cuatro

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Las semanas siguientes yo me dedico por completo a mis labores domésticas en el palacio, pero me es imposible olvidar la noche del baile. ¿Cómo olvidar la mejor noche de mi vida? La única noche en la cual, a pesar de mi ropa femenina, yo era por fin yo mismo, por más ridículo que suene.

Revivo mi beso con Taehyung casi permanentemente en mi cabeza; sus labios suaves, sus manos, el aroma de su piel. Si cierro mis ojos casi puedo sentirlo una vez más. Los recuerdos son dolorosos, pero también agridulces.

Hasta que un día, mi madrastra irrumpe en el comedor durante el desayuno. Su rostro severo se ve más ambicioso que de costumbre.

— Hoseok...¡ayuda a tus hermanas a prepararse! Vístanse con sus mejores vestidos y no escatimen en el maquillaje ¡Ahora!

— ¿Qué ocurre, Madre? — Griselda pregunta con tono dócil y confundido. Yo me levanto de la mesa y me dispongo a obedecer.

— ¡ ¿Qué ocurre?! ¡Ocurre que el príncipe Taehyung está en camino!

Mis hermanastras chillan al unísono y yo dejo caer los platos en mi mano.

— ¡Cuidado, maricón! — mi madrastra me patea cuando me inclino a recoger los platos rotos.

— Madre, ¿a qué te refieres con que el príncipe Taehyung está en camino?— Brunilda insiste.

— Después del fiasco del baile, aún hay una chance para que alguna de ustedes se case con él. Quedó prendido con esa mocosita y no puede encontrarla por ninguna parte. Ni siquiera sabe su nombre, pero tiene un zapato que ella ha olvidado aquella noche.

¡Mierda, el zapato!

— Así que está recorriendo el reino, probándole el zapato a todas las muchachas en busca de a quien le quepa.— mi madrastra termina el relato.

— Pero Madre, ni Griselda ni yo somos esa doncella...— Brunilda suspira.

— ¡Eso no importa, idiota! Él ni siquiera recuerda a esa muchacha... Solo importa que a alguna ustedes dos les quepa el zapato para convencerlo.

— ¿Y si no nos entra?— Griselda pregunta.

— Más les vale que sí, de lo contrario voy a estar furiosa.— mi madrastra advierte entre dientes.

Ayudo a mis hermanastras a ponerse los mismos vestidos que usaron la noche del baile. Les peino sus ondulados cabellos con cuidado y las ayudo con el maquillaje. Todo esto lo hago con un horrible nudo ardiente en mi estómago. La idea de ver a Taehyung una vez más me desespera.

Casi una hora después, el Príncipe Taehyung se anuncia en los portones de nuestro palacio, seguido de su séquito de jinetes súbditos. Trato de lucir calmado mientras lo recibo con una reverencia.

— Bienvenido, Mi Lord. Mis hermanastras están ansiosas por....

— ¡Tú!— Taehyung abre sus ojos sobremanera al reconocerme, y sus mejillas se tornan rojas— ¡Eres el muchacho del bosque! ¿Qué haces aquí?

— Yo vivo aquí, Mi Lord. Soy Jung Hoseok— le explico de forma cortés. Siento que ardo a fuego lento. Taehyung está vestido con sus ropajes de cuero y terciopelo bordó, y me ofrece una mirada extraña. Me estudia de pies a cabeza durante unos segundos, y yo recuerdo lo deliciosos que eran sus labios.

— ¿Jung Hoseok? — pregunta uno de los súbditos de mayor edad — ¿El hijo de Lord Jung Jihoo?

Asiento con la cabeza.

— Lord Jung era la mano derecha de mi padre. — Taehyung me dice en tono solemne — Si tú eres su primogénito, no deberías ser el criado aquí.

Bajo la mirada, y mi madrastra entra en escena.

HoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora