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Capítulo 0. 𝐏𝐑𝐄𝐋𝐔𝐃𝐈𝐎 Introducción al reino de Egas; El Último Adiós en las Profundidades.
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De acuerdo con la leyenda que recorría el Nuevo Mundo, de hace más de quinientos años que se rumoreaba de la existencia de las Merman —una mitología que también los lugareños más cercanos a la bahía de Pylos pasaba de generación en generación—; ellas eran unas criaturas marinas con apariencia humana, todas ellas mujeres muy bellas y muy rubias, con una voz majestuosa, una imponente presencia seductora cuya existencia razonaban en ayudar y proteger a los Marines náufragos para que llegaran a su destino, si por razones superiores no podían salvarlos, las Merman arrastraban sus cadáveres hasta la bahía de Pylos para ayudarles a cruzar el limbo de la vida a la muerte.
Las Merman eran las responsables de proteger y rescatar a los náufragos Marines. También responsables de cultivar y nutrir la flora y fauna marina.
Quien regía los océanos del Grand Line, el majestuoso reino marino de Egas y hogar de las Merman, era Donha Ennosigeo, también conocida como la Señora del Mar, cuyo gran poder que poseía era concebir nuevas islas y proporcionar mares tranquilos para que los Marines disfrutaran de un viaje sin muertes. La leyenda de las Merman sostiene la tesis de que Donha era la única mujer que podía establecer la paz en el lecho marino, con esa resplandeciente luz azulada que auroleaba desde su tridente, una voz imponente y altiva que no permitía la desobediencia y aquel historial de años de lealtad, justicia y benevolencia hacia las criaturas más vulnerables que albergaba el oceáno,
Como ofrenda y agradecimiento por su ardua misión de perseverar la paz en el océano, los Dioses Superiores le entregaron una bendición; de la espuma del mar nació su primera criatura: Deia Ennosigeo nació fruto de la espuma salada del mar cuando una poderosa y ferviente ola rompió contra la bahía de Pylos aquel inolvidable día furioso de lluvia con estridentes truenos que anunciaron el nacimiento de la heredera legítima de Egas.
