Olvidar el pasado no es algo que sea fácil, soltar lo que pudo ser y nunca fue tampoco es algo que él este dispuesto hacer.
Él realmente no quería mudarse, solo deseaba enloquecer en silencio y que lo dejaran en paz.
Pero, cuando el otoño hizo que l...
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Capítulo Cinco.
"Acabo Conmigo. "
10 de octubre.
10:45 am.
Su cabello se balanceaba con su movimiento, ahora él era un poco más alto que ella, eso le pareció reconfortante, era una chica y él era un chico. El sol cubría perfectamente el cielo en una mañana que por extraño que pareciera, era cálida. El otoño lleno las calles con sus hojas en preparación para el invierno, donde la reina llegaba al Hades. Estaba tan solo a unos dos pasos de ella, quien caminaba y hablaba con alegría como siempre lo hacía, estaba contándole la historia de su primera vez en la ciudad de los muertos que tenía nombre propio y era ciudad de huesos, le pareció robado de un libro pero no comento al respecto. Bulma explicó que habían todo tipo de seres que creyó no existían, vampiros, licántropos, brujas, fantasmas y hasta antiguos espectros que murieron trágicamente como el jinete sin cabeza, admitió que eso la emociono siendo una amante de los mitos y leyendas, fue algo que calmo su extraño sentimiento al darse cuenta de que estaba muerta. Comenzó alejarse más y más, moviéndose en un vaiven que lo dejo hipnotizado, por un segundo se detuvo, al segundo que ella giraba y con una enorme sonrisa lo llamaba con su mano, — ¡Vegeta! ¡ven, vamos! — una risa se le escapo y para él recién nombrado ese instante se volvió una fotografía, ella estaba ahí, en un camino con árboles a su alrededor, el sol justo en el punto perfecto que iluminaba su piel y esa radiante sonrisa, solo ella podía verlo así... Era Bulma, solo esa chica era capaz de lograr eso, — ¡vamos! — nuevamente lo llamó, mientras seguía caminando, una leve brisa removió su cabello y Vegeta pudo ver el mar en eso.
¿Por qué sentía eso? Esa extraña sensación la tuvo desde que era un niño pequeño, cuando por primera vez la vio. Él no la conoció por sus padres, no, ese día en un otoño lejano iba caminando por la calle, sus zapatos resonaban en el suelo humedo, estaba distraído, sumido en sus pensamientos, un huracán demasiado fuerte para su edad. Fue en menos de un segundo, alguien chocó fuertemente con su hombro, tropezando torpemente y dejando caer sus cosas al suelo, no pudo evitar maldecir al chico que vio de espaldas seguir corriendo. Justo cuando iba a recoger sus cosas de mal humor, una delicada mano tomó su libro, ayudándolo a guardarlo en su mochila. Vegeta levantó su vista encontrándose con un azul que dejo paralizado su pequeño corazón, era una chica un poco más grande que él, sin decir palabra ella guardo el resto de sus cosas y lo ayudo a ponerse de pie, regalándole una sonrisa que lo marcaría de por vida. Simplemente giro su cuerpo y corrió, alejándose mientras las hojas caían, creyó que se iría sin siquiera voltear a verlo y justo cuando iba avanzar, ella se detuvo, ladeando su cuerpo para ver al niño a lo lejos, — ¡adiós! — logró escuchar a la distancia mientras ella se alejaba, su voz lo freno en seco y no pudo explicar lo que sintió en ese instante, era demasiado para un simple niño, era como si estuviera atrapado en un cuerpo pequeño pero su alma ya fuera adulta.
Luego de unos meses, ella se convirtió en su niñera.
Estaba sintiendo lo mismo, pero no comprendía como era posible, y era muy consciente de que Bulma no lo vería de otra forma, pero... Para Vegeta era diferente, su corazón gritaba su nombre y su alma clamaba por ella, no sabia controlarlo y cuando esa imágen se repitió ante sus ojos se sintió tan jodidamente débil que no lograba hablar, solo podía sentir el anhelo de un amante que hace milenios lleva buscando a su primer amor... Se obligó a moverse, a callar sus fuertes latidos y sus gritos internos que lo querían llevar hacia ella para abrazarla, siguio avanzando tratando de controlarse. Traía un par de audífonos que le servían para hablar con ella en la calle sin que lo observaran raro, ese día iban a visitar a una persona especial para la peliazul, así que con su mayor esfuerzo llegó a su lado y fingió no sentir nada, como si fuera fácil... Le dio una leve sonrisa, — ¿qué haremos donde esa anciana? — cambió de tema y pensamientos.
