Los 40 ladrones.

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Podría llenar hojas y hojas sobre las extrañas sensaciones que se presentan al entrar a un cuento, por ejemplo: como dormir y descansar servían, pero se sentía falso, como al comer en un cuento se sentía como tragar hielo y otras tantas experiencias que solo se viven al entrar a un libro mágico, pero me temo que por mucho que odie y maldiga no le puedo evitar, tras haber escuchado esto comprenderán mi desesperación por salir de los cuentos y volver a mi hogar.

En especial al estar en un maldito desierto.

"Jazmín" por otro lado, parecía acostumbrado totalmente el desierto, habíamos dormido hasta el mediodía y para partir hacia quién sabe donde por la maldita lámpara del genio (la cual por deducción mía es la razón del conflicto entre la banda de ladrones y el príncipe).

– Ya casi llegamos, aguanta otro rato.

– Lo dice el que va arriba del caballo.- El cabrón se la había pasado arriba de ese puto equino desde que salimos de la cabaña, él no estaba cansado, ¡no había dado ni un solo paso!

– Yo compré el caballo y me parece justo utilizarlo yo.- Avanzó más rápido y me sacó un par de metros por delante, una mala idea maldad me cruzó por la cabeza.

Tome el arco de Edmund del brazalete y apunte al principito, sería muy sencillo darle al príncipe y cabalgar en el caballo o darle su transporte y obligarlo a caminar.

–Demasiado fácil.- murmure y guarde otra vez el arco.

La dinámica no cambió hasta que el ocaso del desierto se presentó, el frío podía sentirse más a cada minuto y no podía estar más orgulloso de mi resistencia a las temperaturas dentro de los cuentos.

– Ya es hora.- Bajó de su caballo, yo decidí no preguntar ni hablar al respecto y le dejé hacer lo que quisiera, Sacó un extraño broche o ¿baratija? Dorada de un bolsillo en su ropa.

– Extiende el brazo.- Así lo hice, curioso de lo que haría a continuación.

Conecto la baratija en cristal de mi brazalete hizo que formara una extraña forma de un escarabajo dorado que se desprende de mi brazo y comenzó a volar hacia donde el sol se ocultaba, No tuve tiempo de preocuparme por mi brazalete que ahora volaba con todo mi dinero y algunas pertenencias (sin mencionar a los Huecos dentro) hacia alguna maldita parte del mar de arena que me rodeaba, pues el príncipe subió rápido a su caballo y me subió casi de un jalón a mí también y seguimos al brazalete fugitivo.

No había notado la cantidad de arena que había entrado a mis zapatos hasta que la cabalgata del caballo hizo que esa arena se metiera en mis calcetines (que nunca me quite).

– ¡Ay, wey!- Se me salió una exclamación que estoy seguro de haber dicho en español, pero ¿podía culparme? Delante de mí había un león gigante de arena que hablaba, no tengo idea de que decía el león o el príncipe que en algún momento bajó del caballo, me quedé totalmente estático, era aterradoramente enorme.

– Voy a entrar.- Asentí e igual no me moví, Era extraño ver algo tan irremediablemente fantasioso delante de ti y no poder cerrar la boca del asombro era la reacción natural. – ¿Vienes?

Negué.

– Llámame loco, pero no quiero meterme a la boca de un león gigante de arena mágica.- Escuche como se reía.

– Quédate aquí y cuida a mi caballo.

– A la orden, capitán.- Vi como entraba a la boca del animal de arena y se perdía en el brillo que salía de aquel orificio, admito que era muy hipnótico, debí mirarlo mucho porque el león se movió para mirarme y una escalofriante voz grave nos hizo temblar (a mí y al caballo)

Belial, Detective de cuentos. [MaleO'C x Princesas genderbender ] En Edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora