Capítulo Uno: No Puedo Dormir.

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Capítulo Uno

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Capítulo Uno.

" No Puedo Dormir. "

5 de Septiembre.

No quedaba lejos, para nada, ni siquiera supo porqué decidieron usar el auto si solo eran dos calles, pero ahí estaba, sus brazos cruzados en forma de reproche por lo que estaba viviendo, no estaba de acuerdo, para nada, se opuso rotundamente, pero ser aún un adolescente no le dejaba opinar demasiado, contando lo estricto de sus padres. Por segundo perdió la paciencia, ellos no estarían tanto, siempre viajaban por negocios y aunque antes dejaban niñeras, cuando cumplió catorce años fue considerado lo suficientemente responsable para cuidarse solo. Ahora, en medio de un arrebato que no comprendía de sus progenitores, se estaban mudando a una casa que no era de su agrado, estaban dejando el hogar en donde creció a unas calles solamente.

No tenía caso que ellos escogieran, ni siquiera se quedarían. La mudanza ya estaba lista, para salir y tendría que organizar, como supuso, sus padres viajarían mañana.

Su única manera de protestar fue quedarse callado, no podía hacer más. Los minutos fueron eternos y el clima no podía ser más deprimente, las nubes grises cubrían cualquier rayo de luz y la suave lluvia hacia un ambiente frío. Su padre estaciono el auto afuera de la nueva casa, era bastante sencilla como todas las del lugar, dos pisos, maderas, color blanca, ventanas amplias y a la vista, normal, pero eso no era del todo cierto. Ignoro a sus padres, ellos hablaban como si no existiera y eso seria mejor, se ahorraría dolores de cabeza, se limito a tomar su mochila, una pequeña maleta y su chaqueta, no le interesó que el agua humedeciera levemente su ropa, se apresuro adentrarse, haciendo caso omiso al camión de la mudanza. Ya sabía cual seria su habitación y los odio en parte por eso, sus pasos resonaron mientras se movían por instinto, cruzó el pasillo y llego a la última habitación, se detuvo al ver el letro escrito con tinta violeta sobre un papel; " No entres a menos que quieras ser hechizado, " si hubiera estado de mejor humor, se habría reído, pero lamentablemente este no fue el caso. Sintió una horrible sensación recorrerlo, pero no tenía opción, se le escapo un suspiro cuando abrió la puerta dejando ver que el lugar, una habitación mediana con cortinas azules, paredes blancas, una cama sencilla con sabanas negras y un pequeño escritorio, al parecer no habían sacado las cosas de los antiguos dueños. Le dolió la cabeza de solo ver esos objetos, negó suavemente mientras se adentraba, cerró la puerta a su paso y se dejo caer pesadamente en la cama, tirando sin cuidado sus cosas al suelo. Se preguntó mentalmente si estaba lo suficientemente bien para quedarse aquí, la respuesta era un claro no, pero, no tenía opción.

Por pequeño instante pudo escuchar la risa de una chica a lo lejos, pasos que lo perseguían y hasta logro sentir una de las hojas de otoño acariciar su rostro.

— ¡Vegeta!

Cerró sus ojos y solo se convenció de que no era real, solo estaba teniendo sus problemas típicos. Sentirse agotado era poco, estaba casi exhausto, quería dormir pero sabía que tenía que arreglar su habitación, una parte de él no quería deshacerse de las cosas que estaban ahí, así que usaría el único poder que tenía en ese lugar para dejarlos. Se recostó lentamente, mientras veía el techo y de fondo escuchaba los gritos de su madre, estaba perdiendo la paciencia con su padre, en parte que ellos se fueran no era tan malo, agradecía de sobremanera el silencio y la paz que le daba la soledad, pero esta no era su casa, este lugar solo provocaba que se tensara. En medio de sus pensamientos rápidos e incoherentes, su teléfono desvío la atención, estaba sonando, no dudo en sacarlo de su bolsillo y responder sin siquiera ver quien era, no tenía ganas de hacerlo, su mente siempre fue un caos; — ¿qué? — gruñó, cubriendo sus ojos con su antebrazo.

Midnight. || V.B ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora