00 | Prólogo

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— La Luna llena... está maldita.

Aquella frase era sacrilegio en su aldea, pero recordaba haberla escuchado cuando era pequeño.

Los habitantes de Vollmond tenían una estrecha relación con la Luna, pues las leyendas contaban que descendían de una deidad lunar que los bendijo con un extraño poder:

En la primera Luna llena
de sus dieciocho años,
los jóvenes quedaban enlazados
con la primera persona que veían;
siempre que no estuviesen
emparentados.

El enlace era un vínculo muy fuerte que una persona establecía con otra, un vínculo eterno, imposible de romper. Mediante este enlace unilateral, la persona que se enlazaba podía conocer las emociones de la otra, sentirlas como suyas. Sin embargo, este enlace podía formarse y permanecer sin que existiese amor de por medio.

En algún punto de la historia los adultos comenzaron a aprovecharse de la situación, concretando matrimonios de antemano y encerrando a los jóvenes durante la primera Luna llena de su dieciocho cumpleaños, asegurándose de esta forma que la primera persona que viesen fuese elegida por ellos.

Debido a esto, decenas de parejas que no sentían amor entre sí habitaban en la aldea, condenadas a vivir el resto de sus vidas vinculados.

Pero en Vollmond esto no debía verse como una condena, pues para ellos era una tradición ancestral que los unía a la Luna. Pese a esto, no todo el mundo pensaba así en realidad. La frase que Jo escuchó cuando tan solo era un niño lo confirmaba, y a dos noches de su primera Luna llena teniendo dieciocho años, estaba aterrado.

Ya sabía con quien iba a enlazarse, sus padres lo llevaban organizando durante años. Había nacido en una familia adinerada e influyente en la aldea, por lo que era de esperarse que su enlace tan solo fuese una herramienta para conseguir más poder y dinero.

Conocía a Harua desde que eran niños, era su mejor amigo, como un hermano para él. Pero sin duda no era la persona con la que quería enlazarse, no lo amaba de forma romántica y dudaba que fuese a hacerlo algún día. Y a pesar de esto, sabía que él no tenía voz en aquel asunto, en su propio futuro; sabía que en dos días quedaría enlazado a Harua y terminarían casándose.

Era consciente de que no debía dudar en las tradiciones de su aldea, que todo lo que ocurría eran los deseos de la Luna, como los ancianos proclamaban en todas las ceremonias. Pero en momentos como aquel no podía evitar preguntarse como habría sido nacer en Novilunium, la aldea más próxima a ellos.

Ambas aldeas no tenían contacto entre sí. Los habitantes de Vollmond estaban arraigados a sus tradiciones y vivían con un comportamiento serio y elegante, rozando la soberbia; en Novilunium, en cambio, Jo había escuchado que vivían como salvajes, recorriendo los bosques en libertad, sin ninguna maldición en sus venas.

Para el joven pelinegro todo aquello ya no importaba, su futuro estaba sellado.

El destino que la Luna tenía para él ya había sido escrito, pero quizás no era el que él esperaba.

____________ Fin del
prólogo.

____________ Fin del prólogo

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