parpadea, tragando saliva ante la mención de su apodo en femenino. En su mente se dibuja una imagen muy puntual, la mano de marcos cubierta de su leche. Siente que se puede llegar a poner duro ahí, en el medio del comedor, si piensa un poco más en eso.

"Bien, gracias" dice tímido y se sirve yogur, fruta y cereales, como siempre. El comedor está silencioso, todos demasiado dormidos como para charlar. "¿Vos qué hiciste después?". Marcos lo mira confundido. "Ayer, que capaz... no sé, no te pregunté si... necesitabas ayuda... con eso" nombra y baja la vista fugazmente a su entrepierna.

Marcos entiende y sonríe mientras agarra dos barritas de proteína y las guarda en el bolsillo del jogging de Valentín, porque sabía que el menor no iba a hacerlo por sí mismo.

"No te preocupes por mí" le dice. "Comé, ¿sí?"

el favorito; valentín barco x marcos rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora