Creo que sería inútil ocultar el hecho de que aquella biblioteca me era curiosa cuanto menos, la única razón que tuve para volver ahí, la verdad esa gente me da mala espina, es otra advertencia que te doy, no quiero que vayas ahí sin mí, al menos hasta que yo sepa que son de fiar.
Bueno, empezando de una vez, entré a ese lugar, las paredes repletas de libros, era majestuoso, los libros se alejaban al horizonte, tan solo habían 5 personas ahí, muy pocas a mi parecer. Era imposible mirar todos y cada uno de los libros, pero los fuí ojeando por encima, tan solo guiandome por los títulos, la mayoría eran de leyendas, historias, literaturas, incluso que habían cómics, el orden en ese lugar no era su fuerte por lo que ví, cogí unas escaleras y revisé hacia arriba, lo mismo, todos muy interesantes pero ninguno sobresalía, pero de todos el que más me llamó la atención es uno que se hacía llamar "singula bellica" ni idea, lo abrí por encima, era una recopilación de historias Kalticas, no creo en ninguna religión, pero era conocedora muy bien de la de nuestra tierra, y este escrito, no lo conocía. Lo cogí y me dispuse a leerlo, sentado en una de las múltiples mesas que se hallaban, el libro fue más interesante de lo que pensé.
Contaba la historia de cómo uno de los dioses, el tío de Kalties, Voónya, asesino a su hermano, Kalties en respuesta lo exilió del landom, cayendo en la tierra, entrando en un sueño eterno, cada vez que Voónya despierta, fuertes ráfagas de aire, torbellinos y terremotos son desatados en la tierra, mostrando la furia de Kalties, pero esté, siempre logra acabar con su tío, una y otra vez, pero en Landom hacia falta un hueco, hacia falta alguien ahora que cuidase las noches, que cuidase a los marineros de las garras de Fereyia, así qué, en respuesta Kalties se aventuró a la tierra, con un cuerpo de carne y hueso como nosotros, en busca de seres humanos que fuesen dignos de ser un dios, pasaron los años, 4 para ser exactos, de nuestro dios buscando, y encontró un total de 110 candidatos en todo el mundo, una cantidad ínfima, casi minúscula comparado con la cantidad de humanos en la tierra. Tras volver a Landom, Kalties organizó un torneo, reuniendo a los participantes en un solo lugar, ahí, tenían que luchar en un mes, el que tuviera al final más puntos gana, ¿Te suena, no? Sentí un escalofrío al leer todo eso, yo, un ateo total, era la primera historia religiosa que casi me hacía ponerme a rezar, paré unos segundos para reflexionar sobre ello, todo lo ocurrido, sentía gotas de sudor recorrían mi piel, me costó un poco asimilar todo pero seguí leyendo.
El relato después se empezó a centrar en Geén, dios protector de los mares, que ya todos conocemos, bueno, tú no, no eres de aquí, pero algún día te contaré sobre nuestra religión. Continuando, Geén no era más que un simple y humilde leñador, el cual no tenía ningún deseo de matar a nadie, y en resumen en ese torneo Geén era el más honrado luchador, evitaba siempre hacer algún daño extremo y mucho menos matar, Geén no deseaba ser Dios, solo quería volver a su vida de leñador, Geén era todo lo contrario a otro personaje conocido de aquí, Jeltik. Jeltik en resumen era macabro, no dudaba ni por un segundo matar con tal de ser dios, hacía lo que sea, pero con lo que sea, es lo que sea.
El último enfrentamiento fue entre ellos dos, fuera de lo que se esperaría, Geén decidió no matar a Jeltik, pero Jeltik si lo mató a él, Jeltik ganó, pero Kalties descendió al mundo humano nuevamente, pero está vez para devolver a la vida a Geén, Geén fue el elegido a ser dios, sí, Jeltik ganó pero fue lo mismo que Voónya fue hace años, un dios debe ser alguien lleno de bondad y con ganas de hacer un bien por los demás, esa descripción sólo le quedaba bien a Geén, había más y hubiese continuado leyendo si no fuera por un tipo, muy extraño y con unos ojos saltones que me interrumpió.
—Ay, te gustan esas cosas, ¿Eres un monje?, Osea, si quieres yo te busco un libro bueno, es que, ay, verte leer eso me dió un toc —Me dijo con un tonito tan agudo que me dieron ganas de reventarle la boca contra la mesa. Hice un esfuerzo increíble por ignorarlo, pero seguía parloteando, así que al final me levanté y me dispuse a dejar el libro en su estantería, pero él me seguía —.Oye, ¿Cómo te llamas? ¿Eres nuevo?, Yo soy Malen.
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Singula Bellica
FantasíaEn un fabuloso y misterioso universo habitado por seres extraordinarios, cuyos dones se manifiestan en contadas ocasiones, la existencia de unos jóvenes se ve sometida a una pesadilla inenarrable. Surgido de las sombras más siniestras, un ente malév...