Se despierta cansado, el abrir los ojos parece una mentira porque para él ni siquiera los cerró. Con lentitud propia de un condenado se levanta de la cama y va a su nevera y nota que no tiene mucho para alimentarse, solo una botella de agua y comida que solo podría satisfacer a las moscas.
Toma el agua para consumir las pastillas que a diario debe tomar, se dirige al baño y ve su rostro con gran disgusto, las marcadas líneas oscuras debajo de los ojos, piel qué podría competir con un desierto, pero tampoco es como si esperara lucir bien.
Bañarse es una tarea titánica, el cansancio se convierte en cadenas que vuelven casi imposible hasta la tarea más sencilla.
Cuando logra estar, al menos, presentable mira su pequeño apartaestudio. La basura se amontona en varios lados, no ha tenido tiempo de lavar la ropa y la pila de trastos en el lavaplatos parece que en cualquier momento se va a caer, y eso que desde hace tiempo solo come paquetes y domicilios. Nunca tiene tiempo de limpiar y hoy no será la excepción.
Cuando llega al centro de investigación tiene que ir al auditorio para dar una conferencia que terminó de preparar la noche anterior. Ese día también tiene que entregar una peer review de un paper que espera ser publicado en NCBI el próximo mes.
Aparte de todos ese trabajo también debe adelantar su propia investigación para hacer un informe de avance antes del viernes.
Siente como todo se le cae encima y aunque intenta hacerlo todo no lo logra. Basta con la más mínima interrupción para que toda la concentración se desaparezca y termine perdiendo el tiempo en una conversación o en el celular.
Al ver como la tarde se aproxima y no ha avanzado como quisiera, a pesar de saltarse el almuerzo, se cuestiona que tanto sentido tiene todo lo que hace y si está a la altura de lo que le piden, porque en ese momento siente que todos sus esfuerzos son en vano.
En el pasado su director de laboratorio le tendió la mano y le dio la oportunidad de trabajar en ingeniería molecular, en ese momento estaba tan motivado y lleno de energía. Lamentablemente, actualmente lo único que lo motiva es sentir que no puede decepcionar a su director y la necesidad del dinero.
Desde la pandemia conseguir trabajos decentes se ha vuelto casi imposible, incluso con un cartón de maestría y doctorado pueden contratarte por el mínimo, aprovechándose de la desesperación por no morir de hambre.
Siempre el fin de mes se siente como una desesperación constante, no se sabe cuántos días no podrá comer.
Quisiera regresar a cuando aún era un niño. Los problemas más grandes serían superados por los padres, quienes eran una especie de superhéroes, ya no es así. Los padres no son más que simples humanos con errores como cualquier otro. El dinero es lo que impera en el mundo. Tal vez en la niñez se encuentra una felicidad en la falta de entendimiento sobre el poder del dinero.
Al llegar a casa todavía tiene trabajo que hacer y se pone a ello. Las horas siguen pasando hasta que el reloj le indica que son las tres de la mañana y se va a dormir, o al menos eso intenta. Al estar acostado llegan un millón de pensamientos intrusivos, le reclaman por ser tan ineficiente y le recuerdan todo lo que le falta por hacer. No puede evitar imaginar los peores escenarios en los que será despedido y desprestigiado, toda su familia lo señalará.
No tiene idea de cuanto ha logrado dormir hasta que la alarma lo despierta a las cinco de la mañana, tiene que apurarse o se le hará tarde, el ciclo inicia nuevamente, cada día se siente como una repetición del anterior. En la que con cada nuevo amanecer su ser se desgasta un poco más, al ver las muestras que analiza recuerda que cuando inició creyó ser capaz de desarrollar una terapia con fagos para curar cualquier enfermedad bacteriana. Ahora tan solo poder dormir más de dos horas en el día era su mayor anhelo.
Ya no encuentra la pasión en lo que hace y solo quiere terminar con todo. No quiere llamar a nadie, sus amigos son adultos con sus propias responsabilidades y no quiere ser una molestia.
Su cabeza se siente a punto de estallar en todo momento y no puede evitar cabecear durante cada momento que implique quedarse sentado. Solo toma algunos analgésicos para silenciar las alarmas de su cuerpo que le avisan que algo en él va mal. No necesita cuidarse, solo debe cumplir con sus responsabilidades.
A pesar de saber que posiblemente pasará tres días sin comer pide un domicilio, quiere que al menos el placer de una comida sabrosa borré el sinsabor que le produce su vida diaria.
Su novia ha dejado varios mensajes preguntando cómo está y el le contesta fingiendo que todo está bien, detesta ser una carga e incomodar. No quiere que por ser molesto lo terminen dejando.
Al finalizar el día y soportar un regaño por manejar un equipo de Q-PCR de forma incorrecta, lo que resultó en el averío de la maquina y una nueva deuda impagable para él, decide que ya solo quiere terminar con todo.
Toma el frasco de pastillas que a diario debe consumir y las toma todas de golpe, para bajarlas con el agua, lo único consumible en su nevera.
Después de eso simplemente se acuesta a dormir, queriendo descansar, cuando el sueño lo va venciendo se arrepiente de su decisión e intenta alcanzar su celular, pero su cuerpo, cansado de los abusos sufridos por parte de su dueño, se niega a obedecer. Ese cuerpo decidió negarse a la voluntad de alguien que hasta el último momento no hizo más que lastimarlo, a pesar de sus constantes alarmas.
Con cada segundo el sueño se vuelve aún más pesado y la desesperación lo sofoca, pudo arreglar las cosas de tantas formas, pero eligió la solución más rápida y estúpida. El arrepentimiento lo consume, debió hacer tantas cosas y ya no podrá hacer nada, hay tantos a los que pedir perdón, iniciando por él mismo.
