Capitulo 15

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Instagram: josearroyo.p

Hoy os traigo una canción de dos grandes artistas: Lole Montoya y Manuel Molina.

Puede que os suene las canción por la película de Kill Bill de Tarantino ;)

A disfrutar.


JADEN

Suspiro aguantando todas las ganas de estrellar el puto megáfono en la cabeza de uno de los productores. He dicho miles de veces que ese lado del campo no me gusta.

Hoy me encuentro en Utrera, uno de los muchos pueblos de Sevilla. Esta escena en concreto, quiero que sea algo íntimo y perfecto. Grabar en la ciudad es un coñazo; sobre todo cuando los turistas se empiezan a quejar de querer pasar, por cojones, por la zona de grabación.

Me he traído a Bea y a María para que ambas se despejen y para que a Marco le dejen de darle pequeños espasmos cuando María le viene en gana gritarle. Ese chaval es un santo al lado de mi prima.

La grabación terminó y yo, como no deseaba otra cosas más, me fui corriendo hacia la dirección que me mandó María. Las dos están en un local flamenco, dónde la entrada es barata, pero las consumiciones no... Ahí es dónde está el verdadero negocio; en las consumiciones.

Di unas cuantas vueltas por las calles del pueblo, subí alguna que otra cuesta, me encontré con alguna que otra persona conocida, y acabé en el local. En la entrada dejaba claro dónde me encontraba: «Peña Cultural Flamenca Curro de Utrera».

Entré y vi a la mujer más bella del mundo, deslumbrando a todos los presentes con un vestido negro con brillantes grises. La tela sobre su cuerpo parecía estar tejida con la mismísima luna.

Me acerqué, metiéndome entre los pequeños huecos que dejaba la gente. No me gusta un espacio cerrado con personas apretadas. Odio a la gente y estas situaciones me dan ganas de pegar voces y empujar a todo el mundo.

—Pitufina —la llamé pegando su cuerpo al mío, dejando que mis manos agarraran sus increíbles caderas.

—Hola a ti también —soltó María de mala gana, mientras apartaba la mirada con algo de rencor.

Desde que está embarazada se ha convertido en una persona insoportable. Aunque, como soy su primo, me oprimo a todo mal pensamiento de matarla en cuanto se descuide.

Sonreí apreciando como sus ojos claros podía iluminarse con un total de cero luminosidad en el ambiente. Nunca antes había sentido o tratado a una persona por culpa de mi corazón, pero me encanta que Bea haya sido la escogida para ello.

El escenario se iluminó y todos comenzaron a prestar suma atención a la persona que salía de esas cortinas. Era una mujer con un vestido de flamenca rojo con lunares blancos, apreciando un mantón de manila del mismo color y una flor en la parte superior de la cabeza.

El guitarrista comenzó a dar los primeros acordes y un bailaor, junto con una bailaora, comenzaron a tocar las palmas; mientras sus pies seguían el ritmo de la música hasta convertirse en una armonía folclórica.

La mujer, que iba a cantar, se sentó en una de las sillas y levantó una mano para meterse más en el papel artístico. El semblante, la tranquilidad y la figura que esa mujer desprendía, dejaba más que claro que iba a arrasar con el cante.

Todas tus lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora