CAPÍTULO 8

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Epílogo.

Ron Weasley llego a la madriguera temprano ese domingo.

Era su turno de ayudar con los preparativos de ese día, y no podía estar más emocionado. Estaba seguro de que Harry ya le había dicho a Malfoy sobre su estado, lo que significaba que ese día se lo diría a la familia completa.

Desayunó junto a sus padres, charlando sobre su trabajo y como iban las cosas en el ministerio. Hace ya un par de años que Arthur dejo de trabajar allí. Se sintió de nuevo como un pequeño en la mesa con sus padres, solo le hacían falta sus hermanos.

Hermione llegó poco después con el pequeño Hugo, quien de inmediato comenzó a recorrer la casa de sus abuelos con galletas que Molly le había dado con una sonrisa.

George llegó minutos después junto a Charlie. Los siguieron Bill y Fleur junto a sus hijas Victoire y Dominique. Y por último Ginny junto a Percy y sus respectivas parejas.

Todos charlaban de lo ocurrido la ultima semana, y en el caso de Charlie y Ginny, de las ultimas dos. El ambiente era agradable y pacífico, se sentía una calidez en el aire que hacía que todos estuviesen cómodos.

Ron ayudaba a su madre con la comida, mientras Hermione se ponía al día con Ginny y los demás estaban afuera arreglando la mesas y sillas; hoy almorzarían afuera.

George se colaba de vez en cuando a la cocina y probaba los bocadillos.

- Yo les doy el control de calidad – decía sonriendo mientras Molly lo echaba por cuarta vez.

Paso tan solo una hora para que Harry legara a la madriguera y fuera recibido por todos con un abrazo cada uno. Junto a él también llegaron Andrómeda y Teddy, quien ese día tenía el cabello violeta y los ojos color miel.

Todos allí sintieron como el ambiente cambio con la llegada de Harry, se sentían más felices, con más energías.

Ginny fue la primera en preguntar por Malfoy.

- Llegara en cualquier momento – contestó sonriendo.

Ron se dio cuenta de la mirada que su madre le dio a Harry, ella siempre había sido buena para darse cuenta de cosas como esas. Instinto de madre lo llamaba él.

Molly miro a Ron, y él solo le sonrió mientras negaba.

Harry jugaba con sus sobrinos, como él siempre los llamo, y disfrutaba de ese maravilloso domingo en familia. Porque los Weasley eran eso para él, familia.

- Harry se ve… diferente – menciono Ginny a la única castaña allí, y ella la miro curiosa.

- ¿A qué te refieres? – inquirió y la pelirroja se encogió de hombros.

- No lo sé, solo lo siento diferente, pero en el buen sentido.

Hermione observó a su mejor amigo, y pensó que tal vez era un don de las mujeres Weasley darse cuenta de cosas como esas. Si Harry no se los decía hoy, estaba segura de que para la próxima Molly y Ginny ya lo sabrían.

Pero entonces Ginny abrió sus ojos con sorpresa y se acercó a Harry en menos de un segundo.

Harry se vio sorprendido ante la repentina cercanía de Ginny, pero ésta solo lo tomo de la mano y lo alejó de todos los demás. Hermione temió que ya lo haya descubierto.

- ¿Qué ocurre Ginny? – preguntó extrañado por la actitud de su amiga, quien aun le sujetaba la mano.

Se detuvo y observó a su alrededor para comprobar que nadie estaba cerca.

- ¿Esto es lo que creo que es? – ella levantó la mano que tenía sujeta y Harry supo de inmediato a qué se refería.

Sonrió avergonzado, con la expectante mirada de la pelirroja sobre él.

Si Astoria hubiese sido más lista (Drarry soft 2.0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora