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Ni siquiera había amanecido, todavía faltaban un par de horas para que el sol saliese, pero Jo ya sentía que aquel día había cometido más estupideces que en toda su vida. Una más no marcaría la diferencia.

La extraña fuerza que lo había atraído hacia el bosque horas atrás volvía a impulsarlo, instándolo a que bajase al encuentro del desconocido con rapidez.

Nadie en su sano juicio lo haría, pues desde pequeños les habían enseñado que los habitantes de Novilunium eran peligrosos, salvajes. Ambas tribus se ignoraban la una a la otra, evitándose como la peste.

Pero aquel chico no podía ser peligroso. Era impensable que el joven que hizo que su mundo se detuviese fuese peligroso. No para él. Y aún si lo fuese, en esos momentos no le podía importar menos.

Siendo precavido, al contrario que la vez anterior, se calzó antes de salir por la ventana y bajar ágilmente la enredadera. Miró a los lados para asegurarse de que no había nadie y corrió unos metros hasta llegar al límite del bosque, internándose entre los árboles hasta el lugar en el que creyó ver al contrario. No había rastro de nadie. Pero sabía que estaba cerca.

— ¿Hol- — Alguien lo agarró de la camisa con poca delicadeza, arrastrándolo contra el tronco de un árbol antes de que pudiese procesar lo que ocurría.

Frente a él, con una cara de pocos amigos que lo observaba desde unos centímetros más arriba, estaba él. El chico que se encontró, el que saltó de la cascada, la primera persona a la que vio en la primera Luna llena de sus dieciocho cumpleaños.

La situación debería de ser terrorífica, porque el chico frente a él lo miraba como si lo odiase. Pero Jo estaba deslumbrado; el contrario era estúpidamente hermoso.

— ¿Qué me hiciste? —habló en un tono grave el más alto, apretando la camisa que todavía tenía entre sus dedos.

Escuchar su voz dejó todavía más confundido a Jo, que sentía de nuevo como se quedaba sin respiración. Pero, ¿qué es lo que le había preguntado? ¿Cómo que qué le había hecho?

El gesto confundido del más bajo hizo que el desconocido chasquease la lengua. — En el lago—comenzó a explicar. — ¿Qué me hiciste en el lago?

— ¿En el lago? ¿Yo a ti?

Jo esperaba que el contrario le mirase como si estuviese loco, porque en esos momentos no entendía nada y sus preguntas podrían parecer estúpidas. Pero no fue así. El mayor lo soltó en el momento en el que escuchó su voz, mirándolo con todavía más intriga en los ojos.

Por un momento pensó que el chico se había arrepentido de agarrarlo con tanta brusquedad y mirarlo de aquella manera, pues el gesto que había puesto parecía el de alguien arrepentido. Sin embargo, de un momento para otro una de sus muñecas fue agarrada de nuevo, con bastante más suavidad que anteriormente, y comenzó a ser arrastrado hacia el interior del bosque.

— Hablemos en el lago, no quiero que te vuelvas a escapar o que nos interrumpan.

Entonces Jo pensó en lo que había ocurrido en el lago. Pero solo podía recordar como sin duda se había enlazado del desconocido bajo la luz de la Luna, cuando su mundo se paró y sus pulmones decidieron dejar de hacer su trabajo. Luego salió corriendo, guiado por el terror y la confusión de lo que acababa de ocurrir. Sí, se podría decir que había escapado. ¿Pero que le importaba al más alto? Lo único que debió de ver él fue a un chico muy extraño cayéndose al suelo y luego escapando en vergüenza.

La idea de que el contrario se pudiese haber enlazado también ni siquiera pasó por su cabeza, pues sabía que en Novilunium las cosas no funcionaban así. Ningún joven de esa otra tribu se enlazaba de aquella manera, ellos lo hacían de forma voluntaria, mediante un ritual del que Jo no sabía demasiado.

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⏰ Última actualización: May 07 ⏰

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