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Valentín trató de seguir con sus clases del día de la manera más normal posible, aunque el único pensamiento en su cabeza fuera si Luka había comido lo que le había dado o no. El chico tranquilamente podría haberlo tirado, o podría haberselo dado a alguien más. Ahora el remordimiento lo atacaba no por su deseo inicial, sino por las posibles consecuencias en el caso de que su plan fallara. ¿Y si hacía que Juan se pelee con su compañero de habitación? ¿Y si un profesor empezaba a odiar a Agustín?

De todas maneras, ya era demasiado tarde para echarse hacia atrás. Seguro no había ni un solo rastro y ninguna miga de aquel regalo que le había hecho a su compañero. Pobre Luka, tal vez en otra vida podrían haber sido amigos, pero en esa estaban enamorados del mismo hombre y el tan solo no podía soportarlo.

El divague en su cabeza hizo que no pudiera tomar muchos apuntes por lo cual difícilmente iba a poder convertir a una ardilla en una manzana en la siguiente clase, y menos saber que tipo de alimentación se le debía dar a un dragón. Eran detalles que por el momento no lo perturbaban, pero que necesitaría a la hora de rendir exámenes a fin de año. Encima, ahora algunos de sus profesores esperaban más de él. Que empezara a sacar buenas notas y a entregar sus trabajos a tiempo, ya que lo habían visto pasar mucho rato en la biblioteca. Si supieran el verdadero propósito, tal vez ya lo hubieran expulsado.

Dicha expulsión se había sumado a sus miedos en todos los tópicos disponibles sobre los cuales sobrepensar. Le demandaban tanto espacio en su memoria que ya pensaba cada vez menos en el morocho de ojos claros que lo había llevado a concretar sus locuras, tanto que no se dio cuenta cuando lo tuvo frente a su cara.

A pesar de que los dormitorios se organizaban por edad y sus habitaciones no estaban muy alejadas, Valentín siempre se cruzaba al mayor en otros lugares, pero nunca ahí. En sus clases, en los jardines, en las terrazas, pero en esos pasillos que ahora estaban vacíos el aire se sentía distinto. En el momento en el que Agustín lo tomó del brazo para frenarlo, le dio la sensación de que tal vez no había pasado tanto tiempo desde la ultima vez que se sintieron como amigos.

El más alto había conseguido que Valen se quede como estatua, un poco por lo embobado que lo dejaba su belleza y otro poco porque ya imaginaba la que se le venía. Aunque era rápido para mentir, tal vez sus versos no eran de la mejor calidad y tenían bastantes inconsistencias.

-¿Así que tengo cara de biblioteca?

"No, de lindo" fue lo primero que pensó el colorado. Ahora su corazón latía con tanta fuerza por el amor, pero también por la vergüenza, que sentía que se le iba a salir del pecho. Sus mejillas se tiñeron de rosa y las palabras se negaron a salir de su boca. Los ojos contrarios lo miraban fijamente, como si estuvieran estudiando cada una de sus reacciones.

-¿Qué estabas buscando Valentín?

Bueno, que lo llamara así había dolido un poco. En algún momento supo ser, valen, valu. Era su amigo. ¿Por qué ahora lo estaba tratando de esa manera tan fría y seca? Va, tal vez no lo haría si no hubiera entrado a su habitación para robarse un libro. Ojo, igual ya lo había devuelto.

Agustín esperaba una respuesta aun con el agarre de su mano firme en el brazo contrario.

-En realidad te estaba buscando a vos.- La mentira arrancó de manera dubitativa y lenta, no sabía a donde iba a poder llevarlo, pero ahora estaba teniendo la atención que quería. Aunque fuera con un poco de cara de enojado, los ojos de Agustín estaban posados atentamente en su rostro y sus oídos estaban esperando escuchar sus palabras. Tenía que aprovechar ese momento como si lo fuera a perder para siempre. -Es que encontré algo que te quería mostrar, de cuando éramos chiquitos.

El agarre de Agustín aflojó y Valen suspiró aliviado, aunque en el fondo deseaba no perder el tacto ajeno. Utilizando cinco segundos más para pensar en algo más firme, empezó a versear otra vez.

-Me mandé a tu pieza pensando que estabas, pero cuando vi que era Luka medio que me agarraron los nervios. Así que le metí una excusa cualquiera, la primera que se me ocurrió para no quedar como un tonto.- Valentín sonrió con nerviosismo, tal vez si mostraba un poquito los dientes chiquitos y separados el corazón de Agus se sensibilizaría y lo perdonaría más rápido. -Además no pensaba quedarme con el libro, hoy se lo di a Luka.

Agustín asintió con su cabeza, había recibido el libro y ahora estaba nuevamente en su lugar del escritorio. Disipadas las dudas, sus ojos parecían no querer moverse, parecían concentrados en el sonrojo ajeno, en las pecas que adornaban su piel clara y en sus ojitos marrones. Cuando Valentín se dio cuenta sonrió un poco más, algo que le costaba mucho pero que era todo merito del mayor. Sabía que solo necesitaba una oportunidad, que lo mirara aunque sea una sola vez.

-Encontré una foto que nos sacaron cuando estábamos jugando en el jardín de mi abuela. ¿Te acordas?- Ahora Agustín sonreía también ante aquel recuerdo. Por supuesto que se acordaba, había pasado los veranos mas lindos jugando con Valentín. -La tenía guardada en una caja que no abría hace mucho tiempo y me dio mucha nostalgia, pasó mucho tiempo. Solo quería mostrartela...

Valentín había ganado solo con el hecho de mencionar su infancia. Había tocado la fibra sensible del mayor que adoraba esa etapa de su vida con toda su alma, en especial ahora que las cosas al crecer se habían puesto bastante más difíciles. No era lo mismo, ya no podía correr y jugar a embrujar al colorado con palabras inocentes. Ahora no pasaría desapercibido si un día le provocaba a alguien que le saliera una tercera oreja.

-Si, pasó mucho tiempo, ¿la tenes acá?- Agustín habló después de estar pensativo por un momento, volviendo a sus recuerdos, y cuando volvió a la realidad lo recibió la sonrisa del pelirojo junto a él. Ahora que lo pensaba mejor, lo había extrañado. Había algo en su aura que todavía se sentía familiar, que le decía que tenía que mantenerlo cerca.

-La tengo en mi pieza, si queres la podemos ir a buscar ahora.- Sin esperar respuesta Valentín empezó a caminar en dirección a la misma, esperando que Agus lo siguiera. Sin embargo, su cuerpo fue nuevamente detenido por la fuerza contraria.

-Justo ahora me tengo que ir, pero podríamos ponernos al día, ¿no?- Ahora, de la felicidad, era Valen el que tardaba en responder. Tal vez su charla había sido más miradas que palabras. -Hagamos algo alguno de estos días y me la mostras.

Valentín asintió rápidamente con su cabeza. No lo podía creer. Así de fácil había logrado avanzar y a el se le pasó por la cabeza embrujar a un chico que quizá no tenía nada que ver.

Es decir, puede que Luka no tuviera que ver, ¿no? Porque si Agustín lo había mirado así, con tanto cuidado, hasta parecía que con amor y con anhelo, no podía estar enamorado de otra persona. Estaba seguro de que, si tenía una oportunidad más, hasta tenia chances de enamorarlo. Y la iba a tener porque justamente el mayor, quien lo hacía suspirar, se lo había pedido.

Finalmente, el más alto se marchó del lugar, no sin antes dejarle un beso en el cachete a un tímido colorado sonrojado y claramente alteradísimo. ¿Cómo pasaba de pensar en el como si fuera un desconocido a pensar que quizá si podía estar enamorado de el?

La cabeza de Valentín cambiaba demasiado rápido. 

sobre pecas y magia - valen x agus x lukaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora