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-Creo que te extrañé mucho, ¿sabes?

Esas fueron las ultimas palabras que escuchó Valentín antes de ser rodeado por el brazo derecho del chico más alto a su lado.

El día había estado horrible. No al nivel de lluvias y truenos, sino más bien, con un cielo gris y amenazante que no era más que eso. El tiempo había acompañado sus pensamientos, pero ahora que estaba saliendo a afuera con Agustín, algunos rayos de sol comenzaban a asomar. El aire se sentía más cálido.

Incluso con esta mejora, y sin poder dejar de lado que el chico que tanto le gustaba ahora le estaba dando su atención, había una simple cosa que Valentín no podía sacar de su cabeza. Y esa cosa era un alguien. Y ese alguien era Luka.

Porque lo había tomado tan por sorpresa, no se lo esperaba de ninguna manera, así como de ninguna manera tenía la intención de que esos fueran los efectos de su magia. Además, estaba seguro de que eso había sido producto de su plan, porque tenía que admitirlo. Luka y el jamás habían cruzado palabras antes. ¿Cómo pasó de eso a sentir la libertad de darle un beso en la frente?

Además, Valentín había leído que ese el escalón previo a enamorarse.

Ahora estaba asustado. No por Luka y su amor, al que tal vez podía llegar a acostumbrarse, sino porque no era justo para él. No era sincero. Tenía que encontrar la manera de volverlo a la normalidad y de pedirle perdón, aunque probablemente ni el pelilargo ni el chico junto a el volvieran a hablarle. Por eso tenía que disfrutar el momento, guardar esos recuerdos con Agustín en una cajita con llave en su corazón y después buscar la manera de sacárselo de la cabeza.

Eran muchos pasos y todos lo atravesaban emocionalmente. Valentín ya se había hecho la idea de que iba a repetir ese año.

Pero ahí estaba con el de rulos dedicándole una sonrisa más. Desde que lo había buscado por su habitación habían sido unas cuantas, parecía que vivía alegre y muy feliz, mientras que Valen tenía cara de que estaba por salir corriendo al baño. Sin embargo, cada tanto se permitía mirar al más alto con su mejor cara de embobado, no quería disimular. Incluso quería que se de cuenta de lo enamorado que estaba de él, para que cuando el día de alejarse llegara, tal vez Agustín pudiera perdonarlo más fácil.

El colorado no tenía ni idea de a donde estaban yendo, pero se dejó arrastrar por el contrario, que parecía tener muy claro a donde ir, como si hubiera planificado con cuidado ese momento. Mientras iban charlando y se soltaban un poco más, entrando de a poco en una burbuja de confianza, ambos fueron caminando por los jardines del colegio que ese día estaban más tranquilos de lo normal. Parecía que todos los alumnos habían dejado el lugar solo para ellos.

Finalmente llegaron a un gran árbol de colorido violeta, el cual había esparcido varios pétalos alrededor. Agustín abandonó el lugar a su lado para sentarse en el piso, invitándolo a hacer lo mismo, robándole una sonrisa que le hizo lucir sus dientes chiquititos y separados. Valentín estaba necesitando tenerlo cerca todo el tiempo.

-¿Me dejas ponerme un poco sentimental?- Preguntó Agustín, que como si hubiera entendido la intención detrás de los ojos de Valen, volvió a abrazarlo. El menor agradecía firmemente que el chico adorara el contacto físico, aunque eso hiciera que le temblaran un poco las piernas de los nervios. Sin emitir palabras, asintió con su cabeza. -Me acuerdo de que en lo de tu abuela había un jacarandá, así como este. Por eso quise que viniéramos acá, como para acordarnos un poco.

El corazón de Valentín dio un salto ante aquel detalle. Se aliviaba al saber que no era un loco por recordar todos aquellos momentos, al saber que no solo eran importantes para el y que Agustín también los recordaba. Rápidamente buscó en su bolsillo la foto que había prometido mostrarle aquel día en el pasillo.

Allí se podía ver a un pequeño de rulos bastante alborotados por la humedad, de alguna manera con la cara pintada con líneas rojas y azules, además de otro pequeño de cabellera colorada que lo perseguía con una cuchara de madera en la mano, que ahora que le prestaba más atención, parecía estar simulando una varita. Sobre el pasto del jardín, se podían ver rastros violetas del jacarandá que Agustín recordaba. El mismo no pudo contener la risa al ver su versión más joven, y tampoco al ver el rostro de Valen persiguiéndolo.

-Vos siempre queriendo hacerme alguna brujería.- Soltó entre risas el mayor, sin saber lo que esas palabras significaban ahora para Valentín. Con un poco de vergüenza, se apoyó en el hombro contrario. -Me acuerdo de que cuando eras chiquito no eras tan mimoso. Va, siempre me querías agarrar de los pelos en realidad.

Ahora si era un tomate, pero para su suerte, su compañero estaba muy concentrado en aquella fotografía de su niñez. Agustín había dicho esas palabras, pero parecía encantado con la cercanía del pequeño cuerpo a su lado. Valentín ya estaba pensando en que le iba a ser imposible despegarse de él.

Como el chico atento que era y el buen mago en el que se estaba convirtiendo, el mayor no había llevado a Valentín ahí solo para charlar. Le había pedido que cierre los ojos y de un momento para otro, había hecho aparecer un canasto. Era caballero, pero también le gustaba que el chico a su lado se sorprenda, así que mientras extendía una manta para poder ubicarse mejor sobre el pasto, dejó que el chico fuera sacando cada una de las cosas que había preparado.

Entre ellas, Valentín encontró porciones de tarta de mermelada de frutilla y su corazón dio otro salto, preguntándose si Agustín recordaba el detalle de lo mucho que eso le gustaba. Tal vez estar enamorado le estaba sacando algún que otro momento de vida.

Por esa tarde, fue el más feliz del mundo. Sus pecas se habían acostumbrado a ser acompañadas por un leve sonrojo y las risas que el mayor le provocaba con los recuerdos que le contaba habían hecho que se olvide de todo lo malo que le había pasado en los últimos días. O mejor dicho, de todo lo malo que había hecho.

-Creciste mucho Valen.- Observó Agustín, comparándolo con ese nene que había conocido y querido tanto. De todas maneras, lo más lindo y característico de él seguía estando presente.

-Bueno, vos no estas precisamente muy chiquito que digamos.- Rio Valentín que había entrado en tanta confianza, no solo como para hacer ese chiste, si no como para mirar de pies a cabeza al contrario sin vergüenza alguna. Si el estaba más grande, Agustín había crecido el triple. Sus facciones estaban muy cambiadas, el ya parecía más un hombre, mientras que Valen aún se sentía un poco como un niño. Por lo menos, pensaba que así lo veía la gente.

Agustín invadió su espacio personal de nuevo. Ya se habían llenado la panza con todo lo que habían podido comer, entre medio de todo lo que habían podido charlar y recordar. Poco lugar habían tenido sus presentes en la conversación, pero ambos estaban felices así, disfrutando del haberse extrañado y de a poco volver a quererse.

Porque si, Valentín ahora estaba seguro de que Agustín todavía lo quería. Que tal vez el haberse alejado había hecho que se olvide, pero ahora al estar juntos de nuevo, se sentía como si en realidad el tiempo no hubiera pasado y agradecía con toda su alma ese reencuentro.

La única diferencia ahora, o la más notoria, era que no solo eran más grandes, sino que eran unos adolescentes sentimentales y más que nada impulsivos. Agustín no se quedó atrás cuando el corazón lo llamó a tomar suavemente ese rostro con pequitas que inspeccionó con cuidado, en silencio, mientras el contrario moría de la vergüenza al no poder evitar sentir que toda la temperatura se le subía a los cachetes.

Más allá de toda posible pena, Valentín le miró la boca. Ya que estaban ahí, quería que el contrario se animara. Aunque no hubieran hablado por mucho tiempo, sentía que no necesitaba más para que diera ese paso. Después conectó sus ojos oscuros, brillosos de ilusión, con los ojos verdes que parecían querer volverse expertos en contar cada una de sus 277 pecas. Si, por supuesto que Valentín sabía exactamente cuantas pecas tenía en su propio rostro.

Después de hacerlo esperar un poco, finalmente recibió el beso que tanto anhelaba. Un beso que fue suave, que hizo que su pecho se sintiera cálido, que le dio la sensación de que había vuelto a casa ahora que estaba siendo sostenido por los brazos de Agustín.

Cuando se separaron, la calidez se esfumó por completo, el cielo amenazante decidió dejar caer algunas gotas y un nuevo miedo le invadió el pecho.

¿Y si Luka había compartido el bollito con él?

sobre pecas y magia - valen x agus x lukaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora