Monster.

The threat

Hi, how are you? Did you miss this fanfic?

Tuvieron que pasar tres años para que al fin me decidiera actualizar el fanfic, pero al fin me animé a hacerlo. Obviamente al haber pasado mucho tiempo he decidido hacer algún que otra modificación en la trama.

Disfruten la lectura.

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– Bienvenidos al hotel Sol Naciente.

Sanae recibió a una pareja de ancianos con una mirada serena y les entregó las llaves de uno de los cuartos.

– Muchas gracias, señorita – agradeció el señor antes de irse con su esposa.

– Misaki – llamó al castaño –. ¿Podrías espiarlos?

– Pero el señor Mikami nos dio órdenes de no matar, además les diste un cuarto donde tenemos prohibido atacar.

– Solo espíalos, y más vale que no te vean.

– Está bien.

Misaki se dirigió al cuarto donde se hospedaba la pareja. Una vez allí fue testigo del amor que se tenían al verlos besarse tiernamente y darse mimos.

– ¿Estás lista, querida?

– Lo estoy, amor.

Para sorpresa del espíritu, ambos ancianos sacaron de sus maletas una pistola y se apuntaron el uno al otro. El sonido de dos disparos perpetrados al mismo tiempo sonó en la habitación segundos después.

Misaki se acercó a ambos cuerpos y notó en la mesa una carta.

– Al menos ya están descansando – comentó tras leer la hoja –. Le avisaré a Sanae.

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Tsubasa estaba recostado en la cama en posición fetal, completamente desnudo y con varias marcas producto de los abusos.

– Bueno, Tsuby, me he divertido mucho estos dos días, pero creo que es hora de que te tomemos un descanso – comentó con cinismo el pelinegro –. Me encantó oír tus gemidos anoche, fue música para mis oídos.

– ¿Me dejarás ir? – susurró.

– Sip, dejaré que tomes algo de aire unas horas, luego retornaremos – sonrió de forma macabra.

– ¿Por qué me haces esto?

– Porque puedo – acto seguido le lanzó su ropa –. ¡Ahora vístete y sal de mí vista antes de que cambie de opinión, y ni se te ocurra hablar de lo que hicimos!

Tsubasa se vistió lo más rápido que pudo y salió del cuarto, al ver el pasillo vacío no pudo evitar arrodillarse y romper en llanto. Desde que puso un pie en el hotel no le habían pasado más que desgracia tras desgracia, quería irse corriendo y no volver nunca, pero había un problema...

– Ishizaki, por favor si esto es una broma tuya por favor ya para – sollozó.

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Matsuyama y Yoshiko estaban en el cuarto leyendo revistas, o eso aparentaban ya que en realidad ambos estaban en su mundo.

– ¿Por qué, Hikaru, por qué quieres matarme?