16

80 16 0
                                    




Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando salgo por la puerta. La temperatura es mucho más baja esta mañana y apenas he podido dormir en toda la noche. Sin embargo, me encuentro muy despierta, inquieta. Ni si quiera he querido tomar un café al despertarme pues los latidos de mi corazón ya van lo suficientemente deprisa.

Cuando llego a la pequeña estación, el mismo lugar que me dio la bienvenida el primer día que llegué, siento que todo ha cambiado, que yo soy una persona distinta. Habían cambiado tantas cosas en estos últimos días, me había enterado de tanto, había abierto esas viejas heridas una vez más aunque quizás nunca fueron cerradas del todo. Y también había conocido a nuevas personas al mismo tiempo que me había reencontrado con aquellas que una vez significaron tanto para mi.

Pero ahora tenía que decir adiós a todo eso una vez más. Y seguía doliendo igual que la primera vez porque, una vez más, seguía yéndome sola. Porque, una vez más, quizás seguía sin querer marcharme.

Pienso en Anne y en que quizás en un par de horas vaya de camino a mi casa con algo de comida y que lo único que encontrará será una puerta cerrada, un lugar vacío. Quizás esté esperando que vaya a acompañarla en las siguientes semanas a elegir un vestido de novia.

Pienso en las tumbas de mis padres, en que quizás ellos también estén esperando a que vuelva a visitarlos, a que los lleve flores de una vez por todas.

No puedo evitar pensar también en Miles, Joe y Rita, esas personas que acababa de conocer y que me habían hecho reír, sentirme parte de algo.

Trato de no pensar en Tristan pero es obvio que mi mente va hacía él una y otra vez. No le había concedido la despedida que sabía que merecía, que ambos merecíamos. Había tomado el camino equivocado pero éste era, sin duda, el más fácil. Creo que no soportaría decirle adiós, pronunciar esa palabra mientras le miraba a los ojos una última vez. Y ayer cuando salí de su coche ya supe que me iría para siempre pero el no verbalizarlo lo convertía en menos real, en un simple hasta luego.

Tan solo quedan quince minutos para que venga el autobús. Sé que echaré de menos este lugar de la misma forma que lo he estado añorando todos estos años. Ni si quiera puedo imaginarme yendo esta tarde a trabajar; abarrotada en el transporte público, realizando tareas que poco me importaban y regresando a un hogar vacío donde nadie me estaría esperando, donde no tendría una amiga hablándome de su futura boda ni un chico dispuesto a abrazarme en mis peores momentos.

No quería irme. Deseaba quedarme. Tan solo quería regresar a casa. Pero también quería que las cosas fueran como antes, que todos estos años desapareciesen. Algunas cosas simplemente no eran posibles.

Así que, cuando el autobús para delante de mi y agarro mi maleta, sé que la decisión que estoy tomando quizás no sea la correcta pero lo hago de todas formas.

TRISTAN.

Cuando aparco el coche siento que he llegado demasiado tarde. Sin embargo, salgo de éste y corro lo más rápido que me es posible, tan solo deseando que  el vacío que parece haber en la estación signifique que aún es temprano, que todavía tengo una oportunidad.

Cuando Olivia se fue ayer, supe que no volvería a verla. Y en un principio, lo acepté. Aún con el corazón completamente roto, lo acepté o al menos traté de hacerlo. Pero lo cierto es que no pude y después de toda una noche en vela sin poder dormir, supe que nunca me perdonaría el no haberlo intentado.

Quizás lo único que necesitaba por su parte era un adiós, quizás eso fuera lo que terminara liberándome, lo que me permitiera pasar página.

O quizás tan solo necesitaba verla y rogarle una vez más que no se fuera. Que se quedara.

Entre las flores te espero. TERMINADA Y DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora