El olor de los medicamentos que se desprenden por los pasillos, las paredes blancas limpias sin mancha alguna, el suelo con palabras alentadoras pegadas en ella, las habitaciones ocupadas por diversos pacientes, los rayos del sol pasando por las grandes ventanas del lugar junto con un ambiente tétrico pero tranquilo.
Un ángel con la piel tan clara como la nieve, su cabello albino reluciendo, su ropa blanca sin la suciedad presente y de una estatura de menos de un metro, vaga entre niños y adultos, observando con atención a cada uno de ellos que se encuentran ahí.
Una habitación capta la atención de aquel ángel provocando que se detenga.
El ángel entra al lugar, y encuentra a un niño mirando con atención el paisaje que la ventana rota le ofrece a su ser. Mantiene su mirada fija en el infante, el pequeño cuerpo observado se levante ligeramente hacia el borde de la ventana, para después en pocos segundos escuchar el sonido de algo quebrándose, provocando que salga de sus pensamientos.
—¿Qué miras? —gira su cabeza lentamente y encuentra a su compañera comiendo una barra de chocolate.
—Nada —responde rápidamente el cuestionado.
El ángel se aleja de la habitación y vuelve a caminar por los pasillos junto con su compañera.
—¿De dónde sacaste ese chocolate? —pregunta el ángel con algo de inquietud.
—Se lo robe a un niño —dice mientras da otra mordida a la barra de chocolate.
—¿Por qué le quitas los chocolates a los niños? Si podemos agarrar el sabor de los que están en la máquina de dulces.
—Porque es más divertido, además el niño ya iba a morir, no iba a disfrutar del chocolate —sentencia en seco, dando la última mordida al chocolate.
Los dos ángeles siguen caminando hasta llegar a la habitación de una niña de aparentemente doce años.
—¡Sofi! —grita su compañera apenas entra—, te iba a traer un chocolate, pero me lo comí en el camino —anuncia con un tono alegre.
—¡Ray, Alek! —la niña sonríe mientras baja de la cama.
—¿Sigues tomando tus pastillas? —pregunta Alek sentándose en el suelo.
—¡Si! La señorita me dijo que eso hará que mejore, y así podré ver a mis padres —Ray se sienta en la cama situada en la esquina de la habitación.
—¿Te han dicho cuándo saldrás de aquí? —pregunta Ray.
—No, ya llevo mucho tiempo aquí, ¡pero yo creo que saldré muy pronto! —asegura la niña alzando los brazos y mirando hacia arriba con una gran sonrisa.
—Yo creo que te mienten —dice Ray sin una pizca de sensibilidad.
—¡No cierto! Las personas de aquí me están ayudando, dicen que he progresado mucho, no creo que ellos estén mintiendo —da una sonrisa con cierto nerviosismo.
—Todo lo que te dicen es mentira —Ray se acerca a la niña con una gran seriedad ocasionando que se asuste.
Alek se acomoda en una posición para interponerse en cualquier momento.
—¿Saben? A veces las señoritas me dan miedo, hacen lo que sea para que esté feliz y siempre me dicen que me voy a curar, pero, a veces siento que me lastiman y no me hacen caso cuando les digo que me duele mucho cuando me inyectan las vitaminas.
Ray mira en algún punto perdido, solo escuchando las palabras de la pequeña niña, mientras que el otro ángel la mira con preocupación.
—No creo que sea una forma de demostrar que me quieren, pero, trataré de entender su amor —dice la niña con determinación.
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Wings game!
Художественная проза"En algún momento el alma de cada uno descansará para siempre, pero la mía lamentablemente no descansará hasta desatar un caos total en el cielo y en el infierno." . . . Isaac Snow, producto de un ser angelical y una humana, siendo oculto de los án...