Leo y Xóchitl encontraron al fantasma de Hernán Cortés en el salón principal del palacio virreinal, donde se exhibían los retratos de los anteriores virreyes. El fantasma estaba parado frente al retrato del actual virrey, Antonio de Mendoza y Pacheco, y lo miraba con desprecio.
- ¡Mira nada más a este impostor! - exclamó el fantasma con voz altanera - ¡Qué se cree que es, el rey de España? ¡Él no es nadie, comparado conmigo! ¡Yo soy Hernán Cortés, el conquistador de México, el fundador de la Nueva España, el héroe de la historia!
Los jóvenes se quedaron sorprendidos al ver al fantasma, que tenía el aspecto y la voz que les había descrito el virrey. Era un hombre alto y robusto, con el pelo rubio, la barba poblada, el sombrero emplumado y la armadura reluciente. Tenía una expresión arrogante y desafiante, y hablaba con un acento castellano muy marcado.
- ¿Es él? - preguntó Xóchitl con asombro.
- Parece que sí - respondió Leo con duda.
- ¿Qué hacemos? - preguntó Teodora con nerviosismo.
- Vamos a hablar con él - dijo Leo con valentía.
- ¿Estás seguro? - preguntó Don Andrés con temor.
- Sí, estoy seguro - afirmó Leo con confianza.
Los jóvenes se acercaron al fantasma con cautela, tratando de no asustarlo ni provocarlo. Leo tomó la iniciativa y se dirigió a él con respeto.
- Buenas tardes, señor Cortés - le dijo Leo con cortesía - Somos unos investigadores que hemos venido a hablar con usted.
- ¿Investigadores? - repitió el fantasma con sorpresa - ¿Y qué quieren investigar?
- Queremos investigar su presencia en este palacio - le explicó Leo con sinceridad - Queremos saber quién es usted, qué quiere y por qué está aquí.
- ¿Quién soy yo? - se burló el fantasma con ironía - ¿Acaso no me conocen? Soy Hernán Cortés, el conquistador de México, el fundador de la Nueva España, el héroe de la historia. Eso es lo que soy.
- ¿Y qué quiere? - insistió Leo con paciencia.
- Quiero lo que me pertenece - respondió el fantasma con firmeza - Quiero este palacio, que yo mismo mandé construir sobre las ruinas del templo mayor. Quiero esta tierra, que yo mismo exploré y sometí. Quiero esta gloria, que yo mismo gané y merezco.
- ¿Y por qué está aquí? - preguntó Leo con curiosidad.
- Estoy aquí porque he vuelto del más allá para reclamar lo mío - afirmó el fantasma con orgullo - Estoy aquí porque no soporto ver cómo este palacio está ocupado por un usurpador. Estoy aquí porque no tolero ver cómo esta tierra está gobernada por un inepto. Estoy aquí porque no admito ver cómo esta historia está escrita por un villano.
- ¿A quién se refiere? - preguntó Leo con confusión.
- Me refiero al virrey Antonio de Mendoza y Pacheco - respondió el fantasma con odio - El que se hace llamar el primer virrey de la Nueva España. El que se cree el dueño de este palacio. El que se cree el gobernador de esta tierra. El que se cree el héroe de esta historia. Él es mi enemigo, y yo soy su pesadilla.
Los jóvenes se quedaron sin palabras al escuchar las palabras del fantasma. No sabían qué pensar ni qué decir. No sabían si creerle o no. No sabían si era realmente el espíritu de Hernán Cortés, o si era una ilusión creada por alguien más. Lo único que sabían era que estaban ante un misterio que debían resolver.
Los jóvenes decidieron hacerle unas preguntas al fantasma de Hernán Cortés, para averiguar si era realmente el espíritu del conquistador, o si era una ilusión creada por alguien más. Leo tomó la iniciativa y le preguntó con respeto:
- Señor Cortés, ¿puede decirnos cómo murió usted?
- ¿Cómo morí? - repitió el fantasma con sorpresa - ¿Acaso no lo saben? Morí en Castilleja de la Cuesta, en Sevilla, el 2 de diciembre de 1547. Morí de una disentería que me atacó después de un largo viaje por mar. Morí solo y olvidado, sin recibir el reconocimiento ni la recompensa que me correspondían.
- ¿Y qué hizo usted después de morir? - preguntó Leo con curiosidad.
- Después de morir, me fui al más allá - respondió el fantasma con seriedad - Me fui al lugar donde van las almas de los valientes y los nobles. Me fui al lugar donde me esperaban mis antepasados y mis compañeros. Me fui al lugar donde me aguardaba mi destino.
- ¿Y cuál era su destino? - preguntó Leo con interés.
- Mi destino era volver a este mundo - afirmó el fantasma con orgullo - Volver a este mundo para reclamar lo que me pertenece. Volver a este mundo para recuperar mi gloria. Volver a este mundo para vengarme de mis enemigos.
- ¿Y cómo volvió usted a este mundo? - preguntó Leo con duda.
- Volví a este mundo gracias a un pacto - reveló el fantasma con misterio - Un pacto que hice con un ser poderoso y malvado. Un ser que me ofreció la oportunidad de regresar a cambio de un favor. Un ser que me dio la forma y la fuerza para manifestarme en este palacio.
- ¿Qué ser es ese? - preguntó Leo con intriga.
- Ese ser es el Charro Negro - confesó el fantasma con temor - El Charro Negro, el señor del inframundo, el enemigo de la vida. Él es el que me ha traído aquí, y él es el que me ha encargado una misión.
- ¿Qué misión es esa? - preguntó Leo con confusión.
- Esa misión es separarlos a ustedes dos - dijo el fantasma señalando a Leo y Xóchitl - Separarlos a ustedes dos, que son los elegidos para salvar al mundo de las fuerzas oscuras. Separarlos a ustedes dos, que se aman con un amor puro e inquebrantable. Separarlos a ustedes dos, que son la esperanza de la humanidad.
Los jóvenes se quedaron estupefactos al escuchar las palabras del fantasma. No podían creer lo que estaban oyendo. El fantasma no era el espíritu de Hernán Cortés, sino una ilusión creada por el Charro Negro. El Charro Negro los había engañado para atraerlos a su trampa..
Continuará...
Omg 🙀
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Te amo y mas...
RomanceLa historia de Leo y Xóchitl, cargando un amor tan fuerte que ni el mismo diablo puede separar. El charro los busca separar de alguna manera para poder cumplir con sus planes maliciosos. Obvio, como saben, los personajes que se encuentran en la hist...