"Nos vamos a dejar unas cremas medicinales en casa de los Cox."
El 'vamos' le sonaba a manada, y como manada mismo se fueron John y Brian detrás de Freddie, de camino al pueblo ya pasadas las ocho de la noche, cuando ningún alma en su sano y propio juicio se dignaban a pegarse dos horas de trayecto por el sendero que daba al pueblo. Al igual que él, y Roger lo sabía bien, sus amigos cruzaban el bosque; y si bien quedaba en claro que a falta de ladrones el bosque era incluso más seguro, en noche de luna llena incluso ellos, en medio de su escepticismo, se cuidaban. No de los demonios que ancianos y locos predicaban, sino de los locos del pueblo que se desataban por ahí cerca.
Lo dejaron entonces encargado de preparar la cena, puesto que esa noche, para ver la Luna Roja junto con Brian, se quedarían hasta más de noche y de seguro les daba hambre.
Roger miró a la ventana, y la luna seguía tan blanca como siempre, pero redonda como rara vez era posible verla ahí en lo alto. Había ya lavado un par de zanahorias y unos cuantos espárragos para la sopa, y estaba por cortarlos sobre la tabla cuando el sonido de la puerta lo distrajo.
Al inicio creyó que era un espejismo, pero el sonido no cedía.
La puerta no paraba de sonar como loca, como si la persona del otro lado estuviese pasando una situación de socorro, por lo que dejó todo lo que estaba haciendo para ir a abrirla a la espera de no recibir malas noticias sobre sus amigos. Era un peligro cruzar el bosque a esas horas, y él seguía con el presentimiento de que algo terrible estaba por pasar esa noche.
No obstante, al momento de abrir la puerta, se topó con algo muchísimo peor a lo que sus mayores preocupaciones y pesadillas podían anticipar: Timothy J. Staffell.
No.
Era aún peor: Timothy J. Staffell apestando a alcohol.
—Siervo, ¿qué haces aquí? —indagó el castaño, con una media sonrisa que era más falsa que el brazalete de oro de Freddie.
—Es mi casa.... señor —respondió, dispuesto a pararse firme en la entrada para establecer territorio. Contrario a lo que pretendía, el instante en el que Tim dio un paso hacia adentro todo su cuerpo se hizo a un lado automáticamente para dejarlo pasar. Era, después de todo, un protocolo: una práctica social. El hacerse a un lado cada que un hombre de clase alta, envuelto en finas telas y joyas auténticas, pasa.
—Huh... —. Tim ingresó a la modesta salita como si fuera dueño del lugar; y, en teoría, lo era. O al menos lo era su padre, que era dueño del terreno donde estaba construida. Pasó su dedo por la mesa del centro y con una expresión contenida de asco al notar el polvo, se sentó, no sin antes airear un poco el humilde mueble —. ¿No vas a ofrecerme un té, acaso? Obreros... su falta de modales en serio debería dejar de sorprenderme.
El rubio asintió, musitó una pobre disculpa, y una vez en la cocina viró los ojos con fastidio. El agua se encontraba recién hervida pues no había ni alcanzado a meter los ingredientes para la sopa, y tomó de la olla lo suficiente para llenar una tacita. No tenían lo necesario para atender a gente de la nobleza, por lo que se vio forzado a sacar de la alacena más alta la taza de cerámica china de Freddie; una linda y delicada pieza de arte, herencia de su abuelita. Era lo único lo suficientemente decente para servirle al hijo de los Staffell, por lo que la llenó de agua, tiró un par de hierbas aromáticas dentro, y la colocó en una bandeja, junto unos cuantos bizcochos que John había preparado esa mañana y eran un manjar, así como un par de pedacitos de pan, mantequilla y el primer cuchillo que encontró para que se la pueda servir. Un cuchillo de carnes, pero si Staffell se lastimaba usándolo, poca pena le iba a dar al de ojos claros, por lo que perdió cuidado.
No creía que Timothy mereciera nada de eso, pero eran las cortesías, y si no quería que lo termine azotando, pues, le convenía tratarlo como el invitado de honor que era.
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🌙 𝕭𝖆𝖉 𝕸𝖔𝖔𝖓 | 𝔐𝔞𝔶𝔩𝔬𝔯/𝔇𝔢𝔞𝔠𝔲𝔯𝔶 🌙
FanfictionTim se lo buscó. Nadie, absolutamente nadie coquetea con su novio, amenaza con secuestrarlo, y vive para contarlo. Sin embargo, alguien debió advertirle a Roger que enterrar un cadáver en el bosque tenía un precio. O, donde Freddie, Brian, Roger y...