1 hora para el Vórtice de Sangre...
Alaric Laith tenía la mala costumbre de huir. Era como una segunda naturaleza darse la media vuelta y regresar por donde había venido. La razón era el miedo, la inseguridad y una plétora de otros sentimientos que él mismo clasificaba como patéticos.
Y aquello, combinado con la revoltura de emociones que Lazarus Solekosminus le generaba, lo llevó a escapar en cuanto se abrió la mínima ventana de oportunidad. Salió del puerto de Reverse York, encaminándose hacia los Barrios Bajos para regresar al casino con Naila y Zaira. No era afín a la idea de dejarlas solas demasiado tiempo, pues la súcubo tenía una mala tendencia a meterse en peleas dado su mal carácter y su instinto sobreprotector hacia su hija.
Bufó ante la imagen de ella metida en algún aprieto tonto y rogándole con la mirada que la ayudara, pero en lugar de hacerlo, él solo observaba con una sonrisa burlona.
—Demonio imprudente —musitó y levantó el cuello alto de su abrigo negro con costuras doradas.
Los callejones que frecuentaba estaban más solitarios que de costumbre y eso le daba mala espina. Sentía que en realidad no estaba solo, sino que lo estaban siguiendo, cazando. Metió una mano en el interior de su abrigo, aferrándose a la daga de Hierro Solar en su cinturón mientras continuaba andando con pasos lentos y silenciosos.
«Ven aquí. Revélate». Pensó, girando sobre sus talones para ver sus alrededores, nunca parando de moverse en caso de que llegara un ataque sorpresa.
Fue entonces que escuchó el chillido. Un sonido tan desagradable y agudo, semejante a un agónico sollozo. Recordaba ese horrible llanto y sabía con exactitud a qué pertenecía.
—Malditas criaturas del averno —masculló.
De entre la neblina que se formaba por esta área de la ciudad, salió una alta y espigada criatura, con piel rugosa y tan pálida que parecía blanca, y una ancha boca repleta de colmillos ensangrentados.
—Nosferatu —dijo Alaric, suspirando con agobio y sacando su daga—. Hace años que no me topo con uno de los de tu tipo.
Los Nosferatu eran vampiros que no habían logrado conseguir amor humano a tiempo y terminaban perdiendo lo poco que les quedaba de su frágil humanidad, condenándolos a convertirse en estas criaturas bestiales y repugnantes que solo mataban por deporte.
El monstruo rugió en cuanto fijó sus ojos rojos en Alaric porque, además de feos, eran escandalosos. Se abalanzó hacia el demonio, corriendo en cuatro patas como un vil animal salvaje. Alaric dejó que se aproximara y cuando estuvo lo suficientemente cerca, lo esquivó con un ágil movimiento de sus pies y enterró la hoja de su cuchilla en su pecho, siendo salpicado por la sangre de la criatura. El Nosferatu chilló de agonía y Alaric le arrancó la daga, haciéndolo trastabillar.
—Qué mala suerte —lamentó con falsedad y acercó la hoja hacia sus labios, lamiendo la sangre del monstruo. Sus ojos se tornaron enteramente carmesí y, con tan solo cerrar su mano en un puño, el Nosferatu volvió a soltar otro sollozo de dolor mientras se retorcía.
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Vampire Demon
VampiriSPIN-OFF DE VAMPIRE KISS ¿Cómo puede un vampiro perdonar al demonio que lo traicionó? Lazarus Solekosminus es el detective vampiro más reconocido de Reverse York, pero también el más misterioso y con un pasado repleto de errores que no desea revelar...