Capítulo 4

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Evitar a alguien ausente es fácil aunque ignorar la ausencia carcome el alma. Ha terminado sus lecciones del día por lo que es libre de su tiempo ahora que el entrenamiento se canceló porque había estado el mayor tiempo ocupado en vez de compartir tiempo con su prometida que los estaba visitando por la temporada. Ahora hay té humeante en las tazas y Kyōka lee un interesante fragmento.

"Hundiéndose en lejanos bosques, serpentean un revuelto sendero, hasta alcanzar estribaciones sobrepuestas de montañas que se bañan en el azul que las envuelve. Pero aunque la imagen se presente en tal arrobo, y aunque ese pino deje caer sus suspiros como hojas sobre esa cabeza de pastor, todo sería vano, sin embargo, si los ojos del pastor no estuvieran fijos en la mágica corriente que tiene delante"

Atsushi no la escucha realmente, yace en ese lugar junto a la persona que debe amar pero su pensamiento habita en otro lugar lejos de ella, de su voz y su aroma a fresas, moras y pan recién horneado. No era correcto tampoco que alguien de su estatus pensará en otro que no fuese su prometida pero en su mente hay alguien más, que lo envuelve con su aroma y lo seduce con la suavidad de sus labios que persisten en su piel como las cicatrices de heridas profundas. Atsushi no puede más, no ha recibido noticias de mejoría del joven duque que parecía enfermizo la última vez que se vieron, había sido cruel con él con su desconsideración y uso de palabras por las que ahora desea disculparse. Kyōka detiene su lectura cuando nota que su prometido ni siquiera la percibe en la habitación, cierra el libro y toma la taza del té para beber un poco esperando que en algún punto Atsushi vuelva en sí. Ella misma no lo culpa puesto es consciente de que el príncipe antes de su compromiso tuvo su propio amor, al igual que ella la diferencia es que Atsushi aún puede ver su amado y estrecharlo en sus brazos mientras que Kyōka sólo puede vivir del recuerdo de cómo fue estar con la persona que ama debido a la distancia que ahora los divide.

Kenji seguro no pararía de hablar de cada verso que leía, él ni por un momento quitaría sus ojos de ella y seguramente ni siquiera leerían en una biblioteca sino en un hermoso jardín de flores acompañados de la dulce brisa. La azabache se levanta de golpe llamando trayendo a ella la atención del joven príncipe que había perdido la noción del tiempo ante su desordenados pensamientos.

-Príncipe. - llama Kyōka y su mirada parece llena de emociones de las cuales Atsushi sabía que contenía sintiéndose culpable por ello. -He decidido volver a casa antes de lo previsto.

Atsushi frunce el ceño confundido y se levanta igualmente de su lugar tratando de hallar razones por las que su prometida quisiera irse.

-¿A qué se debe su decisión tan repentina? Princesa. - cuestiona y analiza la expresión de tristeza de la más jóven.

Kyōka se acerca a Atsushi para tomar su rostro mientras sus miradas están fijas la una en la otra y hay un largo silencio entre ellos. Aunque ninguno está realmente enamorado del otro tienen un gran aprecio, el cariño que tienes por una hermana o un hermano con el cuál puedes hablar sin avergonzarte.

-Atsushi no tenemos que obligarnos a ésto. - susurra y aparta la vista del mayor para ver en dirección a la ventana. -Sí tú quisieras él ahora estaría contigo y yo con...

-Kyōka, no. - pide Atsushi mientras toma de sus muñecas para alejar sus manos de su rostro. -Yo debo amarte a ti.

Una sonrisa llena de tristeza se dibuja en sus labios al oír eso, niega y suspira, no dice más nada para marcharse de ahí dejando a Atsushi más confundido de lo que ya estaba porque por una parte parecía lo mejor casarse viviendo la vida que sus padres querían pero por otro lado estaba los deseos que les haría infelices toda su vida porque al final las personas que amaban no formarían parte de su futuro.







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