Zombis

16 4 56
                                    


Con una mano temblorosa agregué unas pequeñas gotas del metal extremadamente diluido al vaso de agua. De pequeña siempre pensé que jugar con mercurio debía ser divertido por su particular textura, ahora no existía nada que odiara más en el mundo. Tras terminar la solución bebí el contenido del vaso. Me estaba matando intoxicada, pero era esa la única alternativa de momento.

Empecé a cambiarme y buscar algo que pudiera servir de desayuno. Como siempre solo tenía algunas hortalizas crecidas en un cultivo de la base. Extrañaba poder comer algo de origen animal, pero el riego era demasiado alto.

Como siempre un deprimente cuarto incoloro y pasillos subterráneos precariamente construidos era el único paisaje que podía admirar, el exterior era parte de un pasado que nos fue negado.

Me pregunté como diablos pudimos terminar así y maldije internamente a los locos que se les ocurrió jugar a ver qué pasaba si hacían modificaciones con CRISPR-Cas9 a unos viroides. Crearon un monstruo incontrolable, indestructible y más salvaje que ninguno existido.

Cuando llegué al laboratorio saludé a Madi y Nico de forma escueta.

—¿Qué te pasa? —preguntó Madi al notar mi mal humor.

—Lo usual. Malparides existencial gracias a un apocalipsis zombi en donde tenemos que tomar un metal pesado para no morirnos.

—A veces pienso que no tiene sentido esforzarnos en esto, pero si no hacemos algo los pocos que quedamos pues la humanidad se muere. Creo que entre más lo pienso la muerte suena mejor —bromeó Madi en lo último.

—Wey pónganse a trabajar en vez de dejarme todo mientras hablan —animó Nico

Con un suspiro me puse a trabajar. En la parte del laboratorio de mayor seguridad entré con el traje de protección y extraje un poco del ADN de una planta, después de procesar la muestra pude encontrar el ARN que buscaba, pero estaba dañado. Los viroides a diferencia de lo virus solo atacaban plantas y eran simple material genético, sin proteínas que lo protegieran, por eso era tan difícil de estudiar.

«Si te desintegras con cualquier cosa por qué no te desapareces por completo de una vez» pensé de forma irónica y llena de frustración. Sabía que por los temblores de las manos no había manejado la muestra apropiadamente y que se dañara la muestra fue mi culpa.

-Nico, por favor, ayúdame con la muestra —pedí ayuda al sentirme inútil.

Madi estaba similar a mí, al ser mayores el mercurio causaba un daño más relevante a nuestras neuronas. Nico también temblaba bastante, pero ella al menos tenía el pulso suficiente para meter la punta del instrumento en el pequeño hueco de esa gelatina traslucida.

—¿Viejas encontraron algo? —Me sobresalté al ver a Dalia entrar al laboratorio, otra vez sin ningún elemento de protección.

—Que te pongas los implementos de protección —regañó Madi.

—A duras penas ella se acuerda de sus cosas por hacer. Pedirle que recuerde ponerse algo es demasiado para ella. —Nico se burla.

—Sal y cuando me quite todo esto voy a hablar contigo —dije para sacarla rápido en el laboratorio.

Tomé una ducha y me quité los equipos de protección para encontrar a Dalia afuera del laboratorio. Estaba recostada contra la pared del túnel.

—Antes de que empiece, hable de forma que le entienda, mensa —Advierte a lo que yo me rio.

—Si tu no entiendes cuando llamo a las cosas por su nombre, ¿quién es la mensa?

—Pues tú por no saberte explicar.

Relatos en el ServidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora