El Séptimo Humano

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No sabia porque lo hacía... Ni a donde me dirigía... Solo se que tenía miedo, y que estaba harto de ser lastimada en ese horrible lugar...

Así que corrí, corrí y corrí... Hasta perderme en la oscuridad de aquel frondoso bosque— ¡¡Vuelve aquí, estúpido niño!! —Escuche a Madre Dolores gritar. Solté un leve gemido de pavor y a pesar de estar cansado, corrí cuesta arriba... Ese era el Monte Ebott. Un lugar temido por todos... Donde sabía que ella no se atrevería a subir y terminaría dándome por muerto...


Al llegar a la cima, respiré tanto como pude, para luego dejarme caer de rodillas ante la entrada de una cueva... El lugar era lúgubre, pero de alguna forma agradable. El sonido de las estalactitas goteantes y la serena brisa despeinando mi cabello. Me llena de Determinación— Este podría ser un buen lugar para pasar la noche... Madre Dolores, jamás se atrevería a entrar aquí —Dije, mientras caminaba en el interior de la cueva.

— Solo debo buscar una zona donde no haya charcos de —Antes de terminar la frase, fui interrumpido por un "crack" — ¡¡AAA!! —Grité, y asustada, corrí hacia el fondo. De donde recogí una rama. Apunte con ella a la salida y mientras retrocedía, dije— ¡A-aléjate. Tengo una rama astillada! ... ¡Y-y no t-t-tengo miedo en u-usar- ¡¡¡AAAAAAAAA!!! —

Tropecé con una raíz. Caí, caí, caí y caí. No sabía porque lo hacia... Ni a donde me dirigía... Solo se que tenía miedo y de que estaba harta de aquel mundo cruel, en donde ni mis propias cuidadoras se preocupaban por mi...



Tras veinte años de espera, El Séptimo Humano, cayo en el subsuelo. Era de pequeña estatura y aparentaba diez años. Su cabello era marrón oscuro y lo llevaba hasta la altura del hombro, usaba un suéter celeste con rayas moradas y unos shorts de color azul gris. (Algo ridículo a decir verdad, digo, tiene frio en el torso y los brazos ¿Pero no en las piernas?) También tenia unas botas marrones y una curita en la mejilla izquierda. Y a pesar de tener rasgos faciales y corporales muy finos, daba más la impresión de ser un chico.

 Y a pesar de tener rasgos faciales y corporales muy finos, daba más la impresión de ser un chico

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— ¡! —Exclamó el pequeño niño a la vez que se levantaba de un salto «¿Don...? ¿Dónde estoy...?» se preguntó a si mismo, mientras miraba a su alrededor, claramente extrañado. Tal vez por los pilares caídos, los bichitos bioluminiscentes o tal vez por seguir vivo a pesar de la gran altura por la que cayó. Aunque esa extrañeza paso a ser miedo cuando su mirada se cruzo con la mía.

 Aunque esa extrañeza paso a ser miedo cuando su mirada se cruzo con la mía

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Undertale: Perfect ResetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora