31 days || Deathduo ||

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|| Semi Canon ||

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Las madrugadas son heladas en Quesadilla Island.

Es como si todo el mal clima que muy pocas veces hace en la isla tuviera su venganza durante las madrugadas pues el viento durante esas horas sopla como si fuera a destruir todo a su paso y la temperatura baja bastante como si al día siguiente fuera a nevar.

Y a la parca eso le gustaba.

Missa gustaba del frío que las madrugadas tenía, pero sabía que el ángel no era igual a el en eso.

Ambos se habían quedado hasta tarde en la casa de Wilbur y Tallulah, pues después del regreso del músico, debían ponerle al corriente con todo lo sucedido y ayudarle a tener un cuarto seguro para la amapola, algo que les tomo todo el día.

Tomar la waystone a su hogar y caminar esos pocos metros a la puerta de su propia habitación, fue el frío suficiente que necesitaba el cuervo, quien, apenas entraron a la casa, se tiró a la cama.

Eso logro que Missa riera mientras comenzaba a cambiar de ropa a algo más cómodo y terminaba por acostarse con su esposo, quien, apenas sintió el peso extra en la cama, le abrazo con fuerza.

"¿Mucho frío, cuervito?"

Pregunto la parca, dejándose abrazar por el Ángel, quien sentía algo de vergüenza por aquella situación y solamente alcanzo a mover su cabeza de arriba a abajo, logrando sacar otra dulce risa por parte de Missa.

El mexicano se sentía afortunado de poder ver esa parte de su esposo que no dejaba ver a nadie, el siempre estaba tranquilo, peleando y protegiendo a quienes tenía que cuidar, pero con Missa, Phil podía relajarse, se sentía seguro de hacerlo.

Aunque el dormir aún era un problema.

Trabajarían poco a poco en ello.

Dejando que su esposo lo abrazara, Missa termino por quedarse dormido antes que el ángel como siempre sucedía, algo que el cuervo aprovecho para poder observar las facciones de su compañero.

Eran brillantes.

A ojos de Phil, tanto Missa, como Chay y Tallulah eran las personas más brillantes que había conocido.

Sería tal vez otra noche en vela para Philza, pero valía la pena.

Pues podía quedarse admirando a su esposo.

Y eso lo hacía sentirse cálido.

Las madrugadas son heladas en Quesadilla Island, excepto cuando tienes una buena compañía.