Capítulo 4

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Un mes después

ㅡ¡Nini! ㅡllamó Lisa al verla concentrada.

La mayor iba trotando hasta donde estaba Jennie con una sonrisa de oreja a oreja, se veía totalmente feliz.

ㅡ¡Lili! ㅡle contestó feliz la rubia.

Hacía unos días, Jennie se había dado de tour para poder sacar fotos a, básicamente, lo primero que se le cruzara en frente y le pareciera lindo.

Ese día había amanecido muy, muy feliz, pues una de las fotografías que había tomado, había sido reconocida por un muy importante fotógrafo.

Era la primera vez que una persona le reconocía la manera en la que su cámara captaba un hermoso paisaje.

ㅡNini, ¿cómo estás? ㅡsonó agitada debido a la carrera que se había dado buscando a la rubia. ㅡTengo que contarte algo.

ㅡWow, tranquiao, no voy a irme ㅡrióㅡ. Estoy bien, Lisa, ¿tú estás bien?

Una de las cualidades que resaltan a la rubia, era que se preocupaba por los demás, estar para ellos siempre.

Además de dotada con su potencial para las fotos, y la edición de las mismas, básicamente sus tardes se basaban en editar sus propias fotos y subir sus favoritas a sus redes sociales.

ㅡYo también tengo que contarte algo, pero primero túㅡ la sonrisa no se borraba de su rostro.

Lisa estaba físicamente feliz, una vibra energética le recorría cada parte de su cuerpo, pero su sonrisa le delataba aquello que sentía, y no era del todo felicidad.

Jennie por su lado irradiaba felicidad pura, podía sentirse algún tipo de imán que en vez de atraer, devolvía felicidad con aquel que se acercara, la noticia de sus fotos le puso muy feliz.

No había nada que le bajase aquello.

ㅡBueno… ㅡLisa jugaba con sus manos algo nerviosa por la reacción de su mejor amigaㅡ. Mingyu ahora es mi novio.

Su mirada cayó y su sonrisa se borró. Ni siquiera supo qué decirle a la pelinegra.

Sólo seis palabras hicieron que toda aquella felicidad que estaba irradiando Kim, cayeran como una gota que cae del cielo, directamente.

Al igual que sus emociones y todo lo que tenía, todo se le vino al suelo, pero debía mostrarse feliz, aunque sea por Lisa.

Su pequeño corazoncito se quebró. La persona que le gustaba tenía novip, y eso fue aún más doloroso.

ㅡ¿Jennie? ㅡle llamó por cuarta vez, la otra le observóㅡ. ¿Qué tenías que decirme?

No quería hablar, quería estar sola, llorar mientras escuchaba canciones que la hicieran sentirse aún peor.

Así que dejó el tema y buscó su escapatoria directa hasta su casa.

ㅡRealmente, no es nada... importante ㅡLisa pudo sentir su tristeza, y definitivamente se dió cuenta de que hizo mal en decirle, aunque ¿también habría hecho mal no haberlo hecho?ㅡ. Ya me voy a casa.

Ni siquiera le dió tiempo de despedirse a Lisa, pues ya se había alejado a pasos rápidos.

Puso sus audífonos y reprodujo la playlist que tenía de nombre: “En caso de” y Heather de Conan Gray comenzó a vibrar en aquellos audífonos que llevaba a todo volumen.

Entendía la letra, y sentía que más bien se habían inspirado en ella para crear aquella hermosa canción.

Comenzó a darse cuenta de que ella quería ser él para recibir todo aquel amor que probablemente ya no recibiría de su mejor amiga.

ㅡNo debo llorar ㅡdijo limpiando una lágrima que caía de su ojo, seguida de otra.

Pero no quería, no podía llorar en la calle, aún le faltaba un cuadra para llegar a su dicha casa, donde podía estar sola y tranquila, y podría llorar ahí, aunque no quisiera.

Pero en la calle mantendría su imagen, o bueno, lo que quedaba de ella.

Llegó a su casa ya con un nudo en la garganta que la estaba casi que dejando sin aire.

No pudo siquiera ver dónde ponía las llaves porque una nublada vista por las lágrimas le acompañó, seguida de las nuevas apariciones de llanto.

A duras penas abrió, cerró la puerta y corrió hasta su cuarto, donde un llanto incontrolable lo invadió.

No dejaba de llorar de ninguna forma, estaba totalmente rota de saber que la persona que amaba podría compartir su vida con alguien que no era ella, y no eran celos.

Era tristeza, de poder llegar a perder aquella única cosa que realmente le importaba, a Lisa.

No quería perder a Lisa, era su todo básicamente, no podía soltarla, no quería hacerlo, sentía que una parte de ella se desprendía, y no volvería.

Y quizá eso pasaría.

De no haber sido tan cobarde para decirle cuánto la ama, pero ahora que lo pensaba, Lisa no merecía a alguien cobarde como ella, a alguien que le tuviera miedo a decir lo que siente.

Lisa no la merecía, definitivamente no, merecía más, y lamentablemente, ella no podría ser eso.

Lisa no la merecía, definitivamente no, merecía más, y lamentablemente, ella no podría ser eso

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